SLR – Capítulo 326
Hermana, en esta vida seré la reina
Capítulo 326: Diálogo (1)
Con una sonrisa amarga, Ariadne dijo—: Por favor, dejadme en paz, Alteza. No es que la bebida sea amarga; lo es mi incompetencia.
El criado que deambulaba con la bandeja se acercó a ellos. Ariadne tomó dos copas de vino y entregó una a Alfonso, que aceptó la bebida de mala gana. Inconscientemente sonrió, creyendo intuitivamente que una bella sonrisa y una copa harían cesar los sermones del príncipe, que también la acompañaría en la juerga.
—Bebe con moderación. Ya estás ebria.
‘Ay, parece que aún no…’
Levantó su copa, proponiendo un brindis, pero se abstuvo de aumentar sus esperanzas. Afortunadamente, esta vez Alfonso no declinó su ofrecimiento.
—¿Puedo solicitar humildemente los detalles, Su Alteza?
Clang.
Los finos vasos de cristal tintinearon entre sí; uno de ellos se acercó con desgana, mientras que el otro estaba lleno de vigor.
Cuando Ariadne vació la copa al instante, el vino de frutos rojos manchó sus labios. Lamiéndose los labios, continuó—: ¿Cómo pudo domar al revoltoso círculo social de San Carlo y traerlo aquí?
Ariadne se enorgullecía de sus conocimientos sobre las intenciones y situaciones subyacentes de la alta sociedad, pero hoy habría sido derrotada por Rubina de no ser por la salvación del príncipe. Su orgullo se había visto gravemente herido. Su fracaso era el único pensamiento que angustiaba su mente. ‘¿Desde cuándo las cosas van mal? ¿Qué me he perdido? ¿Y qué podría haber hecho para evitar el fracaso?’
La tensión se había apoderado del cuerpo de Alfonso mientras esperaba la pregunta de Ariadne. Pero ahora que ella había preguntado, toda la presión interior se había aliviado. Técnicamente hablando, la expectación era la fuente de su tensión.
En un tono con ligera cursilería, respondió.
—Por favor, no se devepcione después de escuchar la aburrida historia, Condesa de Mare.
El príncipe también bebió un sorbo del vino. Sin embargo, el vino de frutas no se ajustaba a sus gustos por su excesivo dulzor, pues estaba hecho pensando en la joven debutante.
El vino afrutado sería la dulzura final proporcionada a la dama debutante. Una vez que la debutante pisaba las aparentemente acogedoras puertas de la alta sociedad, las tramas amargas y complicadas eran meros elementos que le esperaban. Por ello, el vino de debutante podría definirse como la bebida más amarga del mundo.
—Mi solución es utilizada habitualmente por la realeza y, por tanto, no impresiona.
Sólo las autoridades con poder podían lograr el éxito sin intrigas. El método que utilizó el príncipe Alfonso para atraer a la horda de la alta sociedad al baile de la princesa Bianca fue sencillo. Nada más darse cuenta de la situación, Alfonso se dirigió a la residencia del marqués Gualtieri, el jefe de los señores feudales. Convocó al marqués Gualtieri en lugar de a su esposa.
—Mi querida prima segunda ha recibido pocas respuestas a su baile de debutante y por eso está preocupada. Como su tutor, esto también me avergüenza mucho. Por lo tanto, le pido que asuma la responsabilidad de este asunto.
En cuanto el príncipe regresó de Jesarche, el marqués Gualtieri se encontró con él y le imploró que rebajara las tierras y los impuestos del feudo, al tiempo que aumentaba la tarifa y el peaje que cobraban los mercaderes. El príncipe no poseía aún la autoridad para la reforma fiscal. Por ello, el marqués había expresado claramente su voluntad de ponerse del lado del futuro monarca al compartir su visión.
Por aquel entonces, el Príncipe Alfonso había rechazado de plano la petición del Marqués Gualtieri, ya que hablar del reinado del sucesor del rey sería desleal a Su Majestad. Sin embargo, hoy, el futuro monarca asignó al marqués Gualtieri una primera tarea.
El marqués Gualtieri lo consideró una respuesta a su anterior petición de aceptarlo como uno de sus hombres. O al menos esta sería su oportunidad de demostrar su valía y ganarse ese puesto. Ambos hombres se estrecharon la mano con firmeza tres veces. Al marqués Gualtieri le sorprendió mucho la noticia de que su esposa se uniera a la mayoría de la alta sociedad en lugar de asistir al baile al que donde estaría el príncipe.
Inmediatamente después de la partida del príncipe, el marqués había entrado corriendo en sus aposentos y gritando—: ¡Querida, esto es increíble! ¿Cómo has podido rechazar la invitación al baile de la princesa Bianca? ¿No recuerdas que te dije que ambos participaríamos en el baile? Si te niegas, nuestra casa se arruinará por completo.
Todos los asuntos se desarrollaron con normalidad. Después de soportar los regaños de su marido, la marquesa Gualtieri partió rápidamente en su carruaje para visitar a las mujeres de la nobleza vecina, ya que no le quedaba tiempo para enviar cartas. Tal vez el marqués Gualtieri se mostró escéptico ante el éxito de su esposa, ya que él mismo visitó un par de hogares. Tras las visitas del marqués y la marquesa Gualtieri, los hogares nobles tomaron sus carruajes para encontrarse con sus conocidos dispersos.
La casa del marqués Gualtieri y sus conocidos nobles estaban obligados a elegir entre dos opciones: entablar relaciones con la amante del rey o con el heredero al trono. Las demás mujeres de la nobleza debían elegir entre la duquesa Rubina y la marquesa Gualtieri.
Después de que la mayoría de los nobles de la alta sociedad tomaran sus decisiones, el resto, sin conexiones, se limitó a seguir al rebaño más numeroso al oír rumores de adónde se dirigían. Consideraban que era la solución más segura.
El problema se resolvió rápidamente gracias al marqués Gualtieri. Como precaución para vigilar cualquier posible traición, Alfonso había visitado la residencia del marqués y había llevado a él y a su esposa. Sin embargo, el marqués había malinterpretado las intenciones de Su Alteza, viéndolo como un gesto de concederle el cargo que había solicitado, y se sintió muy complacido por esta ayuda.
La solución que Alfonso había dispuesto sólo era plausible debido a su elevado linaje y autoridad. Esos eran elementos de los que Ariadne carecía y la causa de su fracaso.
Lo esencial de la breve explicación de Alfonso a Ariadne fue que “su autoridad había seducido al marqués Gualtieri para que cumpliera la tarea”. Después de escuchar toda la historia, Ariadne pidió otro trago al criado y volvió a vaciar todo el vaso sin dudarlo un instante.
Alfonso estaba significativamente desconcertado. Habían obtenido resultados favorables, así que ¿por qué Ariadne seguía molesta?
Por el contrario, Ariadne seguía reprendiéndose a sí misma por su incompetencia, aunque el éxito de Alfonso era atribuible a su poder innato.
‘Si más bien hubiera utilizado mi posición de condesa para tener poder militar... Incluso con mis abundantes monedas de oro, ¿no podría expandir mi influencia?’
La respuesta era un rotundo no en los tiempos actuales del continente central. Ariadne era una mera mujer soltera que había obtenido el título de condesa en nombre de su padre gracias a que éste había inventado una partida de nacimiento bajo las órdenes del rey. La posibilidad de que se le concediera poder militar en tal situación era nula, por lo que no era necesario reprenderse por algo que estaba fuera de su alcance.
Alfonso estaba decidido a detener a Ariadne, que seguía bebiendo vaso tras vaso sin ni siquiera murmurar. Estaba convencido de que ya estaba bastante ebria, y la sonrisa que se dibujó en los labios de Ariadne cuando le pidió que dejara de beber reforzó su presunción.
—¿Damos un paseo? —sugirió Alfonso, sintiendo la imperiosa necesidad de partir hacia un lugar alejado del vino fluyente del salón de baile, más aún porque su padre estaba observando muy ocupado a las mujeres hermosas en la fiesta.
—Sí... —Ariadne estuvo de acuerdo, asintiendo. Había múltiples razones por las que había aceptado la oferta de Alfonso, y los celos eran una de ellas. En el momento en que Alfonso le tendió la mano a Bianca como un caballero, sentimientos contradictorios se agitaron en su interior, aunque lúcidamente se daba cuenta de que no existía algo así en su relación.
Tenía un historial demasiado largo de ser una enamorada desesperada. Si hubiera un concurso para coronar a la persona más tonta y cegada por el amor, sin duda ganaría un premio por su profunda experiencia al dedicar su vida al hombre que amaba.
Sin embargo, una diferencia era que entonces podía seguir plenamente a su corazón. Deseaba desesperadamente ganarse el corazón de Césare. Estaba obsesionada con él, y era emocional y racionalmente razonable hacerlo suyo. Era natural para ella amarlo. Ojalá el hombre al que había adorado tan profundamente le hubiera correspondido.
Por otra parte, lo más apropiado para ella era abandonar su amor por el hombre que tenía delante, ya que era un hombre casado. La única promesa que él podía hacerle en ese momento era aceptarla como su amante secreta y futura amante, un peligroso viaje destinado a la confusión. Era un cáliz envenenado que ella nunca debía tocar.
Sin embargo, su corazón se agitó con sólo verlo. Sus emociones, su amor y sus instintos fermentaban en su interior. Y Ariadne deseaba desesperadamente identificar ese sentimiento agitado que dominaba todo su cuerpo.
Alfonso ofreció su brazo a Ariadne, y ella se fijó en su robusta mano, la misma que había acompañado a Bianca a su propio baile.
—¿Nos vamos, Excelencia?
Al ver su gesto, se sintió embargada por una indescriptible sensación de satisfacción. En silencio, Ariadne le puso la mano enguantada en el brazo.
Los dos se levantaron del sofá de la esquina de la habitación del segundo piso y caminaron lentamente juntos. La mansión del duque de Harenae en la capital era bastante sencilla, pero contaba con un precioso bosque de coníferas que revelaba la verdadera belleza de la naturaleza.
Al guiar a Ariadne hasta la escalera de caracol, casi desierta, Alfonso dejó escapar una sonrisa amarga, como si recordara algo.
—Ahora que lo pienso, nunca se nos ha concedido la oportunidad de ser compañeros de baile.
El primer baile con el que se encontraron fue el de debutante de Ariadne, pero Césare había sido su pareja por orden real. El siguiente baile había sido el Festival de Primavera celebrado en el palacio real, pero la Dama de Narciso de Alfonso había sido la Gran Duquesa Lariessa. La situación de hoy era un poco diferente, pero concluyentemente, Alfonso estaba obligado a escoltar a Bianca.
Por mucho que susurraran su doloroso amor, canturrearan melancólicas baladas o se encontraran en el jardín, Alfonso seguía siendo inaccesible como pareja de Ariadne.
—Sí, Su Alteza. Y hoy tampoco es su compañera —resonó una voz fría pero perspicaz.
La misma lógica se aplicaba a Alfonso, ya que Ariadne también permanecía inaccesible como su pareja oficial. Desgraciadamente, la pareja actual de Ariadne de Mare era Rafael de Baltazar.
—¿Sería tan amable de apartarse y permitirme pasar tiempo con mi compañera?
Sus palabras eran educadas, pero su tono era burlón y exigente. Rafael de Baltazar estaba ahora frente a ellos.
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Así se pudo resolver el asunto de la falta de invitados, eso muestra la madurez de Alfonso al saber resolver situaciones como esta. Por otro lado, como quedará el asunto con Rafael
ResponderBorrarNoooo Rafa bb, te amo pero déjame disfrutar de mi pareja favorita sólo 5 minutos :'c
ResponderBorrarRafi, si ella no te quiere yo si. 😻💞
ResponderBorrarAy Rafa, pudiste ser indicado pero ganó Alfonso
ResponderBorrarAsí que todo se resumió a la autoridad de Alfonso como futuro rey
ResponderBorrarPOV: La disputa sobre cómo resolver la falta de invitados al baile de Bianca.
ResponderBorrarDino: Mandamos invitaciones a su nombre, su Alteza?
Alfonso: Muy tibio. Me ignorarán.
Manfredi: Y si le metemos pólvora y fuego a la mansión Balzzo? (requetebién pacifista el Manfredi, la guerra deja traumas serios, no están ya en el campo de batalla por Dios xDDD)
Alfonso: Nos van a mandar a la horca no sin antes pagar la multa por los daños.
Also Alfonso: Alv, para qué estuve 4 años metido en sepa Dios dónde luchando con bestia carroñeras por el botín, reuniendo mi poder político-militar como Heredero Legítimo? Tocó la amenaza velada a la víctima de turno. Ahí les voy, Bianca y Ariadne.
Jsjsjsjsjs. XD
Rafael, te quiero mucho pero por favor no estorbes
ResponderBorrarQue inoportuno Rafael
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