SLR – Capítulo 77
Hermana, en esta vida seré la reina
Capítulo 77: Los que se conforman ante el destino y los que luchan contra él
—¡Alteza, el paisaje natural de Etrusco es exquisito! —exclamó Lariessa.
El Príncipe y el personal del palacio del Príncipe instalaron mesas y sillas portátiles en el solar vacío junto al bosque para tomar un breve descanso antes de continuar su viaje. En actitud despreocupada, la Gran Duquesa Lariessa también bajó de su carruaje y llevó a su séquito hasta donde se alojaba el del Príncipe Alfonso.
Ya se comportaba como una reina de Etrusco y parecía pensar que Alfonso debía tratarla como a su futura esposa.
El Príncipe Alfonso acercó una silla como un perfecto caballero para que Lariessa se sentara, pero su rostro estaba pálido y demacrado.
—Mi señora, por favor, siéntese aquí. —dijo Alfonso.
Lariessa se sentó audazmente en la silla colocada por Alfonso. Ya ni siquiera intentaba hablar en etrusco. Sus esfuerzos habían cambiado en una dirección bastante extraña. Siempre que podía permitírselo, se sentaba junto a Alfonso, entablaba conversación con él y hablaba sin parar.
—¿Cómo es el palacio secundario del sur? ¿Es bonito? —preguntó Lariessa.
—Es sólo un palacio pequeño para sobrevivir al invierno —dijo Alfonso rotundamente—. Probablemente no será lo suficientemente bueno para usted, así que yo no me haría ilusiones.
Alfonso le había contado a Ariadne lo hermoso que era el palacio secundario del sur, pero no quería hacer lo mismo con Lariessa. No quería hacerla feliz con palabras agradables al oído, y definitivamente no quería atraerla alardeando de sus fortalezas. Además, era difícil complacerla. Lariessa podría decepcionarse si a Alfonso se le ocurría ilusionarla. Y entonces, no sabría qué hacer. Sería un quebradero de cabeza.
Alfonso entregó a Lariessa los refrigerios y el té negro sin ningún ánimo. Cumplía con las reglas de etiqueta típicas de un anfitrión para con un invitado y de un prometido para con su prometida, nada más. Pero Lariessa no pensaba lo mismo.
—¡Vaya! ¡Te has dado cuenta de que he echado la leche antes del té! Estoy tan contenta. —exclamó Lariessa.
Miró a Alfonso con una sonrisa de felicidad en la cara. Lariessa tenía rasgos sencillos y parecía madura para su edad. Verla actuar exaltada, como una niña en una tienda de dulces, parecía fuera de lugar.
'Está haciendo tan obvio que le gusto. ¿Por qué esa chica está tan segura de que yo apreciaría que hiciera eso?'
Después del baile de máscaras, Lariessa actuó como si nada hubiera pasado. Su mentira sobre haber ganado un premio en el Pre de Montpellier y su dramática carrera hacia el jardín parecían haberse desvanecido en el aire.
En lugar de eso, se esforzaba demasiado por coquetear con Alfonso y mostrarse excesivamente amable. Parecía pensar que sus errores desaparecerían al hacerlo.
'Ya que me estoy esforzando por ser amable contigo y ganarme tu favor, no saques el tema. Hagamos como si nunca hubiera pasado. Estamos destinados a estar juntos de todos modos. Haré todo lo posible por ceder. Tú deberías hacer lo mismo.' Ese parecía ser su mensaje.
Alfonso intentó unirse al entusiasmo y trató de sonreír. Pero sus ojos no sonreían.
—Me alegra oír que sois feliz, mi señora. —dijo Alfonso de mala gana.
Lariessa no pareció darse cuenta de que algo iba mal, aunque las dulces palabras de Alfonso carecían de entusiasmo.
Ella respondió a Alfonso con una sonrisa sin dudarlo.
—Es tan mágico que lo sepas todo de mí, lo que me gusta y lo que no. Es la prueba de que estamos destinados.
El tiempo se estaba enfriando estos días, y el corazón de Alfonso también. Era como un sueño de verano. La estación del verdor, los calurosos días de verano, las hortensias estivales y la chica de sus sueños mirándole con sus deslumbrantes ojos verdes. Se había despertado de aquel dichoso sueño, que nunca volvería. Le dolía darse cuenta de ello.
Pero era el padre del Reino, y tenía deberes y responsabilidades para con ellos. Sacrificio. Sufrimiento. Ser un padre amoroso para todo el Reino. Tuvo que poner fin a su amor para asumir sus responsabilidades.
Tenía que hacerlo.
***
El otoño de 1122 fue abundante, pero el invierno siguiente fue helador hasta los huesos, como lo había sido en la vida anterior. Ariadne trató de mantenerse lo más ocupada posible para no pensar demasiado.
Aunque la carta de invitación del príncipe debería haber llegado también en esta vida, Ariadne no se asustó porque sabía lo que ocurriría en el futuro.
El acontecimiento más memorable de 1122 fue la declaración de hereje del Apóstol de Assereto, mientras que el incidente más crítico de 1123 sería sin duda el asesinato de la reina Margarita.
'Todo el país estaba conmocionado.'
Gracias al incidente, Isabella pudo ser Princesa.
Justo después de que Césare y Ariadne se comprometieran, la condesa Rubina, suegra de Ariadne, hizo una jugada audaz y atrevida.
Había mezclado arsénico en el vino de la reina Margarita.
La Reina bebió el aperitivo mezclado con arsénico en el salón del banquete. Esa noche, falleció. La condesa Rubina afirmó que no fue ella quien envenenó a la Reina, pero en su residencia se descubrió salvarsán, un tipo de arsénico. Nadie creyó en su supuesta inocencia, y la condesa fue encerrada en prisión en el acto.
Tras la investigación y el juicio, fue condenada a la decapitación.
Ya era bastante malo que una simple amante del Rey matara a la Reina del reino, pero para empeorar las cosas, el reino Gallico exigió al reino Etrusco una compensación por la vida de su realeza. Su preciada princesa había sido sacrificada en un país extranjero por la amante del rey, y los etruscos debían compensar su pérdida, afirmaban.
El reino Etrusco propuso una pequeña compensación, pero el reino Gallico se rió, preguntándose si Etrusco estaba bromeando.
'El oro no era la respuesta para zanjar semejante asunto.'
No hubo otras propuestas satisfactorias por parte de los etruscos, así que Gallico envió instantáneamente su orgullosa caballería pesada a las fronteras nacionales de Etrusco, justo delante de la región de Gieta.
El margrave de Gieta estaba obligado a vigilar la frontera nacional, pero era medio gallico. Dado que el territorio de Gieta lindaba con el reino Gallico, toda la población estaba familiarizada con la cultura y la lengua gallicanas. Además, era una larga tradición que las familias de los señores feudales se casaran con la nobleza gallica. Así, el margrave de Gieta era de madre gallica y se casó con la hija de un noble gallico.
N/T Margrave: Título originario germano. Es el equivalente de Marqués.
En cuanto las tropas de caballería y artillería fuertemente equipadas llegaron a la muralla para atacar, el margrave de Gieta ondeó la bandera blanca para rendirse y juró lealtad al rey de Gallico. Pasó sin problemas de la clase gobernante de Etrusco a la clase gobernante de Gallico.
Toda la nación se estremeció de furia.
—¿Cómo puede traicionarnos así? ¡Se supone que debe proteger nuestra nación, no entregarla!
—¡Qué sucia escoria! ¡Tirando por la borda su lealtad a la nación en un abrir y cerrar de ojos!
—¡Es porque la sucia sangre de Gallico corre por sus venas!
—Su madre es gallicana, y su cónyuge también lo es. Ese tipo no es etrusco!
El príncipe Alfonso se convirtió de repente en víctima de este incidente cuando las cosas ya estaban mal. Sólo habían pasado seis meses desde que perdió a su madre.
—La difunta madre de nuestro futuro Rey es gallicana, y su futura esposa también lo es.
—¿Cómo podemos servir a alguien así como Rey?
—¡El Rey Etrusco no es de sangre etrusca! ¿Cuán ridículo es eso?
No se podía evitar que la madre del futuro Rey fuera gallicana, pero el público podía exigir que se rompiera el compromiso del Príncipe con la futura novia gallicana, ya que el matrimonio estaba aún por llegar. El sentimiento público se había deteriorado, independientemente de si eran de la nobleza plebeyos. El pueblo llegó incluso a realizar campañas de rechazo al pago de impuestos contra la capital, por lo que el Palacio de Carlo se vio obligado a notificar precipitadamente la desvinculación respecto a la Gran Duquesa Lariessa. Desatendiendo al Gran Duque Eudes de Balloa, que echaba humo de rabia, el Palacioo de Carlo buscó una futura esposa nacional para calmar las cosas.
Había dos candidatas finales. Una era Julia de Baltazar, hija del marqués de Baltazar, e Isabel De Mare, la hija mayor del Cardenal De Mare. León III declaró que los parientes maternos con fuerza militar eran inaceptables y eliminó de la lista a las hijas nobles de los aristócratas feudales.
El reino Etrusco fue llevado al último extremo y necesitaba desesperadamente el arbitraje de la gran capilla. La fuerza militar no podía traer de vuelta a la región de Gieta, por lo que una solución diplomática era la única llave que quedaba. Para colmo, la peste negra comenzó a extenderse por el reino etrusco en el verano de 1123. La nación estaba desesperada. La región de Gieta dejó de ser el mayor problema caliente, ya que los etruscos necesitaban urgentemente ayuda alimentaria y médica.
Así fue como Isabella De Mare se convirtió en la candidata final. Ella era la hija del Cardenal y podría cambiar la toma de decisiones de la gran capilla.
'Qué gracioso.'
La mejor arma de Isabella era su belleza, pero su mayor logro provenía de la autoridad de su padre, no de su belleza. Era irónico.
'Todo lo que tengo que hacer es esperar.'
Ariadne también tenía una oportunidad, ya que el Cardenal también era su padre. Además, la reputación de Isabella había sido gravemente difamada, y Ariadne se había ganado la confianza unilateral de su padre.
Si los jugadores tuvieran que elegir quién se casaría con el Príncipe entre las dos hijas del Cardenal, apostarían fuerte por Ariadne.
Las cosas no eran como antes desde que la Gran Ducal Lariessa había seguido a Alfonso hasta Harenae, pero eso no importaba. Todo lo que hiciera Lariessa se iría al traste una vez que la reina Margarita fuera asesinada. Y su propuesta de matrimonio sería cancelada.
—Todo saldrá bien. —se dijo Ariadne.
La reina Margarita había sido muy amable con ella. Era una reina justa y estricta, pero también una persona dulce. No tenía motivos para ser amable con Ariadne, pero la había ayudado muchas veces.
—Pero no puedo hacer nada. —se justificó Ariadne.
Sacudió la cabeza para ahuyentar la culpa.
El asesinato de la reina Margarita fue un caso a escala nacional. Ariadne había ganado más poder, pero apenas en la familia De Mare. Su logro más significativo fue derrotar al Apóstol de Assereto, pero sólo había añadido sabor, no cambiado el incidente por completo. Participar en el asesinato de la reina Margarita estaba fuera de su alcance. Al menos, eso era lo que ella quería creer.
—No puedo hacer nada. —repitió Ariadne.
No podía hacer nada. Iba a ocurrir. No podía impedirlo.
Pero al príncipe Alfonso se le partiría el corazón si Su Majestad la Reina falleciera. En su vida anterior, Alfonso se volvió notablemente apático tras la muerte de Su Majestad. Y no parecía nada contento en su magnífica boda, poco después del funeral de su madre.
'Pero se pondrá bien. Tiene que hacerlo.'
* * *
Había muchas habitaciones y graneros abandonados en la gran mansión de la familia De Mare, y Ariadne necesitaba un almacén. Pero Lucrezia tenía autoridad para determinar el destino de cada habitación, ya que era la señora de la casa.
Ariadne pensó en utilizar temporalmente un almacén independiente fuera de la residencia De Mare, pero la seguridad pública de San Carlo no era fuerte. Si Ariadne se limitaba a almacenar objetos dentro de un edificio vacío, no le costaría mucho esfuerzo a un ladrón furtivo aficionado romper la cerradura y robar todo lo que había dentro. Y ella no tenía suficiente personal para vigilar el almacén fuera de la mansión.
—Necesito un mayordomo. —dijo Ariadne.
—Pero ya tienes al mayordomo Niccolo. —sugirió Sancha.
—Ni hablar. No puedo confiar en que cumpla un deber estrictamente cuando es tan oportunista —dijo Ariadne—. Necesito una persona de confianza y fiel para el papel.
Pero no era fácil encontrar a la persona adecuada para el trabajo, así que Ariadne decidió tomarse su tiempo para encontrarla.
Su plan original era comprar trigo a granel, ya que la buena cosecha reducía los precios, pero no había espacio suficiente para almacenarlo. No tenía más remedio que comprar productos condensados y costosos en lugar de artículos baratos y voluminosos. Así que Ariadne eligió la cera de abejas como opción alternativa.
—Señora, ¿por qué compraría esto? —preguntó Sancha—. ¿Venderemos velas?
La cera de abejas se utilizaba como material para velas de alta gama, para sellar cartas, en cosmética y en productos farmacéuticos sencillos. Y era especialmente eficaz para las enfermedades de la piel. Pero Ariadne compraba cera de abejas a granel por otra razón.
—¿Quién sabe? Algún día podría ser útil. —dijo Ariadne misteriosamente.
La peste negra azotará todo el reino etrusco en el verano de 1123.
La cera de abejas se aplicaba por todo el cuerpo y la ropa exterior para evitar contagiarse de la pandemia negra. Se extraía de los panales y se consideraba una sustancia pura y celestial, ya que las abejas melíferas fabricaban el material fielmente sin aparearse ni una sola vez en su vida. Por eso, las lujosas velas que se utilizaban en la gran capilla eran de cera de abeja pura.
Sin embargo, tras el estallido de la pandemia, la cera de abejas se convirtió en un arma del pueblo para luchar contra la peste negra, denominada la ira de Dios. Y funcionó. Había menos posibilidades de contraer la enfermedad mortal cuando uno se aplicaba cera de abejas en la piel y en la ropa exterior.
La peste negra de 1123 ya se había cobrado la vida de la joven Arabella. Pero Ariadne estaba decidida a convertir la crisis en una oportunidad en esta vida.
Tenía unos 70 ducados (aproximadamente 70.000 dólares) como dinero de sobra. Había ahorrado hasta el último florín de dinero extra: el regalo de la reina dejadas en el refugio de Rambouillet, los ahorros que había escondido del dinero sobrante de su baile de debutante, el resto de la asignación mensual (diez ducados) que recibía de su padre y el dinero adquirido en la casa de empeños al dejar algunos de los muchos regalos del Conde Césare.
Utilizaba sus ahorros para comprar cera de abejas sin rechistar, siempre que se vendiera en el mercado a precios razonables. Aunque la mejor cera de abejas se importaba de la región de Ratgallin, la zona oriental del continente central, Ariadne se centraba en el precio y la cantidad. No tenía por qué ser de la mejor calidad, y compraba artículos de fabricación etrusca siempre que no fueran demasiado caros. Tenía un presupuesto bastante ajustado, pero también mucho tiempo libre, así que no había necesidad de comprar hasta el punto de hacer que los precios del mercado se dispararan.
Guardaba la cera recolectada en una habitación anexa a la cocina de la residencia del Cardenal De Mare. Sorprendida por el atrevimiento de Ariadne, Jiada, la criada que servía a Lucrecia, se quejó de que Ariadne utilizara la habitación sin permiso.
—Señora, ¿cómo ha podido usar la habitación sin pedir permiso? —protestó Jiada.
—Jiada—dijo Ariadne con calma—. ¿Te ha ordenado madre que me lo pidas?
Amo esta novela
ResponderBorrarGracias por traducir esta obra, es divertido comparar la novela y el webcomic. La novela te da más detalles, pero el webcomic te proporciona imágenes, lo cual es hermoso también. 😍
ResponderBorrar