NH – Capítulo 4
Noble y humilde
Capítulo 4: La joven desdichada (3)
La expresión de Lady Kielle Bronte se suavizó. Si Rachel decía la verdad, no era del todo descabellado confinar a Ariana en una habitación diminuta.
Este era precisamente el momento que Ariana había estado esperando.
—No, madre. Yo no robé ese collar.
—Ariana, olvídate de eso ahora. Necesitas descansar, cariño. Estás bastante enferma.
—Lo digo en serio, madre. ¿Dónde escondería yo ese precioso collar? De verdad que no lo he robado. ¿Por qué no me crees?
—Ariana. —dijo Rachel con severidad, mirando a la niña con el ceño fruncido. En su vida pasada, Ariana habría agachado la cabeza, acobardada por su madre, y habría hecho lo que ella le hubiera pedido para evitar su ira. Eso era lo que Rachel esperaba. Sin embargo, Ariana la ignoró y se dirigió a Lady Bronte.
—Abuela, debes creerme. No hay ningún lugar en mi habitación, ni en mi persona, donde pudiera esconder el collar. ¿Por qué nadie me cree? ¿Es porque no soy realmente la hija del duque Bronte?
Rachel apretó los dientes y miró con rencor a la chica que tanto se parecía a su padre. Se recompuso rápidamente cuando se dio cuenta de que su suegra la observaba.
—¿Tienes pruebas de que lo robó? —preguntó Lady Bronte.
—Probablemente escondió el collar fuera de la mansión. Es una mentirosa crónica, y ahora incluso ha robado el collar que mi marido me dio como regalo de bodas…
—¿Te refieres al que está tachonado de diamantes?
—Sí, madre.
Lady Bronte estudió a Ariana dubitativa y Ariana pareció preocupada por un momento. Luego habló como si acabara de recordar algo.
—¡Oh! ¿Diamantes? Una vez oí que Louise... En realidad, no importa. Digamos que los robé yo, abuela. —dijo Ariana agachando la cabeza con aparente temor.
Lady Bronte la presionó.
—No, dime lo que estabas a punto de decir.
—Bueno... —Ariana se volvió hacia Louise con una mirada temerosa.
—Ariana. ¿Temes más a esa criada que a mí, tu abuela?
—No, pero... No estoy completamente segurs de lo que oí. Pero oí a Louise decir una vez que era rica, ya que tenía docenas de diamantes.
—¡Eh! ¿Cuándo he dicho yo eso? —chilló Louise. La anciana la fulminó con la mirada y Louise cayó de rodillas—. Mi señora, esa niña, quiero decir, Lady Ariana está mintiendo. No me atrevería a robar el collar de mi señora.
—Así es, madre. Es culpa mía por no enseñar bien a Ariana. Miente constantemente... No deberías creer nada de lo que dice. —dijo Rachel, defendiendo a la criada.
Louise se giró para mirar triunfante a Ariana y casi se sobresaltó. Había una sonrisa burlona en la cara de la chica. Se desvaneció en un instante, sin embargo, y Louise se preguntó si estaba viendo cosas.
—Supongo que podremos descubrir la verdad registrando la habitación de Louise. —comentó Lady Bronte. Louise levantó la barbilla. Había cogido el collar de diamantes que Helena había robado y lo había guardado en el cajón del escritorio de Ariana hacía dos días. Ariana se enfrentaría ahora al castigo de su abuela por mentir además de robar.
Lady Bronte envió a sus damas de compañía a la habitación de Louise. Cuando volvieron, informaron de que no habían encontrado nada allí. Mientras Rachel y Louise intentaban ocultar sus sonrisas y Lady Bronte fruncía el ceño, una dama de compañía le susurró al oído.
—Milady, un collar de diamantes es un objeto muy valioso. Si Louise realmente lo robó, probablemente lo lleve encima.
Era una suposición razonable, así que Lady Bronte hizo que las damas registraran a Louise en el acto, y la doncella aceptó confiada, sabiendo que no tenía nada que temer. Por desgracia para ella, estaba equivocada.
—¡Aquí está!
Una de las damas descubrió el collar en un bolsillo interior del vestido de Louise. Tachonado de diamantes de varios tamaños, obviamente estaba muy por encima de sus posibilidades. A Louise casi se le salieron los ojos de las órbitas y Rachel frunció el ceño.
Cogiendo el collar, Lady Bronte miró fríamente a Louise.
—¿Esto le pertenece?
Los labios de Louise se movieron sin sonido.
—¡Te he hecho una pregunta! ¿Es este tu collar?
Los ojos de Louise se dirigieron a Rachel en señal de súplica, pero Rachel estaba igual de confusa y no podía ofrecerle ayuda. Rachel había adivinado que Helena, que despreciaba a Ariana, había cogido el collar para inculpar a Ariana. Aunque el collar era bastante caro para servir a ese propósito, Ariana no tendría medios para venderlo. Rachel había supuesto que no tardaría en devolvérselo y había dejado a Helena a su suerte. Este no era en absoluto el resultado que había esperado.
Miró con desprecio a Ariana, la causa de todos estos problemas, que yacía inexpresiva en su cama. Comprendiendo que Rachel no la ayudaría, Louise se arrodilló ante Lady Bronte.
—Me han tendido una trampa, milady. Soy inocente.
—¿Incriminado?
—Sí. Nunca he tocado ni visto ese collar. Lady Ariana sólo quiere hacerme parecer culpable.
Lady Bronte miró a Ariana, que luchaba por sentarse en la cama.
—¿Estás diciendo que robé el collar de mi madre sólo para poder culparte?
—¡Si no, no estaría en mi bolsillo!
—¿Es así? ¿Por qué querría inculparte? ¿Qué ganaría con ello?
—Bueno, siempre me ha odiado.
—¿Te odiaba? ¿Por qué? ¿Por qué razón te odiaría?
—B-bueno…
Había demasiadas razones para contarlas, pero la criada no podía enunciarlas en presencia de la anciana. Esta breve vacilación bastó para convencer a Lady Bronte de que Ariana decía la verdad. Había visto cómo Louise le daba comida podrida a Ariana, así como sus desplantes hacia la muchacha. Parecía claro lo que había ocurrido.
—¿Te atreves a robar el collar de tu señora y culpar a otro por ello? ¡Esto es imperdonable!
—¡M-mi señora! ¡Eso simplemente no es verdad! Se lo juro. Soy inocente. ¡Por favor, créame! —Louise gritó mientras las lágrimas corrían por su rostro. Sin embargo, Lady Bronte no se conmovió.
—Que la golpeen y la saquen de esta mansión.
—¡No! ¡Señora! Usted sabe que esto no fue obra mía. Todo lo que hice fue ayudar a Lady Helena…
—¡Louise! —gritó Rachel, sorprendida al oír el nombre de Helena. La mención de Louise a Helena no era casual. Era la criada más cercana a Helena, y una aliada en todas las cosas atroces que había hecho. Nada bueno para Helena saldría de ello si Louise salía viva de esta mansión.
—Madre, esta chica viene de un entorno pobre. Estoy segura de que simplemente cedió a una tentación momentánea. No puede haber querido vender realmente el collar.
Como todo el mundo había visto el collar sacado del bolsillo de Louise, Rachel no podía fingir que no había pasado nada. Su objetivo por ahora era evitar que Louise fuera expulsada de la mansión.
—Haré que la golpeen y la obliguen a escribir una carta de disculpa. Por favor, no te enfades, madre.
—¿Vas a permitir que un ladrón trabaje en la mansión? Qué ama tan generosa eres.
—Ha servido a Helena desde que era joven. Su partida sería un duro golpe. Sabes lo fácil que es herir a Helena.
—¿Acaso no sabe mantener en orden a sus propios sirvientes? Te sugiero que le enseñes a manejarlos, en lugar de comprarle vestidos nuevos todo el tiempo. —observó Lady Bronte con sarcasmo.
Rachel enrojeció. Las dos se habían llevado bien hasta entonces, pero Ariana acababa de agriar las cosas entre ellas. El duque Bronte era un hijo devoto, y Rachel deseaba mantener por ello una buena relación con su suegra.
Reprimiendo su ira, dijo dócilmente—: Sí, madre. Fue un descuido por mi parte. Me aseguraré de disciplinar a Helena como corresponde.
Se sintió aliviada cuando vio que su suegra se relajaba.
Entonces Ariana dijo en voz baja.
—Tú crees a esa doncella, pero ni una sola vez te has puesto de mi parte en nada, madre.
Su voz era quejumbrosa en extremo, y las damas de compañía de lady Bronte, que poco sabían de Ariana, la miraron con lástima.
Al darse cuenta de que el ambiente estaba a punto de cambiar de nuevo, Rachel dirigió a Ariana una mirada fulminante. Mientras Rachel parecía enfurecida, Ariana parecía que iba a echarse a llorar en cualquier momento.
—Si me hubieras creído aunque sólo fuera una vez, madre, no me habrían encerrado aquí y obligado a comer comida en mal estado.
—¡Ariana!
—Lo siento, madre. Sólo puedo culparme a mí misma. Supongo que por eso me odias tanto.
—Yo... nunca he dicho que te odiara. Tú también eres mi hija.
Ariana reprimió una carcajada al ver a Rachel intentando sonreír mientras apretaba los dientes. Igual que yo estaba desesperada por tu afecto, tú estás ansiosa por complacer a tu suegra.
Rachel había conocido a Jacob a una edad temprana y se había enamorado de él. A Kielle Bronte, duquesa en aquella época, no le gustaba mucho la idea de que su hijo se casara con una princesa, pues temía que viviera siempre a la sombra de su esposa si se casaba con una mujer de rango más alto.
Esta preocupación estaba bien justificada dado el gran poder del señor occidental, aunque Rachel asumiera el título de su marido tras su matrimonio. La organización de ese matrimonio había escapado al control de Rachel, y a Jacob le había faltado valor para dejar atrás su vida y fugarse con su amante.
Mientras Rachel reflexionaba ansiosamente sobre cómo ganarse a la duquesa, le habían dicho que se casara con el gobernante del Reino de Oriente en lugar de con Jacob. 'Ahora que está divorciada y tiene un hijo, no puede apoyarse en su anterior condición de princesa del Reino de Occidente. No es que Lady Bronte necesitara preocuparse tanto. Rachel habría hecho todo lo posible por ganarse el favor de su suegra'. Mientras Jacob Bronte siguiera mimando a su madre, no había ninguna posibilidad de que Rachel se pasara de la raya.
Rachel seguía amando a Jacob tanto como cuando se conocieron y se sentía culpable por su matrimonio, aunque breve, con el gobernante oriental. De hecho, se comportaba con tanta cautela con Jacob que resultaba difícil observarla. Ahora que esto había sucedido delante de Lady Bronte, probablemente Rachel estaba reprimiendo a duras penas el impulso de abofetear a Ariana.
En su vida pasada, Ariana se habría sentido dolida por el comportamiento de su madre, pero ahora mismo sus sentimientos eran tan imperturbables como la superficie de un lago en un día sin viento. Rachel seguía mirándola fijamente, mientras ella aguantaba la mirada en silencio.
Lady Bronte, observándolas, dijo en tono contrariado:
—La niña necesita descansar. Dejémosla en paz. Y creo que será mejor que le compres ropa nueva.
{getButton} $text={Capítulo anterior}
NO HACER PDFS. Tampoco hagas spoilers, por favor o tu comentario será eliminado. Si te gustó el capítulo déjanos tus impresiones para animarnos a subir más. No te olvides de seguirnos en Facebook.