MCD – Capítulo 15
Matrimonio por contrato con una doncella
Capítulo 15: ¿Cómo has estado?
—¿Cómo has estado los últimos cinco años?
Reina contestó torpemente desde el punto de vista de Lady Christina.
—He estado... bien.
—…
—Pasaba los días de semana con mi familia... Los fines de semana, asistía al servicio en la iglesia. Yo... rezaba por tu regreso a salvo... para que la guerra terminara pronto.
Reina balbuceó su respuesta con los ojos fijos en la taza de té que tenía delante para evitar la mirada de Arthur.
—Ya veo. —dijo y no preguntó nada más. Tras un momento de silencio, volvió a hablar.
—¿Hay algo que quieras preguntarme?
Reina apartó los ojos de la taza de té y le miró.
Le observó mientras la imagen de él funando el puro delante de ella se fundía en su conciencia como si aquello formara parte de su vida cotidiana. Su boca se movió antes incluso de que un pensamiento cruzara su mente. Su pecho empujó la pregunta como si fuera algo que se hubiera estado muriendo por preguntar todo este tiempo.
—... ¿Cómo has estado?
Pero tras escuchar su propia pregunta, se dio cuenta de que se había limitado a devolverle lo que él le había preguntado. La sangre le subió a la cara. Parecía una pregunta demasiado descuidada.
'Puede que yo haya estado en la finca todo el tiempo, pero él había ido a la guerra y ha regresado.'
Reina bajó rápidamente la mirada mientras añadía otra pregunta.
—... ¿Estás herido en alguna parte?
Arthur soltó una carcajada corta y silenciosa.
Dio una calada a su puro con los restos de su sonrisa aún en la cara.
—Era un ciclo interminable de lesionarse, recibir tratamiento y volver a lesionarse. Pero eran lesiones bastante generales. Me siento bastante bien en general.
La luz quemó tranquilamente la punta del puro. Arthur dio una profunda calada al puro y luego frotó el extremo contra el cenicero.
—¿Conoces a Lord Rembrandt?
El rostro de Reina se congeló ante la repentina mención del nombre del invitado de palacio. Lord Rembrandt... Era un invitado de palacio que llevaba unas dos semanas en la finca. Había venido con una veintena de asistentes, y Reina había oído que estaba pintando un retrato para el marqués para conmemorar que era un elector recién nombrado. 'Es el hijo del hermano mayor de la emperatriz o algo así, ¿no?' Reina había oído que era un noble de muy alto rango, pero era alguien con quien no tenía por qué cruzarse. Aunque sí se topó con uno de sus ayudantes, que estaba sentado en un banco cerca del anexo. Ella le había comprado el boletín imperial en ese momento...
'La señora no ha tenido ninguna interacción con Lord Rembrandt, ¿verdad?' Reina pensó si Christina habría conocido alguna vez a Rembrandt. La señora no era de las que se reunían a ningún invitado, nunca, por muy importante que fuera. Así que, de haberlo hecho, habría sido un tema candente en toda la finca. Tanto el marqués como la señora se encargaban personalmente de esconder a su hija, más aún cuando recibían la visita de algún invitado importante, para que nadie se topara con ella. Se las ingeniaban para que la gente sólo pudiera admirar el aspecto de la dama desde lejos. Puede que Christina fuera muy hermosa, pero no era una dama muy sociable ni gentil. Tras llegar a la conclusión de que Lady Christina no debía haber tenido ninguna relación con Lord Rembrandt, Reina habló.
—...¿Se refiere al noble enviado desde palacio? Sé que ha estado aquí. Pero sólo me han dicho su nombre. Nunca me lo han presentado ni lo vi de cerca.
Arthur la miró con sus ojos gris plateado. Reina sonrió torpemente.
—Debes alejarte especialmente de Lord Rembrandt. Ya sabes, ¿el invitado de palacio? Usa cualquier excusa que necesites. Si te ve la cara, las cosas se complicarán mucho. Sólo di que no te encuentras bien o que no deseas ver a ningún otro hombre aparte de tu marido.
Reina empezó a pensar nerviosamente en una excusa que pudiera dar. No podía planear estar enferma de antemano... Y que dijera que no quería ver a otro hombre que no fuera su marido... Se trataba de una petición de su marido, así que eso no colaría. No quería confundir más a Arthur soltando tonterías como "solo quiero estar contigo" o algo ridículo por el estilo. ¿Realmente no había otro remedio que aceptar la petición por ahora y luego actuar como si estuviera enferma cuando llegara el momento? El pecho de Reina se apretó cada vez más ante la idea de tener que mentir.
Hasta ese momento, Reina pensó que hasta ese punto tendría que utilizar su poder cerebral. Pero eso fue sólo hasta que Arthur volvió a hablar.
—¿Y Taylor Lawrence?
A Reina se le desplomó el corazón. Sintió que su rostro se endurecía a una velocidad incomparable cuando había oído el nombre de Lord Rembrandt. Este era el nombre de la persona que le habían prometido que cuidaría de su abuela después de entregar información sobre la debilidad de Arthur.
'¿Por qué me lo pregunta? ¿Y por qué me lo pregunta ahora, en este momento concreto? ¿Sabe algo?'
Reina empezó a sudar frío. No podía apartar los ojos de los suyos. Un escalofrío le recorrió la nuca. Aunque todavía no había hecho ningún movimiento contra Arthur como espía, era difícil tener confianza delante de él porque el cuidado de su abuela estaba en juego. Reina apenas reunió una respuesta desde el punto de vista de Christina.
—¿El hijo del... Dr. Lawrence?
El corazón le latía con fuerza en el pecho y las manos le temblaban mientras apretaba la falda con los puños.
—El Dr. Lawrence es... el que me cuida así que... realmente no sé... yo... escuché que era un gran doctor. ¿Por qué preguntas...?
Reina hablaba lo bastante despacio como para no tartamudear. '¿Sonaba rara mi voz diciendo eso?' Mientras esperaba la respuesta de Arthur, le preocupaba que pudiera oír el latido de su corazón.
Arthur, que había estado centrando su mirada en Reina todo este tiempo, mostró una sutil sonrisa y finalmente apartó los ojos de los de ella. A continuación se llevó un nuevo puro a la boca.
Reina se detuvo un momento. Parpadeó. De repente, la sensación de frío que había llenado el aire todo este tiempo, desapareció.
Arthur encendió su nuevo puro, ocultando la fría sonrisa de su rostro. Con una ligera exhalación, lanzó el humo del puro a la atmósfera.
—No es nada.
—¿Qué?
Reina le miró bruscamente.
—Les pediré que nos traigan la comida.
Le sonrió suavemente. Su tono de voz era tan cálido como siempre hacia ella.
Reina dudó. Por un momento, la invadió el impulso de querer agarrarlo y pedirle una explicación. Pero ¿y si su pregunta sobre Taylor estaba relacionada con una pregunta sobre que ella no era Lady Christina?
—Debes ser siempre como Christina delante de Arthur.
Al sentir que la voz se le encadenaba a la boca, Reina se mordió el labio y bajó la cabeza. Arthur volvió a hablar.
—He oído decir a Lord Rembrandt que eres muy tranquila.
Reina levantó la vista.
—...¿Perdón?
Arthur continuó con calma.
—Te describió como el tipo de persona que sólo se veía en la iglesia, rezando por el fin de la guerra, y como alguien que no se relacionaba con nadie. También alabó tu fidelidad, diciendo que esperabas pacientemente a que tu marido volviera de la guerra.
Arthur sonrió a Reina.
—Gracias. —dijo.
***
Sus dedos se entrelazaron con los de Reina mientras presionaba sus manos contra la cama. Reina cedió sin decir palabra.
La luz azul de la luna atravesó la oscuridad de la noche. La luz nacarada brillaba sobre sus cuerpos húmedos. Él se movía en silencio, dominándola, mientras Reina yacía desordenada debajo de él, igual que cinco años atrás.
'Arthur. Arthur.'
La miró con sus tranquilos ojos gris plateado. Era como si mirara en lo más profundo de su abismo. Sus respiraciones eran vertiginosas. Su mirada no se detuvo ni un instante. Permaneció clavado en ella, deseándola. Reina sintió como si le hubiera robado todo su ser con la mirada.
Aunque sólo la sujetaba por la mano y la cintura en la cama, Reina sentía como si todo su cuerpo estuviera atado. No podía moverse ni un centímetro.
'Ah. Ah…'
Por mucho que se mordiera el labio, su voz salía de su garganta contra su voluntad, igual que no podía controlar su voz hace cinco años.
Aumentó la velocidad. Se derramó sobre ella mientras ella se retorcía y movía la cabeza de un lado a otro. Una sensación de vértigo se extendió por todo su cuerpo. La suavidad de su mano sobre la de ella resultaba irónica en medio de sus bruscos movimientos corporales. Estaba siendo llevada al límite y se sentía asfixiada por el placer abrumador.
'No más... No más…'
Reina deseó estar horrorizada. Su cuerpo se vio invadido por una sensación que le hizo sentir que se perdía a sí misma, como si se la estuvieran tragando entera. Sentía como si un rayo se abriera paso por su cuerpo. Su mente se volvió completamente blanca por el placer.
La ternura que le daba ganas de llorar junto con la emoción de entregarse por completo acabaron por hacer que Reina sollozara y pidiera clemencia.
'¡Por favor...!' Reina lloró. 'Sabes que no soy Lady Christina.'
Sin decir palabra, Arthur enderezó la espalda y sonrió. Era una sonrisa fría pero amistosa, como si quisiera demostrar que lo sabía todo.
'¿Intentaste engañarme?'
Reina se despertó de un empujón. Su cuerpo estaba húmedo de sudor.
La suavidad de su cama le resultaba extraña. Su cuerpo húmedo estaba envuelto en una pesada manta.
Sintió la presencia desconocida de un hombre a su lado. Reina silenció su respiración mientras cerraba los ojos con fuerza y luego los volvía a abrir. 'No... No hagas ruido. No quiero despertarle.'
Reina se obligó a calmar la respiración y a tragarse los nervios. Sentía la garganta seca como si hubiera estado llorando durante un rato. Se sentía abatida y vacía, asustada y triste. Reina no tenía forma de precisar exactamente qué era ese sentimiento. Se tapó los ojos con el dorso de la mano. Sus nervios no tardaron en calmarse y Reina inclinó la oreja hacia Arthur mientras estaba sentada encima de la cama inmóvil.
Su respiración era tranquila. 'Duerme tan tranquilo…' Sin hacer ruido, Reina miró con cuidado a Arthur, que dormía profundamente.
La luz de la luna se derramaba sobre el puente de su nariz y sus pestañas. Era un espectáculo precioso.
Reina lo miraba sin cesar, como si por fin lo acogiera con los ojos después de haber tenido miedo de mirarlo todo este tiempo.
Reina le lanzó una pregunta desde el interior de su corazón. '... ¿Cómo has estado?'
Reina continuó, en silencio en su corazón. 'En realidad estaba locamente ocupada. Ocupada como una abeja. Así es la vida de una criada.'
'El último mes fue especialmente ajetreado. Nuestra señora nos molestó sin fin debido a tu inminente regreso.'
'Durante los últimos cinco años, pasé mis días ocupada como cualquier otra criada. De vez en cuando, visitaba a mi abuela para pasar tiempo con ella. Normalmente sólo vuelvo a casa en contadas ocasiones…'
'De vez en cuando recopilaba noticias sobre ti. Bueno... no sólo de vez en cuando, para ser sincera. Trabajé diligentemente para comprarlas y coleccionarlas. Donaba regularmente a la iglesia para no perderme ninguno de los boletines. También me ofrecía siempre a limpiar la habitación del marqués para poder hacerme con algún periódico que hubiera desechado. A veces me perdía ciertas publicaciones porque llegaba demasiado tarde para ponerme a la cola, así que rebuscaba en los cubos de basura de la plaza. Tenía que esforzarme mucho para conseguir las publicaciones más raras. A veces, incluso pagaba un soborno... Cuando pillaba a otros leyendo boletines raros, esperaba y me acercaba a ellos cuando terminaban... Así que ahora tengo bastantes de los periódicos raros, los más especiales.'
'Yo sólo... no podía evitar sentirme orgullosa de que te fuera tan bien en alguna tierra lejana. No era nada más que eso. Pero estabas ahí fuera pasándolo mal, ¿verdad? En un lugar tan peligroso…'
'¿Cómo te ha ido? Querido... ¿cómo has estado?'
Reina lo miró fijamente, luego levantó lentamente la vista hacia el techo y cerró los ojos.
Muchas gracias!
ResponderBorrar