SLR – Capítulo 364
Hermana, en esta vida seré la reina
Capítulo 364: Blanco y negro, rojo y azul
Y ahora, como por arte de magia, el rey León III mencionó la cantidad exacta de la que le había hablado Ariadne.
—35%.
Alfonso tragó saliva. El rey León III sonrió con los ojos mientras estudiaba la reacción de su hijo. Había exigido a propósito un tipo impositivo lo suficientemente alto como para que a los mercaderes les costara aceptarlo. Quería saber hasta dónde llegaban los lazos de su hijo con la clase mercantil.
Si una simple transacción era todo lo que había entre ellos, Alfonso no podría aceptar la sugerencia del rey. Como no tendría ninguna influencia práctica, tendría que volver y recibir confirmación antes de continuar.
Por otra parte, si los mercaderes hubieran optado por cimentar su apoyo al príncipe, éste podría aceptar de inmediato el impuesto sugerido, ya que tendría pleno control sobre la situación.
El rey León III se relajó mientras esperaba la respuesta de su hijo. Estaba seguro de que Alfonso no sería capaz de aceptar esta sugerencia. Su hijo acababa de regresar de su larga estancia en el extranjero y, francamente, no parecía ser un conspirador muy hábil. Era imposible que hubiera conseguido un apoyo tan fuerte de alguien en el poco tiempo que llevaba.
Aunque ser justo y equitativo podía parecer loable, en opinión del rey León III no aportaba gran cosa a su condición de gobernante. Sonrió y trató de apartar a su hijo del camino.
—Bueno, debería darte tiempo para pensar...
—No —dijo Alfonso con firmeza. El rey León III se quedó comprensiblemente desconcertado.
—¿Qué?
Alfonso respondió con sinceridad y sin vacilar—: Acepto. Acepto el 35%.
El rey León III dudó de sus oídos. Se trataba de una emboscada. La cara de este viejo conejo infinitamente astuto mostraba conmoción.
Alfonso preguntó con calma—: ¿Hay algún problema?
El rey León III estuvo a punto de preguntarle si un tipo impositivo semejante era realmente posible, pero se detuvo. La pregunta no tenía sentido.
‘¿Alfonso ya ha construido su base política hasta este punto?’
La mente del rey León III empezó a agitarse a toda velocidad. Para empezar, nunca había tenido la intención de dejar que Alfonso tuviera lo que quería. El dinero de una Unaísola libre sería considerable, pero no suficiente para lograr un cambio increíble. Teniendo en cuenta lo disgustados que estarían los grandes nobles con el acuerdo y el dolor de cabeza que le daría, sería un tonto si aceptara.
‘Cómo se atreve…’
Al rey León III le temblaron las manos, pero instantes después se le ocurrió el plan perfecto. De hecho, era lo más natural del mundo dadas las circunstancias. Un pequeño añadido a la sugerencia de Alfonso, y el rey tendría entre manos el plan perfecto.
—¿Un problema? No seas absurdo —el rey León III disimuló rápidamente su confusión y sonrió generosamente—. ¿Aceptarán el 35%? Los mercaderes deben desear mucho su libertad.
A pesar de la sonrisa inocente de Alfonso, no dejó que su padre le sacara ni una sola ventaja.
—En absoluto. Es el resultado de su lealtad hacia Su Majestad: desean servirle al rey y sólo a él.
El rey León III despreciaba el modo en que su hijo tenía una respuesta preparada para todo, pero estaba esperando una oportunidad para lanzar su estratagema. Reprimió su ira.
—Sí. Lealtad.
Se detuvo un momento, y Alfonso esperó tranquilamente la decisión del rey sin dar muestras de impaciencia. Al rey León III tampoco le gustaba esto, pero no había remedio. Al final, se vio obligado a dar a Alfonso lo que quería.
—La ciudad autónoma Unaísola... será una ciudad libre... leal sólo a mí.
Su joven hijo había perdido todo rastro de su antiguo “yo” tras vagar por una tierra cubierta de arena y cocoteros. Nunca obedecía ni actuaba con temor, negándose a satisfacer a su padre.
—Los habitantes de Unaísola -nuestro pueblo- nunca olvidarán su amabilidad —Alfonso hizo una reverencia. Incluso esto parecía una rendición forzada y sin sentido, y molestó al rey.
De repente, el rey León III empezó a sentir que Alfonso no le gustaba nada. No le gustaba la forma en que Alfonso se había atrevido a declarar que se casaría con Lady Lariessa sin el permiso del rey. Menos aún le gustaba que Alfonso se hubiera retractado de repente de sus palabras, declarando en su lugar que cortejaba a la condesa Ariadne de Mare.
Sin embargo, el rey León III no pudo reprenderle entonces, por lo que había hecho en el pasado. Si el rey León III le exigía que se buscara una mujer de más categoría, Alfonso podía decirle: “Incluso tú has querido a esta mujer. No me atrevería a decir que no es lo suficientemente buena para mí”. No tendría nada que ganar con tal intercambio de palabras.
Pero, de repente, se sintió muy desgraciado por haber dejado escapar a Alfonso tan fácilmente. Debería haber impedido que Alfonso hiciera tal declaración. El hecho de que Alfonso se hubiera casado con una mujer sin el consentimiento de su padre, se hubiera retractado y luego anunciara otra relación era una flagrante falta de respeto hacia su padre.
N/T: Recuerden que el “matrimonio” de Alfonso y Lariessa es sospechoso de ser válido, no fue consumado y lo papeles no se habían entregado al archivo de la Iglesia.
Así enmarcaba el rey León III sus propios sentimientos en su mente, pero en verdad, eran unos celos poderosos los que sentía hacia su hijo. Odiaba que su hijo fuera joven, guapo y atlético y que hubiera conseguido a la mujer que el propio rey León III había deseado.
Pero el rey León III era el rey y el padre de Alfonso. Esas dos cosas le daban mucho poder.
—Me alegra saber que el pueblo de Unaísola agradecerá mi decisión —el rey León III esbozó una sonrisa muy mezquina.
‘Y los grandes nobles nunca lo olvidarán.’
Cuando Unaísola se convirtiera en una ciudad libre, el incidente tendría diversos efectos. Todos estos efectos disminuirían el poder de estos nobles. El rey León III decidió aprovechar esta oportunidad para humillar a estos señores feudales mientras culpaba a Alfonso por ello.
‘Obviamente aún estoy sano y fuerte. ¿Cómo te atreves a amenazar mi trono?’ Estaba golpeando su mesa de ébano con las uñas sin darse cuenta. ‘Eso no servirá.’
El rey, sin más remedio, había empezado a sentir celos de alguien de quien no debía sentirlos.
***
Por toda la capital corrió el rumor de que el duque Césare había solicitado ser el enviado especial a Trevero, y que aún así el rey había elegido al príncipe Alfonso. Tal cosa podría haber hecho sospechar a la gente que el rey León III había corrido la voz, pero, sorprendentemente, esta vez el rey era realmente inocente.
La duquesa Rubina, segura de que Césare sería enviado a Trevero, no había sabido mantener la boca cerrada mientras compraba una gran cantidad de ropa para su hijo en Boutique Collezioni.
—¿Oíste que el duque de Pisano pidió al rey que lo enviara, pero Su Majestad eligió al príncipe Alfonso en su lugar?
—Estoy seguro de que ‘todo el mundo’ ha oído hablar de ello al menos una vez. Pero me pregunto por qué tomó tal decisión.
—¡Exacto! ¿Crees que Su Majestad confía tanto en el Príncipe Alfonso? ¿Lo suficiente como para obligarle a ir cuando no quiere?
—En efecto. Se trata de volver a enviar a un heredero fuera del país.
—Regresó victorioso de la Guerra Santa. ¿Quién se atrevería a hacerle daño?
—Supongo que tienes razón.
La mayoría de los habitantes de la capital creían que el rey León III confiaba mucho en el príncipe Alfonso, mientras que el duque de Pisano no había logrado adquirir la misma confianza.
‘¡Maldita sea!’
Césare apretó los dientes, asegurándose de que nadie se diera cuenta. Se dirigía a la capilla de San Ercole, donde todos los meses se celebraba una misa mayor. La gente se agolpaba en la puerta de la capilla, cuchicheando mientras le miraban. A lomos de su caballo, Leopoldo, se enderezó aún más a propósito y apuntó al cielo con la nariz.
El servicio principal era realmente un gran fastidio. Una vez al mes era bastante a menudo, y era difícil evitar participar. Había pensado en alegar que se había puesto enfermo y faltar, pero la idea de quienes dirían que era un perro derrotado que corría con el rabo metido entre las piernas le había detenido. Así que, en lugar de ser comparado con un perro, al entrar tenía la expresión de un buey llevado al matadero.
Cuando apareció el hermoso caballo negro del duque, la multitud que llenaba la plaza se dividió en dos y se abrió paso. El duque era lo bastante importante como para justificarlo, y su mal genio era conocido en la capital. Césare creía que su reputación se debía sobre todo a las bromas que había gastado cuando era más joven, pero otros discrepaban. La gente también creía que lo mejor era apartarse del camino a menos que quisieran ser pisoteados por el caballo.
Sin embargo, la división en la multitud que había estado creando pronto se distorsionó. La gente se había estado separando frente a él en un hermoso ángulo de noventa grados, pero parecía que otra onda aún más estrecha se superponía a ésta. Y lo que provocó su disgusto fue el hecho de que esta segunda onda que viajaba a través de la multitud parecía ser más intensa que la suya.
‘¿Quién demonios es?’ pensó Césare, dándose la vuelta. Parecía que algún personaje de alto rango entraba al mismo tiempo que él. Su pregunta fue respondida 2 o 3 segundos antes de que sus ojos pudieran encontrar la figura entre la multitud.
—¡Es el príncipe!
Había algo parecido a la admiración en la voz. Quienquiera que hubiera gritado probablemente estaba considerando a la persona a la que miraba con orgullo y lástima.
—¿El príncipe Alfonso?
—¿Viene?
—¡Nuestro príncipe! ¡El próximo gobernante!
Emociones similares se apoderaron de la multitud. Los ciudadanos de la capital mostraron respeto y amor -una reacción completamente diferente a la que habían mostrado ante Césare- mientras abrían paso a su futuro gobernante.
Y la reacción de Alfonso ante ellos también fue muy diferente a la de Césare. Montó en un caballo blanco tan grande como él y estableció contacto visual con cada persona que se apartaba de su camino, dándoles las gracias personalmente.
—¡Alfonso! ¡Alfonso!
—¡Alteza! ¡Que tenga una larga vida!
Esta visión llenó a Césare de una indignación indescriptible. Frunció el ceño a Alfonso desde lo alto de su caballo negro. Poco más podía hacer, ya que la multitud que le abría paso a Alfonso se había interpuesto en su camino.
Con un camino abierto ante él, todo lo que Alfonso tenía que hacer para entrar en la capilla era cabalgar hacia delante en línea recta. Se dio cuenta de que Césare se había retrasado un poco. Miró a su hermanastro, montado en un caballo blanco que contrastaba perfectamente con el negro, y luego guió suavemente el caballo en dirección a Césare.
Césare apretó los dientes con más fuerza. Buscó una forma de escapar, no quería encontrarse con Alfonso, pero no había salida.
Alfonso no tardó en llegar, cabalgando suavemente mientras el camino se abría ante él.
—Duque de Pisano —era una forma seca de dirigirse a él, que apenas sugería que Césare fuera su hermano—. Deberíamos hablar un momento.
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Ay mi Cesare UnU está vida no te ha tratado nada bien. Si lo miran en retrospectiva, se dan cuenta el daño que le hizo tener unos padres así? Creciendo a la sombra de su hermano y sin amor?
ResponderBorrarEn esta vida pasó ser legalmente "sobrino" del rey con papeles falsificados de su nacimiento. Fue nombrado comandante en jefe y fracaso. Sólo perdió el título cuando intervino en matrimonio emboscada del rey hacía Ari. Gracias a la ayuda de Ari y el sacrificio de Greta, pudieron detener la invasión de Gallico. Tanto él y el Rey y fueron incompetentes. Greta murió por la plaga y la regla de oro juzgo duramente a Ari, la evidencia está en su cuerpo. Y el fue premiado, nombrando duque y entrando en la sucesión gracias a que León III abandono a Alfonso en Gallico. 🤗
BorrarEste viejo está loco, mira que sentir celos de tu hijo
ResponderBorrarQue enfermo está el rey 😖
ResponderBorrarY es momento de marcar territorio con César.. 😶🌫️
León III es un hombre miserable...
ResponderBorrarNo merece que Alfonso sea su hijo
Será que León piensa que va a vivir para siempre
ResponderBorrarEl rey es un hombre despreciable, cree que será eterno
ResponderBorrarCesare en esta vida a recibido más beneficios que en su vida pasada, si sus padres son repugnantes, pero el sigue siendo un hombre adulto incompetente, que sólo se dedica al libertinaje, mujeres y el alcohol, su madre lo usa como herramienta para poner su sangre en el trono pero es tan ignorante que no lo educó para ser un gobernante capaz,, sólo confía en la profecía y el favor del Rey. El rey también es el padre de Alfonso, es su heredero legítimo, lo odia y siente celos, mejor dicho un complejo de inferioridad. Quiere que sea un cachorro obediente para que cumpla sus deseos y socava su autoridad alejándolo de la reuniones con la curia regis, lo mantiene a raya porque está obsesionado con el trono. No se cómo se sostiene su gobierno, con su pésima gestión. Por la reacción las personas anhelan un cambio de gobierno. Muchas gracias por subir esta increíble historia! 🌹🌹🌹🌹🌹🌹
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