0
Home  ›  Chapter  ›  Seré la reina

SLR – Capítulo 298

 Hermana, en esta vida seré la reina 

Capítulo 298: Una tarea pesada que nadie quiere hacer

—¿Factura? ¡¿Por qué demonios no has dicho ni una palabra al respecto?! —gritó Isabella.

Su tono dulce y educado se había desvanecido en el aire. Durante el viaje en carruaje de vuelta a casa, Isabella gritó sin parar a Ottavio. Ottavio no aguantó más y alzó la voz.

—¿Hasta cuándo tengo que aguantar todas tus peticiones?

Ante la revuelta inicial de Ottavio, Isabella se agarró la nuca y se balanceó. 

—¡¿Qué?!

Ottavio pensó por un segundo si dar el siguiente golpe o no. Isabella era totalmente responsable de su deuda. Sin embargo, ella llevaba a su bebé, y él no era tan malo como para atacar a una mujer con su hijo.

Suavizó el tono y dijo—: ¡No puedes esperar que informe de cada detalle que pasa en la casa! Soy el cabeza de familia.

Ottavio intentaba contener su ira en la medida de lo posible, pero Isabella seguía sin detenerse. 

—¡Sí, eres el cabeza de familia! ¡Eso te hace responsable de protegerme de los ataques verbales! ¡No eres un hombre! Ni siquiera puedes proteger a tu esposa!

Ottavio se enfureció de nuevo. 

—¡Eso es lo que te pasa por ser una aguafiestas en la boda de Camellia! ¡¿Cómo puedes siquiera pensar en irrumpir de esa manera?!

—¡¿Qué?! ¡¿Me estás echando la culpa a mí?! —Isabella respondió enfadada.

—¡Claro que sí! ¿Crees que no tienes la culpa?

—¡¿Cómo puedes decirme algo así?!

Isabella acabó derramando lágrimas en el carruaje. Le estaba echando la culpa a ella cuando lo había abandonado todo por su amado Ottavio.

—¡¿Sabes cómo me miró la madre superiora cuando salí del convento embarazada?! 

Esta era una táctica que Lucrecia siempre usado con el cardenal. Sin embargo, era la primera vez que Ottavio se encontraba en una situación así, y estaba inseguro. ‘¿No estaba Isabella también contenta cuando dejó el convento embarazada...?’ Ottavio no había presenciado la salida de Isabella del convento, por lo que no estaba seguro de si su felicidad se debía únicamente a él o era el resultado de su nueva libertad.

—¡Owww! ¡Me duele la barriga! —gimió Isabella, agarrándose la barriga. Utilizó su embarazo como golpe final.

Funcionó e hizo que Ottavio entrara en pánico. 

—¡Oh, no!

Isabella sollozó por si fuera poco.

—¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer?

Ante el nerviosismo de Ottavio, Isabella replicó.

—¡Gana dinero!

* * *

Ottavio volvió a sentirse angustiado por la tensión emocional de las mujeres del Palacio Carlo, incluso antes de poder recuperarse por completo de los conflictos en casa.

‘Ni siquiera Su Majestad el Rey se libra de la batalla de nervios…’

Independientemente del estatus del hombre o de si estaba casado, ningún hombre podía escapar a los conflictos emocionales causados por las mujeres.

—Una condición adicional de la Casa del Duque en Harenae fue que la duquesa Rubina nunca podría ser la carabina de la princesa Bianca… —informó el marqués Baltazar.

Ante eso, León III dejó escapar un profundo suspiro y preguntó—: ¿Y eso por qué?

El marqués Baltazar se limitó a mirar ansioso al Rey con una mirada que decía: “Usted y yo sabemos por qué: porque es una amante”.

Pero no podía decirlo en voz alta. 

—Así que... buscamos a todas las mujeres nobles cualificadas de la capital pero no pudimos encontrar a la adecuada.

—¿Por qué no? —replicó León III con mirada perpleja—. Hay innumerables mujeres nobles en la capital, ¿no es así? Tenemos a su sabia y virtuosa esposa, la marquesa Baltazar, que es experta en la crianza de niños. Si ella no está disponible, la condesa Marques es muy reconocida por su conocimiento de las reglas del decoro.

El marqués Baltazar y el conde Marques se estremecieron y temblaron simultáneamente. Pero el conde Marques, que era muy listo, inventó la mejor excusa. —Mi mujer no se encuentra bien estos días...

El marqués Baltazar fulminó con la mirada al conde Marques por robarle la mejor excusa. No tenía ninguna buena razón para declinar, así que su excusa fue innecesariamente larga.

—Mi esposa es demasiado tímida para cumplir un deber tan importante. Temo que degrade al Duque de Harenae y el nombre de nuestra realeza.

La verdad era que los dos habían preguntado a todas las nobles -excepto a sus esposas- por su disponibilidad como acompañantes de la princesa Bianca. Pero todas las mujeres de la nobleza hicieron un gesto con la mano y se negaron en el acto.

—¿Pero qué hay de la duquesa Rubina? ¿La rechazó la Casa del Duque en Harenae a pesar de que estaba dispuesta a hacerlo?

Algunos palidecieron. 

—¡Ni hablar! ¡Jamás! Sería como un suicidio.

Rubina era la reina social del momento. Las jóvenes damas de la nobleza estaban considerablemente lejos de su influencia, ya que rara vez se encontraban con ella, pero las mujeres casadas de la nobleza estaban atentas a cada aliento y movimiento de Rubina.

Tenían que obtener la aprobación de Rubina para participar en cualquier acto social. Si perdían su favor, no habría modista ni boutique a la que pudieran recurrir. Era la gran compradora de la capital, y ningún comerciante quería perder una clienta así.

“¡No puedo hacerlo! Búscate a otra.”

El marqués Baltazar había preguntado a más de treinta mujeres de la nobleza la semana pasada, pero recibió repetidamente la misma respuesta.

—¿De verdad no hay nadie disponible? —preguntó el Rey, desconcertado.

Con una mirada pusilánime, el marqués Baltazar informó.

—He preguntado a todas las mujeres de la capital y a todas las de la alta sociedad de San Carlo elegibles para escoltar a la princesa Bianca. En resumen, he preguntado a todas las nobles casadas de rango Condesa y superiores.

—¿Es así?

—Sí, incluyendo a la marquesa Chibaut, la marquesa Montefeltro, la marquesa Gualtieri, la condesa Balzzo, la condesa Atendolo... Y la lista continuaba interminablemente.

—¿Por qué declinó la marquesa Chibaut? —el Rey preguntó.

—Estará fuera de la capital en mayo, así que no estará disponible...

—¿Y la marquesa Montefeltro?

—Es demasiado vieja y débil...

—¿Y la marquesa Gualtieri?

—Ella se encuentra bien...

Había montones de excusas. La lista del marqués Baltazar incluía a la marquesa Salbati, que había sufrido un escándalo con el enano real. León III se dio por vencido y no preguntó más. La sala quedó en silencio.

Con voz frustrada, León III inquirió.

—¿No puedes convencer a la Casa del Duque para que haga negocios con Rubina?

—Ya he discutido el asunto dos veces con ellos —el Conde Marqués respondió. Dejó escapar un profundo suspiro—. Pero si ese fuera el caso entonces harían el debut en Harenae.

El rostro de León III se puso rojo de furia. Bianca era la mejor candidata a novia del continente central. Como Bianca era huérfana, León III tenía autoridad para firmar y sellar su aprobación de su acuerdo matrimonial como tío y familia real.

Quería que todo el continente se enterara de la fiesta de debut de la princesa Bianca, así que tenía que ser de lo más extravagante. Planeaba hacerla famosa y maximizar su valor comercial. León III suspiró.

—Cada uno busca sus propios beneficios, y nadie comparte los mismos pensamientos que yo.

—Majestad —comenzó el Conde Marqués—. He pensado las cosas, pero ¿qué tal si organizamos la fiesta de debutante de la princesa Bianca y la escolta un tutor, no una carabina?

—¡No hay otra mujer aparte de la duquesa Rubina en la familia real, pero Bianca la rechazó! —molesto, León III gritó.

—No, Su Majestad. Estoy recomendando a un hombre de la familia real.

León III se quedó pensativo. 

—¿Te refieres a Alfonso o a Césare?

—Sí, Majestad.

El señor Delfinosa había estado sentado en la retaguardia como una sombra, pero habló por primera vez.

—Oh, pero... eso también sería un pequeño problema....

El señor Delfinosa conocía al príncipe Alfonso desde que era muy joven. Un tutor que sustituyera a un chaperón tendría que preparar él mismo la fiesta de debutante de la princesa Bianca.

—Si el Príncipe Alfonso es asignado para preparar la fiesta de debutante...

Todos podían imaginar fácilmente el resto de la escena. Habría un único plato principal rústico: cerdo negro a la parrilla, acompañado de cerveza negra para todos. No habría decoración, sino tiendas de campaña instaladas en un suelo embarrado. En lugar de una orquesta, los ebrios caballeros chocarían sus vasos de cerveza con tenedores para brindar. Sus conversaciones girarían principalmente en torno a hazañas pasadas en el campo de batalla, como jugar al calcio con las cabezas de los paganos como pelotas.

N/A calcio: Juego de pelota que se jugaba en Florencia en el siglo XIV. Una especie de fútbol medieval.

—¿Qué tal... ¿El Duque Césare? —preguntó alguien.

Esta vez, Ottavio, que había mantenido la boca cerrada durante todo el día, finalmente abrió la boca para oponerse. Conocía a Césare demasiado bien.

—Bueno... El duque Césare es hábil en el arte y la artesanía, pero... es un poco... demasiado hábil...

Ottavio podía imaginar la vívida escena de la fiesta organizada por Césare a todo color. Cubriría las hermosas ventanas con cortinas opacas y celebraría el momento con licor rojo fuerte. Todo el mundo jugaría al juego de pasar cerezas a la boca de otro alrededor de mesas redondas. La joven princesa Bianca temblaría, intimidada, mientras el duque Césare se sentaba entre las más bellas damas -casadas y solteras-...

León III debió de compartir pensamientos similares porque se limitó a gemir sin dar una respuesta. Además, el duque Césare no podía ser el tutor ya que era hijo de la duquesa Rubina.

—¿Alguien más? —León III preguntó.

—No hay ninguno —respondió sin rodeos el marqués Baltazar.

León III se enfureció. 

—¡Es porque no has mirado con suficiente detenimiento!

El marqués Baltazar lo consideró injusto. Insistió en que había visitado todas las casas nobles de conde y superiores en San Carlo.

—¡Pero no es posible que asignemos a una Baronesa como acompañante de la Princesa!

Leo III dejó escapar un profundo suspiro. Tenía razón. 

—Entonces, ¿qué tal esto? Preguntaremos a una noble más joven. Supongo que no te has acercado a las más jóvenes, ¿verdad?

—No, no lo he hecho, pero...

Eso ampliaría significativamente la lista. Incluiría no sólo a la recién nombrada condesa Isabella de Contarini, sino también a la condesa Clemente de Bartolini, hermana de Ottavio, y a Gabrielle, amiga de Ariadne y nuera del marqués Oddantonio de Montefeltro. Además, el marido de Gabrielle había heredado el cargo de conde de su padre.

—No preguntes sólo a mujeres de la nobleza establecida, sino también a mujeres más jóvenes u otras personas con títulos nobiliarios. Y pide a las que se negaron que lo reconsideren.

—Sí, Majestad...

—Basta con preguntar a todos los que estén dispuestos a cumplir con el deber. Puede ser cualquiera. Cualquiera. ¿Está claro?

—Sí, Majestad.

Pero en su interior, el marqués Baltazar suspiró profundamente.

* * *

Ariadne entrecerró los ojos ante la carta oficial enviada por el marqués Baltazar antes de entrar en la casa. 

—No puedo creer que me lo pidan.

—¿Y eso por qué? —Sancha preguntó.

—Es una propuesta sobre si estoy dispuesta a ser el chaperón de la princesa Bianca de Harenae.

Ariadne explicó brevemente a Sancha por qué la carta oficial solía enviarse a mujeres de la nobleza establecidas y con experiencia.

—Entonces... esto significa que quien ocupe el lugar de la duquesa Rubina perderá su favor, ¿no?

—Tienes razón.

—No lo hará, ¿verdad, milady? —pero Sancha sintió algo siniestro—. ¿Por qué no contesta... mi señora?

—Sancha.

—¿Sí?

—Ella ya me odia —decidida, Ariadne apretó los puños.

—Esta es una oportunidad única para acercarme a la Princesa Bianca. Debo hacerlo.

{getButton} $text={Capítulo anterior}

{getButton} $text={ Capítulo siguiente }


Pink velvet
tiktokfacebook tumblr youtube bloggerThinking about ⌕ blue lock - bachira meguru?! Casada con Caleb de love and deep space 🍎★ yEeS ! ★ yEeS !
6 comentarios
Buscar
Menú
Tema
Compartir
Additional JS