PQC – Capítulo 19
Parece que caí en un juego de harén inverso
Capítulo 19
Ya solo, Etsen miró la notificación oficial que había sobre la mesa. Había llegado por la mañana temprano, y ya la había leído varias veces, pero la cogió y la leyó una vez más. Era una hoja de papel con el calendario de pruebas para los caballeros imperiales, una pequeña placa que verificaba que cumplía los requisitos para presentarse y un documento que le permitía llevar su espada consigo en todo momento. También había una breve nota del remitente:
[Espero que no se arrepienta de su decisión.]
Sólo era una frase, pero Etsen supo inmediatamente quién era el remitente. Incluso podía oír su voz en la cabeza. De repente agarró la empuñadura de la espada que tenía en la cintura, como si le resultara difícil de soportar. La espada tenía grabado el escudo de Velod, el reino ahora inexistente. No esperaba que le devolvieran su propia espada. Ya había aceptado que todo pertenecía al pasado. Todo...
Sí, todo.
¡Ding!
Una notificación que él no podía ver -que nadie podría ver- centelleó en el aire y luego desapareció.
「Conversión d Corazón Inolvidable. Pendiente de Activación.
Inicio de la activación... 0%
Elemento inaccesible. Convertir en inactivo.
Conversión completada.」
* * *
Cuando por fin pude despedir a Robért, me dirigía solo a mi alcoba cuando noté un alboroto cada vez más fuerte. Las voces se bajaban en un intento de pasar desapercibidas, pero la discusión era claramente acalorada.
—¡En qué estás pensando!
—¡Sé que está prohibido acercarse a la alcoba, pero aquí soy una dama de la corte! ¿No se me permite estar cerca de aquí?
—¡Estás parada directamente en el camino que lleva a la alcoba! Es obvio lo que planeas hacer. ¡No montes una escena y vuelve ahora mismo!
—No, esto es inaceptable. Llévensela. ¡Ahora!
Me acerqué justo cuando Arielle estaba siendo arrastrada por ambos brazos, y nuestros ojos se encontraron. Había pensado que había estado muy callada últimamente. Parece que finalmente estaba tratando de hacer un movimiento. Me acerqué lentamente a ella. Los guardias se fijaron en mí e hicieron una profunda reverencia.
—¿Qué está pasando? —pregunté.
El chambelán abrió la boca para contestar, pero antes de que pudiera decir nada, Arielle se apresuró a gritar.
—¡Alteza! Tengo una proposición para usted.
Me detuve un instante y pasé a su lado sin responder.
—¡Su Alteza! —exclamó Arielle. ¡Por favor, escúcheme! Se trata de Etsen Velod. Le prometo que no se arrepentirá de escucharme.
Me di la vuelta.
—¿Y bien? ¿No vais a seguir? —pregunté, haciendo un gesto con los ojos a los guardias que sujetaban a Arielle, indicándoles que la dejaran.
La mujer morena les lanzó una mirada fulminante y se escabulló detrás de mí. La llevé a mi salón, me senté en el sofá y me recosté mientras me alisaba la falda sin decir palabra. Antes de que pudiera decir o preguntar nada, Arielle se arrodilló ante mí.
—No sé por qué decidió perdonarme la vida, Alteza, pero permítame devolverle el favor. —dijo.
—¿El favor? —viendo a través de ella, me eché a reír—. Estás pidiendo convertirte en mi dama de compañía personal, ¿verdad?
—Ya lo he hablado con Sir Velod —dijo Arielle, mirándome con confianza, pensando en que nunca rechazaría su oferta. Pero entonces abrió la boca—. Ha aceptado acompañarle en la cama todas las noches, como antes. Le tenía mucho cariño, ¿verdad, Alteza?
Su tímida sonrisa me pareció totalmente repulsiva y apreté los puños inconscientemente.
—Si valoras algo tu propia vida... deja de hablar. Ahora mismo. —respondí.
No me facilites que te mate sin ninguna culpa.
—No sé qué le has dicho para que esté dispuesto a hacer eso... pero ¿cómo has podido siquiera considerar una cosa así? —le pregunté.
'¿Cómo pudiste atreverte a decirle esas palabras?'
—Yo... no sé lo que estás... —Arielle tartamudeó.
—Ya tienes su corazón. ¿No es suficiente? ¿Qué más deseas?
'¿Qué cara habías puesto cuando te atreviste a pedirle que pasara las noches en la cama de otra mujer? Además, ¿La cama del enemigo? ¿Sólo para conseguir lo que quieres? Parece que lloras cada vez que tienes algún problema. ¿Lloraste esa vez también? ¿O sólo hiciste un teatro?'
—¿No es usted quien tiene más de lo que nadie podría pedir, Alteza? —Arielle replicó.
Mis ojos se clavaron en los suyos.
—¿Le molesta que tenga su corazón? ¿Debería decirle que se lo entregue a usted también? —preguntó Arielle, claramente sin entender qué me enfadaba tanto.
—Nunca haré nada de lo que quieres que haga —declaré con calma, mirando a Arielle a los ojos, estudiando su expresión, recordando cada detalle de este momento—. Así que ríndete.
¡Ding!
「Se ha detectado un error desconocido.
¡Nuevo punto de inflexión en la historia!
Debido al cambio de opinión de la princesa, se ha activado un final oculto. Ahora puedes elegir el final [Feliz con lo que tienes (000)]. Esto te permitirá escapar de las atrayentes sombras de la muerte y de los torbellinos del destino. A cambio, perderás todas las oportunidades de obtener honor eterno y riquezas inimaginables, y tus rutas incompletas actuales serán descartadas.
-Rutas incompletas: Robért Juranne, Éclat Paesus.
Elige sabiamente, ya no hay vuelta atrás.
¿Quieres seguir [Feliz con lo que tienes (000)]? Se le dirigirá al final después de su selección.
1. Sí
2. No」
Olvidé lo que iba a decir.
'Selecciónalo, Arielle. Es la única oportunidad de vivir para los dos.'
No había forma de saber si el final nos traería el descanso eterno, me devolvería a mi mundo pasado o me dejaría atrapada aquí para el resto de mi vida. Pero en cualquier caso, era el único final feliz en el que ambos podíamos sobrevivir.
Pero entonces Arielle preguntó.
—¿A qué tengo que renunciar? Sólo hablaba para intentar ofrecerle mi ayuda, Alteza…
「El final oculto [Feliz con lo que tienes (000)] se ha terminado.」
Ella eligió "2.No." Y ni siquiera había dudado. Miré a Arielle con incredulidad. Surgió un pensamiento que me había atormentado antes en noches de insomnio. ¿Y si ella también había sido traída a este lugar contra su voluntad? ¿Y si una fuerza invisible la había obligado a avanzar en el juego sin dejarle otra opción?
Ella y yo éramos las únicas dos personas que podían ver esas malditas notificaciones. Y eso significaría que yo no era la única extraña aquí. Lo cual sería un gran alivio. Incluso había pensado si sería posible decirle la verdad algún día y pedirle ayuda. Quizá ni siquiera habría motivo para enfrentarnos. Y quizá por eso había decidido darle una oportunidad, sin darme cuenta de a dónde me llevaban mis pensamientos. Pero si realmente deseaba mi muerte, si ese era su deseo sincero e inmutable…
—Su Alteza, por favor, hágamelo saber si alguna vez cambia de opinión. Si alguna vez se siente sola por la noche. En cualquier momento.
Arielle se puso en pie, parecía segura de que pronto preguntaría por ella.
—Gracias por escuchar lo que tenía que decir—terminó—. Le agradezco su magnanimidad.
—Eso nunca sucederá—dije—. Ve a decirle eso.
La sonrisa de Arielle vaciló un instante ante mi respuesta, pero la corrigió enseguida. Salió y cerró la puerta tras de sí. Y sólo entonces comprendí que, aunque ella y yo pudiéramos haber tenido un comienzo similar, ahora caminábamos por sendas completamente distintas. Estaba claro que nunca podríamos trabajar juntas. Éramos enemigas indiscutibles. Y yo no huiría. No me quitarían nada. Y evitaría que ella provocara la caída de alguien más.
¡Ding!
Al oír aquel sonido tan familiar, me incorporé expectante. Qué había hecho ahora, apenas unos instantes después de salir de mi habitación?
「¿Desea utilizar la habilidad 'Voz sincera'? S/N
Utilización de un artículo perecedero: Atención (1).
Uso de artículo perecedero: Simpatía (3).
Tu elocuencia ha aumentado un 200%.
Intentas persuadir al chambelán Kyle con tu elocuencia.
¡Intento fallido! No tiene la información que necesita.」
¿Información que necesita? ¿Qué significaba eso? Me levanté de mi asiento. Arielle probablemente no tenía ni idea de que yo era capaz de leer todas sus notificaciones. Esto serviría para salvarme algún día.
Unos minutos después, apareció la misma ventana de notificación.
「Intentas persuadir a la dama de compañía Yuri con tu elocuencia.
¡Intento fallido! No tiene la información que necesitas.
Intentas persuadir a Chamberlain Evan con tu elocuencia.
¡Crítico! Maximizaste los efectos de su simpatía.
Ha sido un éxito. Ha obtenido la información que necesitaba.
¿Desea comprobarlo? S/N
Ve a la escalera este del pasillo del tercer piso, donde se encuentra la alcoba de la princesa.」
En cuanto leí la notificación, salí corriendo de la habitación.
* * *
—Daisy.
—¿Eh? Se supone que no deberías estar aquí, ¿No lo tienes prohibido? —dijo Daisy, frunciendo el ceño en cuanto se fijó en Arielle.
—Oh, no te habrás enterado. Vine aquí con Su Alteza. —respondió Arielle.
—Ah, ¿te refieres a toda esa escena que hiciste antes junto a su puerta? —Daisy preguntó.
Arielle apretó los dientes y forzó una sonrisa.
—Sea como sea... se ha anulado la prohibición. —dijo.
—¿La ha anulado?
Arielle se acercó lentamente al rellano de la escalera donde estaba Daisy.
—Tal como dijiste antes, Su Alteza es generosa y benevolente. Tuvimos una buena charla, y a partir de hoy he sido ascendida a su dama de compañía personal. Ahora voy a hacer mi primer recado para ella.
—¿Pero por qué vienes a verme ahora? ¿Y... tan cerca? —preguntó Daisy incómoda.
—Tengo algo que preguntarte.
—¿A mí?
—Su Alteza me ha dicho que disfruta enormemente del tiempo privado que pasa con usted. —dijo Arielle.
—¿Ah, sí? ¡Podría habérmelo dicho ella misma! Dios mío, ¡qué bonito! —exclamó Daisy, sujetándose tímidamente las mejillas con las manos y negando con la cabeza. Las comisuras de los labios de Arielle se curvaron fugazmente, pero enseguida volvieron a la normalidad.
—Por eso tengo que pedirte un favor privado—dijo—. Todo lo que tienes que hacer es pasar esta nota. ¿Puedes hacerlo?
—¿A quién?, ¿Ahora? —preguntó Daisy.
Arielle agarró el brazo de Daisy.
—Esto es en realidad una orden, sino una petición. Así que debes obedecer. Sé que no desobedeceráa, ¿verdad? Dijiste que trabajarías más duro para Su Alteza.
Daisy asintió, un poco sorprendida. Con una sonrisa satisfecha, Arielle bajó la voz y susurró.
—Ahora mismo, en el palacio exterior…
En ese momento, la muñeca de la mujer morena se elevó en el aire, con los dedos aún aferrando la nota.
—¿Qué está pasando?
Frunció el ceño, giró la cabeza y se quedó inmóvil.
—¿Qué es esto? Estoy aquí ahora, Arielle.
Agarrándola de la muñeca y mirándola con una sonrisa alegre estaba nada menos que la princesa, que entonces arrancó la nota de la mano de Arielle y la agitó.
—Y no recuerdo haberte dado ninguna orden de ese tipo. —dijo.
Arielle miró a la princesa con incredulidad.
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