NH – Capítulo 8
Noble y humilde
Capítulo 8: Cyrus Karha, gobernante del Reino del Norte (4)
Cuando regresó a su habitación, Ariana se dio cuenta de que se había olvidado de llevar comida. La que había cogido probablemente estaba esparcida por debajo de las estanterías. Se sintió frustrada cuando recordó cómo la repentina llegada de Cyrus había interrumpido su comida. 'Nunca pensé que lo conocería tan pronto…'
Había previsto que en algún momento se encontraría con los gobernantes de los reinos del Norte o del Sur si vivía su vida de forma diferente a la anterior, pero nunca había soñado que encontraría al señor del Norte entrando a hurtadillas en la mansión Bronte. '¿Por qué estaba aquí?' El señor del norte y el duque Bronte no se conocían en absoluto. No recordaba ni una sola vez que el duque o Rachel lo hubieran mencionado.
'Oh, sí, Helena…' Recordaba que Helena había clamado por querer casarse con Cyrus más o menos en esa época. Se había enamorado de él cuando vio un retrato suyo que un grupo de mercaderes tenía a la venta durante una visita al Reino Occidental. Después de eso, había hablado constantemente de casarse con él e incluso había exigido a Rachel y al duque Bronte que escribieran una propuesta de matrimonio para enviarla al Reino del Norte, avergonzándolos.
—No hay nada malo con el gobernante del norte. ¡Tiene estatus social y todo lo que puedas desear! ¿Por qué no puedo casarme con él?
Ariana recordaba haber oído quejarse a Helena mientras limpiaba el pasillo. Era increíblemente raro que la hija de un aristócrata de alto rango propusiera matrimonio, y sólo haría de la Casa Bronte un hazmerreír si se supiera. Pero Helena había sido demasiado inmadura para darse cuenta de ello.
'¿Cedieron a las demandas de Helena y realmente le enviaron una propuesta? Tal vez empezó a investigar a Helena y descubrió el secreto de su nacimiento, y luego vino aquí para saber más.' Esto sonaba plausible, sin duda, pero la mirada en los ojos de Cyrus antes sugería otra cosa.
Aunque él había intentado ocultarlo, Ariana había visto el odio en sus ojos. Incluso mientras sus cuerpos se apretaban entre las estanterías, no había más que frío asco en sus ojos mientras la miraba. Un hombre así no se colaría en aquella mansión sólo para saber más de una dama que quería casarse con él. Tenía que haber otra razón que Ariana no lograba descifrar.
'Esto no es bueno.' El gobernante del norte era un hombre difícil de tratar. Aún no había hecho preparativos. Convertirlo en enemigo afectaría enormemente sus planes futuros. Tenía que evitar involucrarse con él, sobre todo porque no tenía ni idea de lo que estaba planeando.
***
Helena, fiel a su herencia del Reino Occidental, tenía la piel morena, párpados dobles con gruesas pestañas, pelo negro y ojos marrones. No era fea ni mucho menos, pero comparada con Ariana, que se parecía a la soberana oriental, o Victoria, que se parecía a Rachel, Helena se parecía mucho a su padre Jacob, que era de aspecto más bien sencillo. Ahora vestía un vaporoso vestido verde claro y miraba fijamente a la puerta de la habitación de Ariana. Los criados que la veían se inclinaban profundamente ante ella al pasar, algo que nunca hacían con Ariana.
—Ariana.
Por primera vez, su madre, Rachel, la había regañado por culpa de Ariana. Rachel nunca había mirado a Helena con severidad.
—Ariana. ¡Ariana!
Los sentimientos de Helena hacia Ariana eran contradictorios. Antes de que Helena supiera quién era realmente su padre, había sentido un sentimiento de inferioridad hacia Victoria, más que hacia Ariana. La madre de Helena era hija de un barón, mientras que Ariana, aunque era hija del gobernante oriental, vivía con su madre y su padrastro.
En cuanto a Victoria, había nacido en el seno de una familia completamente normal y, como se parecía mucho a Rachel, era preciosa. Ya de niña, Helena se había dado cuenta de que sus padres parecían discriminar a Ariana, pero había odiado más a Victoria. De hecho, incluso se había sentido identificada con Ariana, ya que sus situaciones parecían similares.
Por eso había robado las cosas de Victoria y se había metido con ella cuando sus padres no la veían. Cuando Rachel se dio cuenta de lo que pasaba, abrazó a Helena en lugar de regañarla.
—Victoria es tu única hermana, Helena. Debéis ser amables la una con la otra. Si algo te molesta, desquítate con Ariana. Ariana puede soportarlo.
En aquel momento, Helena no sabía por qué Rachel era más amable con ella que con sus hijas biológicas. Sin embargo, se dio cuenta de que a Rachel no parecía gustarle mucho Ariana. Ariana era castigada mucho más severamente por los mismos errores, y a veces la encerraban en una habitación, le daban de comer sólo cada dos días y la obligaban a escribir una carta de disculpa. Al principio, Helena se había compadecido de Ariana, pero la frialdad de sus padres no tardó en contagiarse.
Ariana se convertía en el objeto de la ira de Helena siempre que quería. Sin embargo, una parte de ella también se compadecía de Ariana y a veces hacía cosas buenas por ella cuando tenía ganas. Eso había sido antes de que Rachel le contase a Helena el secreto de su nacimiento. Su madre se había visto obligada a abandonar el Reino Occidental para casarse con el gobernante oriental en cuanto dio a luz a Helena. Y Helena se había visto obligada a vivir como la hija de una mujer de la humilde casa de un barón.
'Pobrecita.' había repetido Rachel varias veces mientras divulgaba el secreto. Helena se compadeció mucho por ello, y todo su resentimiento se dirigió a partir de entonces hacia Ariana. En realidad, Ariana no había hecho nada malo, pero a Helena siempre le habían dicho que podía tratar a Ariana como quisiera y que su única hermana era Victoria. El muro construido entre Ariana y Helena sin siquiera saberlo convirtió a Ariana en una completa extraña, y Helena no tuvo más remedio que pensar que Ariana, no era su familia, sino la fuente de todos sus problemas.
También despreciaba a Victoria por pensar que era la única con padres legítimos, pero odiaba aún más a Ariana.
"Yo no la quería. De verdad que no", decía Rachel entre lágrimas, abrazando a Helena con fuerza. A Helena le dolía pensar que su madre había tenido que casarse con un hombre al que no amaba y tener un hijo con él por el bien del Reino de Occidente. Y su odio hacia Ariana crecía: Ariana, a quien la gente creía otra hija de la Casa Bronte a pesar de las circunstancias de su nacimiento.
Como Ariana se había chivado ayer a la madre del duque, Louise había sido golpeada y confinada en una habitación pequeña, y Helena había sido reprendida por su madre. Además, Ariana había sido trasladada a una bonita habitación con una cama en lugar de su habitual habitación pequeña y vacía.
Helena no quería que Ariana disfrutara de nada que perteneciera a la casa Bronte. Si pudiera, entraría en esa habitación en ese mismo instante, agarraría a Ariana por el pelo y le haría pagar por lo de ayer. Pero Rachel le había dicho que debía contenerse hasta que su abuela se fuera.
Helena apretó los puños con fuerza. Victoria se acercó a ella y la cogió suavemente del brazo.
—Helena, ¿por qué pareces tan alterada?
Helena miró a Victoria, que era bastante madura para su edad. Victoria se parecía más a su madre que a su padre, y su pelo rubio oscuro y sus ojos verdes le daban un aspecto encantador y elegante.
—Mamá me regañó por tu culpa. —dijo Helena con rencor. Victoria la miró en silencio. Helena era tres años mayor que Victoria, pero la mayoría de las veces se comportaba como una niña. Por supuesto, era porque Rachel la había malcriado.
Al desconocer el secreto de Helena, Victoria no tenía ni idea de por qué Rachel actuaba como lo hacía. '¿Por qué madre se preocupaba más por Helena, la hija de la antigua duquesa, que por ella misma?' Tales pensamientos atemorizaban a la joven Victoria, temerosa de que, si hacía algo mal, también desagradaría a sus padres y acabaría siendo tratada como Ariana. Algo le decía que tenía que hacer todo lo posible para ser más querida que Helena, y eso la había hecho madurar más allá de su edad. Victoria estaba siempre atenta al estado de ánimo de sus padres, por lo que era perspicaz e ingeniosa.
—¿Eh? ¿Por mi culpa? Oh, ¿estás hablando de lo que pasó ayer con Louise?
—Sí.
—Pero Helena, ¿por qué es mi culpa?
—Por supuesto que es culpa tuya. Fue idea tuya darle a esa niña comida podrida. Cayó enferma después de comerla, y madre me reprendió duramente como resultado.
A Victoria le pareció una tontería que Helena afirmara que la habían "reprendido duramente". pero no dejó que se le notara. Miró a su hermana con preocupación.
—¿Te regañó mamá? Te habrás enfadado mucho.. Pero Helena, todo lo que dije fue que Ariana merecía estar comiendo comida podrida, no viviendo una vida de lujo en esta mansión. Pero si crees que fue mi culpa que te regañaran, entonces te pido disculpas.
Helena hizo un pequeño mohín, aparentemente apaciguada por la disculpa de Victoria. Victoria ahogó una carcajada. Su hermana era fácil de manipular. Siguió caminando despacio, con el brazo unido al de Helena.
—Helena, entiendo por qué estás tan molesta. Todo esto es culpa de Ariana, después de todo. Ella le contó todo a la abuela... Eres tan buena con ella, ¡y aún así se comportó como una ingrata!
—¡Exacto!
—Louise fue encerrada por culpa de Ariana, y ahora tienes una criada menos a tu servicio, lo que debe ser un terrible inconveniente. Pero apuesto a que se está relajando en su habitación, ajena al daño que ha hecho.
—¡La odio tanto! ¡Debería estar viviendo en el Reino del Este, no aquí! Lo único que hace es causar problemas.
Victoria sabía por qué Rachel insistía en que Ariana viviera en la mansión. El papel de una hija nacida en una casa noble era forjar una alianza con una familia prestigiosa, fortaleciendo aún más la casa. Algunas casas, sin embargo, eran poderosas, pero no eran candidatas especialmente deseables para el matrimonio debido a su mala reputación. Y Ariana sería enviada más tarde exactamente a ese tipo de casa.
En cuanto entraron en la habitación de Helena, vieron un retrato colgado en la pared del salón. Representaba a un apuesto hombre de cabello plateado, piel pálida y aterradores ojos rojos: Cyrus Karha, el gobernante del norte. Era vergonzoso que una dama aristocrática exhibiera abiertamente el retrato de un hombre en su habitación, pero Helena no parecía avergonzada en absoluto. Incluso con Victoria a su lado, se llevó las manos al corazón y miró a la pared con adoración.
—¿No es realmente hermoso?
—Tienes razón. Es muy atractivo. ¿Pero crees que realmente se ve así? He oído que los nobles de hoy en día piden a sus pintores que los pinten más guapos de lo que son en realidad.
—Es diferente. La gente dice que su retrato no le hace justicia.
—Supongo que lo averiguaremos cuando llegue al Reino Occidental, ¿no? —sugirió Victoria socarronamente. Helena se dio la vuelta, con los ojos brillantes.
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