0
Home  ›  Chapter  ›  Seré la reina parte 2

SLR – Capítulo 477

SLR – Capítulo 477-1

Hermana, en esta vida seré la reina

Capítulo 477: El regreso de León III

Si el rey decidía expulsar a Isabella, no importaría cuántos regalos recibiera. León III no era un hombre del que se esperara que se ocupara de una mujer a la que había abandonado. Los que le veían con buenos ojos creían que no sería tan desvergonzado, mientras que los que le veían con malos ojos creían que sería totalmente indiferente al destino de una antigua amante. Llegaron a la misma conclusión en ambos casos.

Las nobles que sólo habían enviado regalos a Ariadne rumiaban sus angustias.

'Él no... La cara de la Condesa Contarini está seriamente dañada. No se quedaría con una mujer con cicatrices, ¿verdad?'

'Nunca lo haría.'

'¿Y si no está tan malherida como afirman los supuestos testigos?'

La vieja marquesa Montefeltro, que de hecho había enviado regalos a ambos bandos, se permitió una secreta sonrisa de triunfo detrás de su abanico. Gracias a sus largos años de experiencia, podía permitirse relajarse.

—¿Por qué Su Majestad no ha dicho nada todavía? —preguntó alguien. Con los regalos tan concentrados en el palacio del príncipe, los aposentos de Isabella estarían vacíos, mientras que los de Ariadne y los almacenes del palacio estarían a rebosar. Era extraño que el rey no hubiera expresado ninguna opinión sobre la situación. No era un santo que dejara las cosas como estaban.

—Pensé que el rey pondría el palacio patas arriba ese mismo día.

—¡Ya lo sé! ¿No debería haber emitido ya un edicto si piensa echarla?

—¿Le está dando tiempo para hacer las maletas?

—En realidad... —comenzó la eufórica marquesa Chapinelli y continuó en un susurro furtivo—. Su Majestad está ausente de palacio en este momento.

—¡Oh, Dios!

—¿En serio?

—¿Adónde ha ido?

Los principales aristócratas de alto rango se habían marchado a sus territorios regionales debido a la tiranía de León III. La Curia Regis, el grupo que debía apoyarle en la gestión de los asuntos de Estado, apenas se reunía. Los salones de caballeros se habían reunido regularmente con algunos de esos aristócratas al frente, pero ahora estaban cerrados debido a que todos los miembros importantes estaban ausentes de la capital.

El resultado fue que incluso la información crítica y secreta de Estado, como los viajes del rey fuera de la capital, se transmitía a través de la alta sociedad, formada por mujeres, en lugar de a través de organizaciones oficiales formadas por hombres. Algunas de esas mujeres, abatidas por la frialdad de sus maridos hacia ellas, aprovecharon esta oportunidad para hablar más en casa.

—¡El rey ha ido al bosque de Orthe a cazar!

Como a la marquesa Chapinelli le quedaba al menos medio cerebro, no dijo que había ido a las termas por su salud. La salud del rey era una información verdaderamente restringida. Sin embargo, la reunión estaba formada en su totalidad por mujeres muy capaces de leer entre líneas. Una de ellas fue lo bastante aguda como para preguntar—: ¿Con este tiempo?

La marquesa Chapinelli, sin darse cuenta de que se había equivocado, se limitó a encogerse de hombros como respuesta.

—A lo mejor quería cazar zorros en invierno —dijo alguien en su defensa, quizá porque le daba pena aquella tonta.

—¿Así que el destino de la condesa Contarini no se decidirá hasta que regrese Su Majestad? —preguntó otra persona, amiga íntima de la marquesa, para cambiar de tema.

—Así es.

Varias de las mujeres empezaron a ponerse nerviosas.

—Dios mío, ¿podría salir viva de esto?

—Podría tener un berrinche y amenazar a la gente que envió regalos al palacio del príncipe. Ya sabes cómo es su temperamento.

Isabella había crecido en la alta sociedad de San Carlo desde muy joven. Su terrible temperamento era bien conocido entre sus compañeros y las madres y tías de esos compañeros. Tras los diversos incidentes que la habían hecho famosa, todos los amigos de sus amigos también se habían dado cuenta de ello.

Las mujeres de la nobleza aquí reunidas también conocían la naturaleza de León III: lo crédulo que era, lo propenso que era a los cambios de humor.

'Tal vez... ¿no sea demasiado tarde para enviar algo a la condesa Contarini?'

'Oh, no... pero dado que la Gran Duquesa Viuda Rubina eligió el palacio del príncipe, difícilmente puedo declarar ahora mi intención de enviar un regalo a la condesa.'

'Pero si no hago nada, Su Majestad podría ponerse furioso…'

Gracias a la indiscreción de la marquesa Chapinelli, un número considerable de las damas presentes decidieron enviar regalos a los aposentos de Isabella. A pesar de haber conseguido la dama de compañía de confianza y alto rango que tanto había deseado, las cosas habían ido exactamente al revés de lo que Rubina esperaba. Tal era la desgracia de una persona que siempre tenía mala suerte en la elección de sus amistades.

La condesa Marques había estado sorbiendo té descontenta en un rincón en medio de todo el alboroto. Por fin abrió la boca—: Lo único que hice fue enviar un mensaje de condolencia a Su Alteza el Príncipe y a su esposa, que perdieron a su hijo.

Todos se volvieron para mirarla.

—No era una declaración en nombre de la familia Marques, sino mi expresión personal de simpatía por una joven madre —declaró resueltamente.

Aquellas cuyas familias habían sido lo suficientemente inteligentes como para dejar que la señora de la casa hiciera los regalos suspiraron aliviadas. En cambio, las que lo habían hecho en nombre de sus maridos o de sus familias palidecían.

—Creo que si Su Majestad tiene algún sentido de la justicia, no nos será desfavorable diga lo que diga su quejumbrosa amante.

Se trataba de una advertencia -no enviarían realmente un regalo a alguien como Isabella, ¿verdad?-, pero si la noción de que Su Majestad poseía de hecho algún sentido de la justicia era lo único en lo que podían confiar... un sudor frío recorrió la espalda de las mujeres al oír esa frase. No era algo en lo que pudieran confiar.

Los miembros de la alta sociedad de San Carlo se dispersaron y volvieron a casa con estos complicados pensamientos en la cabeza. Independientemente de cualquier otra cosa, su primera prioridad tenía que ser lo que más beneficiara a sus familias.

***

León III regresó un día más tarde de lo previsto porque su rutina de baño en las aguas termales del bosque de Orthe le había llevado más tiempo de lo esperado. También en la villa real del coto de caza había cada vez más trabajo que hacer, debido al continuo aumento de posesiones variadas y visitantes.

Casi se desmaya cuando llegó a casa y escuchó el informe del señor Delfinosa.

—¡¿Qué?! ¡¿Alfonso azotó a Isabella?! —se levantó de la silla sorprendido—. ¿Cómo ha podido pasar esto?

Delfinosa corrió hacia él y trató de calmarlo.

—Su Majestad, Su Majestad, por favor, cálmese.

—¿Calmarme? ¿Hablas en serio? ¿Podría ser porque Alfonso la quería?

—No, No, Su Majestad, no fue nada de eso...

El señor Delfinosa relató los acontecimientos de aquel día con todas sus fuerzas. Isabella se habría enfurecido por su relato "tendencioso", pero él había sido secretario del rey durante mucho tiempo. Su posición era lo bastante sólida como para no tener que atender a una flamante amante real.

—Me apresuré hacia allí cuando oí que los dos estaban discutiendo, sólo para encontrar a la Condesa de Mare sangrando e inconsciente... cuando el médico militar del príncipe confirmó que había tenido un aborto espontáneo, Su Alteza pidió inmediatamente la cabeza de la Condesa Contarini...

León III estaba indignado.

—¡Deberías haberle detenido como hubieras podido!

'Le detuve, y ése fue el resultado', quiso decir Delfinosa, pero se le atragantaron las palabras.

—¿Cómo sabía alguien si estaba abortando o sólo menstruando? Ni siquiera sabía que estaba embarazada antes de todo esto.

Delfinosa permaneció en silencio; no había considerado esa parte. En opinión de León III, era un punto que valía la pena discutir hasta el amargo final.

—¡¿Y tú te quedaste de brazos cruzados y dejaste que golpearan a Isabella?!

—Ella no fue golpeada. Una monja vino a ayudarla a hacer penitencia...

—¡Podría haber hecho penitencia rezando o haciendo una donación! ¡No siendo azotada! ¿No ves lo ridículo que es?

Intentó desesperadamente apaciguar al rey.

—Hice lo que la situación requería, Majestad. Quiero decir, ¡no podía quedarme de brazos cruzados y dejar que la decapitaran! —suplicó—. No soy lo suficientemente fuerte como para contener físicamente al príncipe Alfonso.

—¡Ni siquiera es el príncipe heredero! ¡No tiene autoridad para actuar como Regente en mi ausencia! No había ninguna razón por la que no hubieras podido impedírselo.

León III sin duda esperaba mucho de su secretario, teniendo en cuenta que él mismo apenas podía levantar la voz a Alfonso. El señor Delfinosa fue un dechado cortesano al mantener su expresión neutral en esta coyuntura.

—Majestad, Majestad, no es del todo negativo que la condesa Contarini recibiera la absolución de sus pecados de la monja penitente. He oído que hay una simpatía generalizada hacia ella en la alta sociedad desde el incidente.

Era inevitable que un informe procedente de alguien que luchaba por su vida fuera exagerado.

—Han llovido regalos de todos los niveles de la sociedad. Sus aposentos están llenos de cálidos deseos...

El rey enarcó las cejas blancas. Hasta ahora, era lo más agradable que había oído tras su regreso.

—A decir verdad, lo que hizo podría interpretarse como asesinar a un miembro de la familia real.

La amante del rey había matado al hijo que esperaba la esposa de un príncipe. Si la opinión pública se volvía en esa dirección, Isabella estaba muerta.

León III se sintió sumamente ofendido ante la mera posibilidad.

—¡Tonterías! Fue un matrimonio morganático. Ese niño -si realmente existió- no era de la realeza, sino un simple conde.

No podía desprenderse de su rencor. El título de conde era nuevo, otorgado por él. Estaba demasiado enfurecido para tolerar la cháchara de que la muerte de su hijo había sido el asesinato de un miembro de la realeza, etcétera. Nunca debería haberle dado el título. Debería haber hecho que no fuera hereditario.

—Esto no servirá. No puedo confiar sólo en tu versión —levantó la mano—. ¡Rubina! ¡Trae a Rubina aquí!

63
Pink velvet
tiktokfacebook tumblr youtube bloggerThinking about ⌕ blue lock - bachira meguru?! Casada con Caleb de love and deep space 🍎★ yEeS ! ★ yEeS !
29 comentarios
Ad Blocker Detected!
We know ads are annoying but please bear with us here and disable your adblocker!

Refresh

Buscar
Menú
Tema
Compartir
Additional JS