0
Home  ›  Chapter  ›  Seré la reina

SLR – Capítulo 113

Hermana, en esta vida seré la reina

Capítulo 113: Aquellos que olvidan el agradecimiento 

Capítulo patrocinado por PlaytimeSV vía Ko-fi. Gracias por su apoyo 🤍

 Recuerda que las donaciones no son obligatorias pero sí motivan a subir más capítulos. 💙

Ippólito esperaba que su padre sugiriera que culparan a Lucrecia del delito de asesinato. Sus ojos rasgados se abrieron de par en par y miró al cardenal. El motivo de su asombro no era la culpa, sino que se creía descubierto.

'¡¿Padre sabe que yo estaba implicado?!'

Pero el Cardenal De Mare pensaba en un contexto diferente, ya que no sabía en absoluto que su hijo era el principal culpable. Quería sacrificar a su esposa no, a "su amante" para salvar la reputación de la familia.

—Tienes un brillante futuro por delante —comenzó el Cardenal—. Eres prácticamente un brote en la vida. Aún no has empezado tu carrera y no te has casado.

El Cardenal miró a su hijo.

—La gente está convencida de que tu madre es una asesina. Si seguimos así, Scampa o como se llamara hará acusaciones contra Lucrecia en la 'Corte Real' tarde o temprano.

—¡¿Qué?! —exclamó Ippólito—. ¿La Corte Real?

Todos los nobles odiaban el juicio real. En el Tribunal Real, el rey nombraba a un juez provisional para llevar a cabo una investigación del caso en el juicio desde varios puntos de vista antes de emitir un veredicto. Pero si el rey nombraba como juez provisional a una persona que tenía malas relaciones con el acusado, éste se metía en un buen lío. El acusado no sólo sería humillado, sino que muy probablemente también sería sancionado injustamente.

Aunque no se diera el peor de los casos, y el juez provisional no fuera enemigo del acusado, el juez investigaría el libro de familia o la situación patrimonial del acusado como pretexto para investigar el delito, aunque fuera completamente irrelevante. Y los detalles de la investigación se entregarían tal cual al rey. Después, el palacio real impondría una sanción al acusado de acuerdo con los detalles de la investigación. Aunque no se descubriera nada crucial, se instaría al noble a hacer donaciones.

—Si tu madre es acusada de asesinato en la Corte Real, ¿en qué crees que se convertiría tu futuro? —preguntó el Cardenal.

Ippólito guardó silencio.

—¡¿Quién dejaría que su hija se casara con el hijo de un asesino?! Tú lo sabes mejor que nadie, pero necesitas casarte con una mujer con título nobiliario.

Para ser más precisos, Ippólito necesitaba casarse con la única hija de un noble. Y preferiblemente que su título fuera de Conde o superior.

Pero ese tipo de damas eran raras, y ningún hombre era lo suficientemente bueno para ellas. Eran demasiado populares, lo que las hacía ser muy exigentes. Hijos de segunda nobleza que no podían heredar el título nobiliario, comerciantes en ascenso y gigolós con una cara bonita intentaban desesperadamente robarles el corazón.

—Tu madre... sno es más que una carga para la familia si no ponemos fin a esto —el Cardenal apretó los dientes—. Nunca debí traerla de vuelta después de que hiciera magia negra. La amaba, por eso dejé que se quedara. Hasta ahora.

—¡Padre!

—¡Hijo! ¡Sé que es tu madre pero usa tu cerebro! Si alguien hubiera pillado a Lucrecia en su acto de magia negra, ¡el inquisidor nos habría obligado a arder en las hogueras!

Su padre tenía toda la razón, así que Ippólito no pudo decir nada.

—Ahora, tenemos que poner fin a esto. Y despedirnos de tu madre.

—...

Ippólito no dijo nada. Todo lo que hizo fue mirar hacia abajo. En apariencia, parecía un hijo devoto que quería salvar a su madre pero no podía desobedecer a su padre. Pero por dentro, Ippólito se devanaba los sesos por otra razón.

Había tres cosas cruciales que Ippólito tenía que mantener en secreto ante el Cardenal. Primero, tenía que ocultar que él era el principal culpable, y no Lucrecia, del asesinato de la criada. Segundo, Maletta había tenido a su bebé en su vientre. Tercero, él podría no ser el hijo biológico del Cardenal De Mare.

'Madre... Si madre desaparece ahora, nadie lo sabrá.'

Aparte de su madre, sólo Maletta conocía su secreto. Pero la criada estaba muerta. Ippólito no sabía cuánto sabía la familia de Lucrecia en Harenae sobre el secreto de su nacimiento, pero lo habían mantenido en secreto durante 20 años. No lo sacarían a relucir ahora. Además, no había pruebas. Este tipo de cosas eran estrictamente confidenciales, por lo que la mayoría de las cosas que podrían servir como prueba fueron destruidas.

El Cardenal no se dio cuenta de lo que rondaba por la cabeza de su hijo, y Su Santidad continuó con su plan.

—Lleguemos a un consenso con la afligida familia. Anunciemos oficialmente que todo fue un malentendido, y pagaremos con la vida de Lucrecia para resarcir las consecuencias.

—!...!

—La muerte de Paola Stampa fue un accidente desafortunado causado por malos vagabundos, y la familia De Mare fue víctima del malentendido. Lucrecia De Rossi morirá de enfermedad. ¿Qué te parece? —sugirió el cardenal.

Era... una sugerencia extremadamente tentadora.

—Iré a hablar con el señor Stampa y los representantes de la Cooperativa del distrito.

El Cardenal De Mare chasqueó la lengua consternado, diciendo que no podía depender del mayordomo ni de su hijo.

—Ve a contarle a Isabella nuestro plan. —ordenó el Cardenal.

Contarle a Isabella era la parte que el Cardenal más odiaba, e hizo que su hijo cargara con el deber. El Cardenal no quería decirle a su hija, que quería mucho a su madre, "voy a matar a Lucrecia".

—Creo que llegaremos a una conclusión y ejecutaremos el plan mañana o pasado mañana. No, mejor que se haga antes.

—informó el Cardenal. —Ippólito no habló ni una sola vez por su madre.

—Sí, padre...

***

Sentimientos encontrados pesaban sobre el corazón de Ippólito. Pasara lo que pasara, Lucrecia era su madre. Y su madre dio todo lo que pudo a su preciado hijo. Pero al mismo tiempo, una vez que Ippólito le echara la culpa a Lucrecia, sería un hombre libre.

'¿Pero y si madre dice que fui yo quien trajo a los vagabundos?'

Entonces, los furiosos vigilantes de la Cooperativa de Residentes cambiarían su objetivo de Lucrecia De Rossi a Ippólito De Mare y exigirían que pagara con su vida.

'Entonces... ya no podría permanecer en San Carlo.'

Normalmente, los nobles que cometían un asesinato eran exiliados a otra ciudad o nación durante años. Regresaban a su ciudad natal una década después, cuando todos habían olvidado el incidente.

'Pero acabo de regresar de Padua... ¿Y una década fuera? Nunca me casaré. No. No puedo dejar que eso ocurra.'

Después de hacer cuentas en su cabeza, Ippólito estaba decidido a hacer lo que decía su padre y fue a buscar a su hermana. Isabella estaba en el salón de las chicas. Llamó a la puerta del salón.

—Entra. —dijo Isabella.

Vio a su hermana nada más abrir la puerta y entró. Isabella estaba sentada en el escritorio leyendo “Meditaciones”. Su actitud se había transformado desde que se había quedado levantado su castigo.

Parecía sorprendida de que su hermano entrara porque dijo: 

—¿Ippólito? ¿Qué te trae por aquí?

Ippólito entró y tomó asiento en el sofá junto al escritorio.

—Isabella —empezó Ippólito—. Se trata de mamá.

Isabella enarcó sus hermosas cejas largas y delgadas.

—Me enteré de que una multitud protestaba frente a nuestra casa. —dijo.

Después de que Isabella salió de su libertad condicional, llevaba ropa sencilla y poco maquillaje. A primera vista, todos se asombraban de su belleza pura y saludable. Pero, aunque había cambiado por fuera, por dentro parecía casi la misma, y calumniaba y hablaba mal de la gente reunida frente a su casa.

—¿Por qué papá no les obliga a separarse? ¿Por qué escucha sus sandeces sin sentido? Esos estúpidos plebeyos. Nuestros guardias podrían deshacerse de esos cabrones ellos en un santiamén. 
—Isabella, bueno las cosas no son tan sencillas.

Ippólito le contó a Isabella todos los detalles posibles. Le explicó de qué se acusaba a Lucrecia, hasta dónde habían llegado los rumores y por qué su padre tenía que hacer lo que le pedía la multitud. Por supuesto, omitió la parte en la que él estaba implicado.

Isabella se sorprendió al oír que todo el mundo en el centro de San Carlo sabía que su madre había pedido que una plebeya inocente, una joven soltera, fuera asesinada y decapitada.

—¿Qué? —preguntó Isabella, conmocionada—. ¿Todo el mundo en San Carlo lo sabe?
—Sí, y eso no es todo —añadió Ippólito—. El palacio real podría investigarnos. Ese tal Stampa pretende llevar a nuestra familia ante la Corte Real.

Isabella tembló ante la serie de malas noticias, pero se dio cuenta astutamente de que algo iba mal.

Ippólito exageró lo trágica que era su situación actual y divagó que el peligro aumentaría en el futuro. Pero no dijo ni una palabra sobre lo que debían hacer a partir de ahora y cómo defenderse.

—Entonces, ¿qué intentas decir...? —preguntó Isabella.

Se acabaron los rodeos. Ippólito se vio obligado a exponer el punto clave. De mala gana, lo sacó a relucir y se aseguró de mantenerse al margen.

—Papá dijo...

Los ojos violetas de Isabella se clavaron en los de Ippólito.

—Papá dijo que mamá debía ser el chivo expiatorio. —continuó Ippólito.
—¡¿Qué?! —chilló Isabella —se levantó de su asiento—. ¡¿Y tú estuviste de acuerdo?!

Ippólito intentó zafarse culpando a su padre. 

—No me eches la culpa a mí. No tengo autoridad. Padre tomó la decisión...

—¿Matar a mamá? —chilló Isabella—. Oh, Ippólito. ¡¿Cómo pudiste estar de acuerdo?! ¡Monstruo!

Ippólito podía soportar que su madre asumiera la culpa, pero no podía soportar que alguien le insultara así. En cuanto Isabella le echó la culpa, Ippólito se puso furioso en cuanto escuchó las acusaciones en su contra. 

—¡¿Qué?! ¿Qué tienes pensado entonces? ¿Tienes una idea mejor?

Señaló a su bella hermana y añadió.

—Una vez que el investigador real venga a por nosotros, ¡estamos muertos! Una vez que madre sea confirmada como asesina por la Corte Real, ¡la gente te llamará hija de una asesina! ¿Puedes soportarlo?

Ippólito jadeó furioso y continuó: 

—Una vez que te conviertas en la hija de una asesina, nunca te casarás. Nadie querrá casarse contigo.

Los hermosos ojos amatista de Isabella se volvieron vacilantes y temblaron sutilmente de miedo. No podía soportar ir al convento.

—Por ahora, es sólo un rumor —dijo Ippólito—. Arreglaremos las cosas con la desconsolada familia y diremos: 'Todo ha sido un malentendido'. La señora Lucrecia murió de una enfermedad'. Entonces, dale tiempo, y todo se olvidará. ¿Qué van a hacer? ¡¿Perseguir a un difunto?!

Ippólito fulminó con la mirada a su hermana. 

—¿Tienes una idea mejor? Si la tienes, ¡dila!

Pero en el fondo, Ippólito deseaba que su hermana no tuviera una idea mejor. Lucrecia tenía que asumir toda la culpa y morir para que todos sus secretos estuvieran a salvo. Sólo así podría salvarse.

Pero, afortunadamente, Isabella no era muy ingeniosa en situaciones extremas, a diferencia de su media hermana.

En lugar de eso, Isabella hizo lo que mejor sabía hacer. Las lágrimas brotaron de sus lastimeros ojos violetas, y comenzó a suplicar lastimosamente para que su hermano se compadeciera de ella.

Episodio-113-En-esta-vida-soy-la-reina

—¿Es esa la única salida? ¡¿Cómo puedes sugerir que matemos a Madre?! ¿No hay otra manera?

Los ojos de Isabella brillaban con lágrimas, y suplicó a su hermano que recapacitara. 

—¡Ippólito, sabes que eres mejor que eso! ¡Haz algo!

En realidad, Isabella sabía controlar muy bien a su hermano. En cuanto le hacía sentir “incompetente” y le instaba a “hacerlo mejor”, ella se convertía en ventrílocua, e Ippólito en el muñeco.

Pero hoy era su día de mala suerte. Ippólito tenía objetivos secretos que Isabella no conocía. Eso ya era duro para él, pero encima su hermana le sacaba de quicio.

—¡Mierda! ¡¿Por qué todo el mundo me pone de los nervios?! ¿Os creéis que soy Dios todopoderoso? ¿Que tengo poderes sobrenaturales? Si los tuviera, estaría en el palacio de San Carlo, ¡no en esta pocilga! —Ippólito respondió

Ippólito se levantó furioso de su asiento. 

—En fin, eso es lo que pasará. Y ya está. Te lo he dicho todo.

Ippólito salió furioso del salón de las chicas y dio un portazo. Isabella miró hacia la puerta del salón con expresión desolada.

Pero no hizo nada más. Podría haber corrido a ver a su padre y rogarle entre lágrimas que recapacitara o haber visitado a toda prisa a su madre para advertirle que huyera inmediatamente. Pero Isabella se limitó a sentarse en silencio en la habitación y hojear la siguiente página de “Meditaciones”.

* * *

—Al final prefiere casarse antes que salvar a su madre.

¡Morder! Sancha dio un mordisco a la galleta que sostenía.

—Tienes razón. Supongo que prefiere morir a decir que sacrificará su matrimonio por su madre. —coincidió Ariadne.

Ariadne y Sancha habían escuchado a hurtadillas la breve obra protagonizada por Ippólito e Isabella. Una sola puerta comunicaba el salón de las niñas con la habitación de Isabella y Arabella. Por lo tanto, podían oír claramente cada palabra compartida en el salón desde la habitación de Arabella, que en ese momento estaba vacía.

Después de que las dos regresaran al estudio de Ariadne, cotillearon sobre su impresión de la breve obra.

—La señora Rossi es una villana, pero era un ángel para sus hijos. Cuando piensas en eso, Ippólito e Isabella son los verdaderos diablos. —dijo Ariadne

—Sí... La señora Rossi fracasó en la crianza de sus hijos. —estuvo de acuerdo Sancha.

—Pero supongo que el karma se lo está devolviendo con precisión milimétrica. —Ariadne también dio un mordisco a la galleta y añadió—: Sancha, mantén los oídos bien abiertos y escucha todo lo que se dice en la casa. Sobre todo céntrate en cada movimiento de papá y en lo que trama el mayordomo. Manténme informada en tiempo real.

—Lo haré. —dijo Sancha.

—Estoy segura de que tarde o temprano encerrarán a la señorita Rossi. —vaticinó Ariadne.

Y eso se hizo realidad media hora después.

* * *

—Señora Lucrecia, sígame, por favor.

—¿Qué está pasando? ¿Quién os ha enviado? —Lucrecia preguntó

—Demasiada charla. ¡Cogedla!

Unos brazos fuertes agarraron a Lucrecia y la arrastraron a alguna parte. Cuando Lucrecia recobró el sentido, se encontró en el sótano norte.

{getButton} $text={Capítulo anterior}

{getButton} $text={ Capítulo siguiente }
Pink velvet
tiktokfacebook tumblr youtube bloggerThinking about ⌕ blue lock - bachira meguru?! Casada con Caleb de love and deep space 🍎★ yEeS ! ★ yEeS !
1 comentario
Buscar
Menú
Tema
Compartir
Additional JS