SLR – Capítulo 356
Hermana, en esta vida seré la reina
Capítulo 356: Un movimiento inesperado
No sólo el cardenal de Mare había recibido una impactante citación. Lo mismo le habían enviado al príncipe Alfonso.
Dudó de sus ojos y oídos y preguntó—: ¿Perdón? ¿Tengo que ir a Trevero?
Era un príncipe obediente que nunca había desobedecido a su padre ni cuestionado las órdenes del rey. Su trabajo consistía en cumplir lo que se le ordenara sin rechistar. Alfonso, sin embargo, no pudo ocultar esta vez el desdén de su rostro.
—¿Lo dice en serio?
Cuando el rey León III lo había enviado fuera de las fronteras etruscas la última vez, había estado a punto de morir. Si no hubiera sido por la gracia del Padre Celestial, lo habrían encontrado como un cadáver en el lejano reino de Gallico, muerto a causa de un accidente. ¿Y el rey volvía a decirle que abandonara el reino?
Hacía falta un tipo especial de desvergüenza para poder pedir algo así, pero el rey León III era mucho más que un simple descarado.
—Sí —el rey León III se pasó la mano por la barba. Fue una suerte para todos que la barba le cubriera las mejillas. De lo contrario, Alfonso habría quedado totalmente expuesto a la fría expresión del rey—. Acabo de decirte que vayas a Trevero.
Pero el rey León III tenía su propia excusa. No iba a obligar a Alfonso a ir sin hacer planes de contingencia. Por lo que había podido averiguar, el Papa Ludovico no sólo había invitado al Reino Etrusco. También había invitado al rey de Salamanta, al Gran Duque de Assereto y al rey Filippo IV de Gallico. El Papa no podía perjudicar a un gobernante o a su heredero después de invitar a tanta gente.
‘No puede planear arrasar todo el continente central, ¿verdad?’
Excluyendo los reinos más pequeños del norte, este grupo de gobernantes abarcaría la mayor parte del continente central.
‘¿Se prepara el Papa para una segunda guerra santa?’
Había oído que los terceros cruzados habían tenido recientemente un gran éxito financiero. El Gran Duque Juldenburg, comandante supremo, había tomado el trono de Jesarche. Los diversos castillos de la tierra conquistada se habían convertido en botín de guerra y se habían repartido entre los señores y naciones participantes.
Aunque el hijo del rey León III había actuado excelentemente como punta de lanza en esa misma guerra, el reino etrusco no había recibido gran cosa digna de mención. A cada país participante ya se le había prometido una recompensa comparable a su inversión antes de ir a la guerra.
El Gran Ducado de Sternheim, cuyo gobernante asumía el cargo de comandante supremo, sería el propietario de Jesarche en caso de que que pudiera tomarla. El reino de Gallico, patrocinador financiero, recibiría la llanura de Aman y los puertos. La República de Oporto, encargada de los suministros, recibiría una región autónoma permanente cerca de los puertos.
Mientras tanto, el Reino Etrusco no se había implicado en ninguna de estas vías. El Príncipe Alfonso se había unido como una ocurrencia tardía después de escapar del Reino Gallico.
‘No puedo ser el único al que le ofreció indulgencias. Una guerra santa puede ser la única razón para dar indulgencias a los gobernantes…’
El rey León III, visto el éxito de la reciente guerra, ardía en deseos de repartirse el botín esta vez. Todavía había mucho que robar en Jesarche. La ciudad de Jesarche y su región costera habían sido conquistadas, pero el interior del continente, que conectaba con las rutas comerciales internas del imperio, seguía cubierto de herejes.
‘Si puedo tomar un territorio que bordea la Ruta de la Seda…’
No tendría que preocuparse por las arcas nacionales durante al menos 10 años. Podía utilizar el dinero del territorio extranjero para llenar sus arcas y dirigir el reino, ¡incluso si los repugnantes señores feudales no pagaban sus impuestos a tiempo! Era difícil imaginar cuánto más poderosa se volvería la familia real.
‘Necesitaré una armada si quiero llevar el oro recogido de los extranjeros sano y salvo a San Carlo.’
Una sonrisa apareció en su rostro. Estaba tan ocupado imaginando la bandera y las insignias del reino etrusco ondeando sobre el mar que no se dio cuenta de la mirada fría de su hijo.
Una voz grave irrumpió en los pensamientos del rey León III.
—No lo creo.
El rey León III se sorprendió por la negativa directa de su hijo, pero Alfonso se apartó con frialdad.
—¿Me estás desobedeciendo? —preguntó el rey León III.
Alfonso se volvió para mirar a su padre con sus ojos azul-grisáceos.
—¿Me ordenas como rey que vaya a Trevero?
El azul profundo de sus ojos y la forma en que caían se parecían a los de la reina muerta, Margarita. Sin embargo había una diferencia, en esos ojos había un brillo de desafío que la madre de Alfonso nunca había mostrado. O tal vez era beligerancia.
—¿Me castigarás si me niego a ir?
El rey León III sintió un peligro instintivo ante su hijo. El gran cuerpo de Alfonso parecía cernirse fríamente ante él. Su único hijo legítimo ya no era el niño que había jugado en su regazo.
—N-no... No puedo hacer eso... —el rey León III dijo en voz baja. Eligió un tono más apaciguador y decidió persuadir a su hijo—. ¿No irás a ayudarme, tu padre? Te ayudé con el favor que me pediste sobre los impuestos.
El rey León III recordaba a Alfonso la petición que había hecho en relación con los impuestos territoriales y los aranceles. Aunque las cantidades no habían sido grandes, el rey había aceptado la petición y reducido los impuestos territoriales sólo durante un año, estableciendo en su lugar un impuesto permanente sobre los comerciantes para compensar el déficit.
—Majestad —dijo Alfonso, su voz no más cálida que antes—. ¿Qué quiere decir con “un favor”? Sólo era una sugerencia sobre política nacional.
El rey León III ahogó una maldición. Las sugerencias políticas no se basaban en puros sentimientos patrióticos, al menos no entre el rey León III y la gente de su entorno.
‘¡Sé que debes haberte beneficiado de alguna manera! ¿Crees que no lo sé?’
Pero ahora mismo, el rey era el que estaba en desventaja.
—Necesitarás más experiencia si quieres que siga escuchando tus... sugerencias —dijo, con voz sedosa y dulce. Estaba desesperado por sacarle algo a su hijo con una dulce promesa de futura cooperación, aunque de momento no tenía nada que ofrecer. Engatusó afectuosamente a Alfonso diciéndole—: Ver los patrimonios culturales que el continente central ha acumulado en Trevero a lo largo de los años será una gran oportunidad para aumentar tus conocimientos.
Alfonso sonrió. Ya había visto Jesarche, la ciudad milenaria.
—Lo consideraré.
Se levantó. El rey había sido rechazado.
***
A Ariadne le dolía la cabeza.
—Las cosas no van bien...
Había venido a esta fiesta por si acaso, y aunque había buscado desde la entrada, la persona a la que buscaba no aparecía por ninguna parte. Hoy estaba en la reunión poética de la casa Rinaldi. Su amiga Cornelia pertenecía a esta casa, y había otras dos hijas mayores en la familia, además de la menor, que aún era bastante joven.
El conde Rinaldi celebraba reuniones sociales bajo la apariencia de encuentros culturales para encontrar pareja a sus hijas en edad de casarse. La condesa Ariadne de Mare, conocida por sus conocimientos de teología y literatura, era la invitada perfecta.
—Ari.
Cornelia, que había estado moviéndose por el comedor que iba a ser el escenario de hoy y saludando a los invitados, acababa de acercarse al ver a su amiga.
—¡Cornelia!
—Gracias por venir —Cornelia se sonrojó, como avergonzada—. No estoy segura de si es realmente necesario ir tan lejos para casarse...
Cornelia era una mujer honesta que no solía pedir favores.
Ariadne habló para tranquilizarla.
—Es importante. No quiero tener que ir a un convento a visitar a más amigas —dijo tranquilamente.
Sin embargo, el comentario distaba mucho de ser casual. Cornelia se calló.
—No hay necesidad de que te sientas avergonzada. Si mi presencia te resulta útil, siempre me encontrarás donde me necesites.
—Gracias...
A diferencia de la hija mayor de la familia Rinaldi, que se sentía incómoda con la situación, la señora Bedelia estaba muy atenta a todos los invitados masculinos.
—Mira a tu hermana. Tienes que ser proactiva como ella. No me preocupa en absoluto.
—¿Pero estás preocupada por mí?
—Sí. Creo que tu hermana reclamará al menos a 5 hombres que podrían haber acudido a ti en su lugar.
Cornelia rió débilmente. Los invitados que se habían dado cuenta de que Ariadne estaba presente en la fiesta empezaron a cuchichear entre ellos.
—¡Dios mío, realmente está aquí!
—¡He oído que últimamente casi no aparece en ninguna reunión de la alta sociedad!
—¿De verdad está cortejando al príncipe?
Ariadne era admirada y envidiada en la alta sociedad, pero al mismo tiempo muchos pensaban mal de ella. La razón principal era que su título de condesa no tenía un valor asociado a la herencia o la tradición. Aunque todo el mundo sabía que su título no iba acompañado de tierras, los que se reían de ella por ello no solían tenerlas. Tampoco solían ser condes.
—Yo tampoco me lo creo, pero alguien lo ha oído de la propia mujer.
—No irá por ahí diciendo que corteja al príncipe, ¿verdad?
—Por supuesto que sí. El Príncipe Alfonso no tiene motivos para cortejar a la Condesa de Mare, ¿verdad?
Ariadne suspiró en voz baja. ‘Puedo oírte, sabes…’
Ariadne se preguntó si debía interrumpir su conversación y dirigirles una mirada silenciosa durante un momento. Se había dado cuenta de que las personas que hablaban de ella a lo lejos eran la baronesa Loredan, un miembro de la Asociación de Mujeres de la Silver Cross y algunas nobles de bajo rango.
Ariadne era ahora condesa, lo que significaba que no podían dirigirle la palabra directamente a menos que ella decidiera hablarles primero. Sería de muy mala educación que se marcharan después de verla, así que se verían obligados a permanecer allí y soportar su mirada punitiva.
N/T punitiva: Relativo al castigo.
‘Pero no quiero ir allí y pelearme con ellas…’
Ariadne se estaba volviendo poco a poco tan fuerte de corazón que los pequeños conflictos no le molestaban en absoluto. Sus murmullos no eran una amenaza para ella. Pero donde había enemigos, también había partidarios. Tenía gente con la que luchar
—¡No seas tan grosera! ¡El Príncipe Alfonso dijo que él mismo la cortejaba seriamente!
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Muchas gracias por la actualización, ya quiero leer más. ❤️🔥
ResponderBorrarEse es mi príncipe! ♡
ResponderBorrarCómo siempre es un placer leer tu trabajo y esfuerzo. Muchas gracias
ResponderBorrarYay! Finalmente el príncipe Alfonso está comenzando a poner a su padre en su lugar!
ResponderBorrarOjalá Alfonso ya no deje sola a Ari :C
ResponderBorrarAmo como se ve Alfonso enojado 😏
ResponderBorrarGracias
ResponderBorrarNecesito mi dosis de Alfonso y Ariadne prontooo
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