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FF – Capítulo 2

Final feliz 

Capítulo 2: Déjame ir


[A mi esposo Seonjae,
Nunca te he escrito una carta antes. Esta será la primera y la última.
Te escribo ahora porque ha llegado el momento de terminar esta relación.
Cuando decidimos casarnos, dijiste que deberíamos fugarnos. Y dijiste que si decidía que no podía con la vida de casada, sería libre de hacer lo que quisiera después de dos años.
Esas palabras pronto se convirtieron en mi esperanza.
Quiero que sepas que yo soy la única culpable de esta decisión. Fue culpa mía que no pudiera disfrutar de nuestro matrimonio, y no quiero señalar a nadie.
No fui nada feliz después de casarme. Esta casa nunca me pareció cómoda. Ni tú tampoco.
No nos considero marido y mujer. Éramos colegas que forjaron una relación simbiótica.
Sugiero que pongamos fin a esta unión porque sé que sólo continuará sin sentido si no actúo.
Esto será lo único que te pida.
Divorciémonos. Déjame ir.
Por favor.
Quiero ser feliz.

De, Yeonu Lee

P.D. Puedes pedir una pensión alimenticia si quieres. Puede que tarde un poco, pero me aseguraré de pagarte. Sin embargo, por favor, reconoce que he hecho un gran esfuerzo como tu esposa en los últimos dos años.]

Yeonu leyó su carta por última vez tan pronto como regresó de la boda. Había estado trabajando en ella sin parar durante una semana, y ahora, finalmente estaba terminada.

Le gustaba lo sincera pero despiadadamente insolente que sonaba.

Llorar.

¿Pero era demasiado formal?

Abrumada por sus emociones, Yeonu comenzó a llorar de nuevo. Ella no amaba a Seonjae, ni siquiera se preocupaba por él, pero la idea de terminar la relación todavía la entristecía.

Secó sus lágrimas y dobló la carta, luego la puso en el sobre que ya contenía los papeles de divorcio firmados.

La habitación de su marido estaba al final del pasillo, a la derecha. La suya estaba al final del pasillo, a la izquierda.

Compartían un ático de gran altura, pero rara vez se aventuraban en el espacio del otro. En las raras ocasiones en que lo hacían, nunca permanecían más de tres minutos seguidos.

Las reglas estaban establecidas desde el día en que ella se mudó.

“Aquí está mi espacio. Allí está el tuyo”, le había dicho Seonjae prácticamente en cuanto cruzaron el umbral como recién casados. “Nunca entres en mi habitación sin permiso, especialmente por la mañana.”

Hasta el día de hoy, Yeonu recordaba la advertencia palabra por palabra.

Su marido siempre había sido estricto con sus límites, que era en gran parte el por qué Yeonu nunca había logrado acercarse a él. Ella simplemente no había sido capaz de cruzar las líneas que él había trazado.

Dejó el sobre en la cama de Seonjae y salió de la habitación.

Su marido había dicho que hoy llegaría tarde, así que no habría pasado nada si se hubiera quedado un poco más. Pero la habitación se sentía como un área restringida para ella, a pesar de que la puerta no había sido cerrada.

Yeonu se apresuró a su propio dormitorio, donde lanzó un suspiro y abrió su maleta. Si Seonjae asumía que ella no iba en serio con el divorcio, quería ser capaz de sacar una maleta enorme y demostrar exactamente lo decidida que estaba. Además, si él accedía a darle un divorcio fácil, ella podría irse con sus cosas de inmediato.

El primer favor que le pidió a su marido iba a ser el divorcio. 

Yeonu no lo había visto venir.
Hubo un tiempo en que pensó en Seonjae como su salvador. La noche que decidieron casarse, Yeonu estaba tan emocionada, que apenas pudo dormirse. Pero su emoción se había roto en menos de un mes.

Seonjae la intimidaba. Se estremecía con cada movimiento, mirada y palabra, no importaba cuánto intentara enfrentarse a él.

Este no era el matrimonio que ella tenía en mente. Esta vida no era adecuada para ninguno de los dos. Había una mejor pareja para Seonjae.

Yeonu lanzó un profundo suspiro mientras sus pensamientos se volvían locos. Empacar no era una gran distracción. No había traído muchas cosas de la casa de sus padres, así que no tenía mucho que empacar. En cuanto a las cosas que había comprado después de la boda, Yeonu planeaba tirarlas todas o contratar a alguien para recogerlas y donarlas.

Cuando terminó de empacar, estaba exhausta.

'Espero que esta sea la última noche que pase en esta sofocante prisión. Rezo para que acepte mi petición... ¿Pero qué pasa si dice que el divorcio está descartado?'

Ese pensamiento ahuyentó el agotamiento de Yeonu, a pesar de que había estado a punto de dormirse hace unos segundos.

Yeonu se preocupó por el día siguiente durante mucho tiempo antes de que finalmente se durmiera.

***

26 de Noviembre.

El traqueteo de la puerta principal despertó a Yeonu a la mañana siguiente. Era domingo, lo que significaba que no podía ser la señora de la limpieza. Tenía que ser Seonjae.

'Oh, Dios. ¡Finalmente!'

Saltó de la cama y abrió la puerta de su habitación. Momentos después, cerró la puerta y se dio la vuelta.

'Debería lavarme la cara primero.'

Esa era la realidad de un matrimonio sin amor. Yeonu no podía dejar que su marido la viera con sueño en los ojos. Él era básicamente un extraño para ella, nunca la había visto sin máscaras.

Yeonu fue a su cuarto de baño y se lavó la cara. Se miró en el espejo antes de salir por la puerta.
Seonjae estaba bebiendo un vaso de agua en la sala de estar, mirando por la ventana. Se acercó a él en silencio y se aclaró la garganta.

Seonjae se dio la vuelta para mirarla, y ella se encontró tensa de nuevo. Pero esta vez, Yeonu logró controlarse. Tenía que hacer esto correctamente, o se arrepentiría para siempre. Este divorcio era la clave para poner su vida de nuevo en el camino correcto.

—¿Has visto los documentos que te dejé? —dijo, su voz sólo temblaba un poco.

Seonjae no respondió, sólo la miró en silencio. Yeonu no podía decir si estaba enojado o indiferente.

—Los papeles legales y la carta. —aclaró Yeonu.

—Los vi —dijo finalmente Seonjae—. Quieres un divorcio amistoso porque completaste tu período de dos años.

No hubo cambio de tono en su voz. Yeonu no sabía cómo reaccionar, qué decir.

—¿Me equivoco? —preguntó él, cuando ella no habló. Seonjae era altivo y arrogante como de costumbre. Sonaba como alguien que estuviera pidiendo la devolución de una compra defectuosa, definitivamente no como un marido hablando con su mujer sobre el divorcio.

—No, eso es correcto. —dijo Yeonu finalmente.

—Y la posdata era tu intento de rogarme educadamente que no fuera tras de ti por la pensión alimenticia, ¿verdad? —Seonjae preguntó burlonamente.

Yeonu no le contestó, principalmente porque en parte tenía razón.

—¿No pudiste decirme nada de eso a la cara? —Seonjae dejó su vaso sobre la mesa y frunció el ceño—, ¿Tuviste que escribirlo todo?

Yeonu estaba segura de que se estaba burlando de ella por no saber hablar con él.

—No es algo fácil de decid en persona. 

Yeonu se sintió intimidada, pero hizo su mejor esfuerzo para responder con honestidad.

—¿Esto sucede por lo que te dijeron mis tías? —preguntó—. Ya no tienes que tratar con ellas. Olvídalo, finge que nunca ocurrió.

—¡No! —Yeonu estalló—. Tú sabes por qué está pasando esto. Está todo en la carta.

—¿Es por algo que dije ayer? —preguntó Seonjae.

—No, no es por eso...

—¿Es por el beso? —Seonjae la presionó—. Porque lo hago todo el tiempo, y nunca has tenido un problema con eso antes.

Yeonu se quedó mirándolo. Parecía que Seonjae realmente no tenía idea de por qué Yeonu estaba pidiendo el divorcio, a pesar de que había leído claramente su carta.

—No lo haces todo el tiempo—la voz de Yeonu se volvió más audaz, impulsada por su creciente irritación—. De todos modos, esa no es la razón por la que estoy pidiendo el divorcio.

Pero cuando Yeonu vio la furia repentina en los ojos de Seonjae, la audacia desapareció. El terror tomó su lugar.

'Oh Dios, ¿va a pegarme?'

Ella lo había visto golpear a alguien antes. Sólo había ocurrido una vez, pero desde entonces se estremecía cada vez que él levantaba la mano.

Había algo profundamente mal en una relación en la que la esposa temía a su marido.

—Yo... Esta es la primera vez que he reunido el valor suficiente para pedir lo que quiero —tartamudeó Yeonu, presa del miedo—. Durante los últimos dos años, he sido una cobarde. He hecho todo lo que dijiste...

Seonjae se burló en voz alta. 

—¿Hiciste lo que te dije? ¿Tú?

Pero no esperó una respuesta. En vez de eso, puso sus manos sobre la cintura, miró al techo, y dejó salir un suspiro lo suficientemente alto para que Yeonu lo oyera.

—Estás diciendo que prefieres divorciarte que mantener este matrimonio, ¿verdad?

Yeonu podía ver el resentimiento y la culpa en sus ojos. Estaba segura de que la odiaba. Aunque tal vez eso no era nuevo.

—Sí. —dijo ella.

—Piénsalo por una semana más—dijo Seonjae—, Si no cambias de opinión al final de esta semana, hablaremos.

Yeonu se instó a sí misma a ser valiente. 

—¿Podemos presentar los papeles primero?

Seonjae la miró en silencio.

—Hay un período de reflexión —añadió Yeonu—. El divorcio no entra en vigor inmediatamente después de la firma. Hay un período de espera de un mes. Podemos pensarlo después de firmar los papeles.

—No quieres perder ni un minuto, ¿verdad?

Yeonu no pensó que hubiera una forma diplomática de responder a esa pregunta.

—Estás realmente decidida a divorciarte. —agregó Seonjae.

Yeonu sintió como si él viera a través de ella, y no pudo mirarlo a los ojos. Tragó nerviosamente y bajó la cabeza.

Deseaba poder pedir la anulación, pero había tamado algo a cambio del matrimonio, así que había decidido no tomar ese camino. Sin embargo, si Seonjae sugería una anulación, Yeonu aceptaría en un santiamén.

—Creo que deberíamos terminar nuestro matrimonio porque no nos amamos. —dijo, con calma forzada.

Ella deseaba que él fuera capaz de entender lo que ella quería decir con eso. Pero, como era de esperar, sus palabras sobrevolaron la cabeza de Seonjae.

—Podemos empezar a amarnos ahora. —dijo.

N/T: Me acordé del love yourself, love myself del discurso de R.M. 

Yeonu frunció el ceño. Seonjae dijo la palabra “amor” como si perteneciera a un idioma extranjero. Sólo hizo a Yeonu aún más inflexible.

—Ni siquiera nos hemos sentado a tomar una taza de té juntos —dijo rotundamente—. Es demasiado tarde para que hagas algo ahora. Sólo sería falso, y no me impresionaría.

Seonjae dejó escapar otro suspiro tranquilo.

—Podemos tomarnos un tiempo para pensar después de firmar los papeles. —dijo Yeonu.

—Espera dos meses —dijo él, su tono prácticamente desafiándola a discutir—. Vamos a separar la filial pronto, y va a ser caótico. No puedo permitirme un escándalo.

Él sólo estaba luchando contra ella en el divorcio a causa de su empresa. Por supuesto.

A Yeonu no le gustaban sus razones, pero sabía que tenía que comprometerse.

—No tomará más de dos meses —agregó—. Después de eso, puedes hacer lo que quieras. Te daré el divorcio.

Bueno, él no había dicho que no. Yeonu iba a tomar eso como una victoria.

—Rellena el documento por adelantado —dijo ella—. Lo guardaré. En dos meses, iremos juntos a la corte.

—De acuerdo.

—Me quedaré en otro lugar hasta entonces.

—Quédate aquí hasta que se resuelva el divorcio —dijo él con desdén—. La gente siempre está mirando.

—No —dijo ella con firmeza—. Creo que sería mejor si me mudo. Me aseguraré de que nadie se dé cuenta de lo que ha pasado. Asistiré a los actos importantes, pero avísame con antelación. Si puedes evitar que asista, aún mejor.

Con eso, ella se dio la vuelta y caminó de regreso a su dormitorio antes de que él pudiera responder.

Una hora más tarde, Yeonu encontró los papeles de divorcio firmados en la mesa de la sala de estar. Puso el sobre en su bolso y se dirigió a su habitación.

Seonjae estaba ocupado trabajando en su ordenador, apoyando la barbilla en su mano.

—Me voy. —dijo Yeonu.

Levantó la vista de la pantalla y miró su maleta. 

—¿Eso es todo lo que te llevas?

—Me dijiste que viniera aquí con las manos vacías, Sonbe. —dijo ella, usando el término para referirse al superior de uno en la escuela o el trabajo.

—'Sonbe'... —los labios de Seonjae se torcieron en una sonrisa amarga—. Dos años de matrimonio y todavía no me acostumbro a que me llames así.

'No tienes que acostumbrarte. Pronto, estaremos divorciados.'

Yeonu quería soltar algo enojada, pero no tuvo el coraje. En su lugar, sólo sonrió para sí misma y puso su anillo de boda en la mesa más cercana.

Pero momentos después, Seonjae lo recogió y lo puso de nuevo en su mano. 

—No tienes que ponértelo, pero deberías conservarlo de todos modos. Podrías necesitarlo.

Yeonu frunció el ceño. ¿Qué se suponía que significaba eso?

—Somos marido y mujer hasta que esos papeles estén admitidos. —le recordó.

Las palabras “marido y mujer” sonaban tan extrañas como “amor” saliendo de su boca. Pero a pesar de todo, el saber que este era realmente el final hizo que Yeonu se entristeciera un poco. Ella se dirigió a la puerta antes de que las lágrimas pudieran caer.

—Vuelve si no te gusta donde te quedas. —la llamó, ya sonando distraído.

Su voz era profunda y extrañamente tranquilizadora, pero no había ninguna emoción detrás de sus palabras. Hubo un tiempo en que se había enamorado perdidamente de él y le había encantado todo lo que tenía que ver con él.

Solía preguntarse cómo había tenido tanta suerte. Ahora le parecía gracioso, pero entonces lo decía en serio. Ella no tenía idea de lo desesperadamente solitario que sería ser su esposa.

Yeonu tenía miedo de empezar su vida por su cuenta, pero en realidad, había estado sola durante mucho tiempo. Vivir sola parecía una opción mucho mejor.

Su vida acababa de empezar.
Yeonu marchó hacia su futuro con confianza.

***

A la gente le gustaba decir que todos los seres humanos fueron creados iguales, pero la infancia de Yeonu le había enseñado lo contrario. Hasta que se casó, creía que cada persona tenía un rango bien definido en la sociedad.

Los padres de Yeonu trabajaban para otra familia. Eran los empleados -los sirvientes- de la familia propietaria de J Natural, una filial de J Group. El padre de Yeonu era el chófer de Jintae Ma desde hacía mucho tiempo, y su madre trabajaba en la cocina.

Vivían en un almacén remodelado de la propiedad de Ma, que era un subsótano. A Seunghye Ok, la esposa de Ma, le gustaba recordarles que estuvieran agradecidos por haber remodelado el espacio para que tuviera tres habitaciones.

Crecer en un ambiente así había hecho a Yeonu fuerte y decidida. Ella y su hermano Tae-u siempre habían sido estudiantes sobresalientes, lo que era motivo de gran orgullo para sus padres. Puede que la familia de Yeonu viviera en una pequeña casa en un sótano sin apenas luz solar, pero se querían mucho. Eran pobres, pero felices.

***

Dos años antes.

Yeonu tenía veintitrés años, y era su último semestre de universidad.

—Me voy a clase, mamá —llamó—. Llegaré tarde a casa, tengo que estudiar.

Estaba a punto de salir corriendo por la puerta cuando se dio cuenta de que su madre había dejado de fregar los platos y se agarraba la muñeca.

Yeonu se detuvo. 

—¿Qué te pasa?

—Mi muñeca está rígida, eso es todo. 

Sunjeong se llevó la mano al pecho.

Yeonu dejó su bolso y se acercó al fregadero. 

—Déjame lavar los platos, mamá. Deberías ponerle una bolsa de hielo. 

Empujó suavemente a su madre lejos de los platos.

—Estoy bien —insistió su madre, intentando coger otro plato sucio—. Ve a tus clases.

—Sólo me iba temprano porque terminé de arreglarme demasiado pronto —le dijo Yeonu—. Tengo tiempo para hacer esto.

Sunjeong dejó de discutir, sabía lo terca que podía ser su hija. Se alejó del fregadero, sintiéndose a la vez culpable y agradecida.

Yeonu terminó de fregar los platos rápidamente y fue a ver a su madre.

—Déjame ver. —dijo.

Sunjeong no podía mover la muñeca cómodamente. Parecía hinchada y estaba roja. El personal de la casa de Ma siempre estaba muy ocupado. No era de extrañar que los años de duro trabajo fueran un peaje en la salud de Sunjeong.

A Yeonu le dolía ver a su madre así. 

—Deberías ir al hospital, mamá. Haz que te revisen esto.

Sunjeong le hizo un gesto. 

—Estoy bien.

—No —dijo Yeonu—. Tienes que ir a ver a un médico antes de que empeore.

—Estoy bien —insistió—. Además, no tengo tiempo. A la Sra. Ok le van a entregar sus nuevos muebles esta mañana, y tengo que ir de compras con ella por la tarde.

—No tengo clases por la tarde hoy —dijo Yeonu inmediatamente—. Iré de compras con la Sra. Ok. Deberías ir a ver al doctor.

—No, está bien. No puedo pedirle a un estudiante de la Universidad S que haga trabajo sucio.

Yeonu sonrió. 

—Mamá. He estado sentada en un escritorio durante demasiado tiempo, de todos modos necesito moverme más. Mi espalda y cuello se están poniendo rígidos. 

Se retorció cómicamente para mostrar a su madre lo inflexible que era.
Sunjeong acarició el pelo de Yeonu con los ojos llorosos. 

—¿Cómo es mi hija tan dulce?
—Sólo soy dulce contigo.

Esa tarde, Yeonu se reunió con la Sra. Ok en el salón premium del departamento J tan pronto como terminó sus clases.
Ni siquiera había tenido tiempo de ir a casa primero, no quería arriesgarse a llegar tarde y obligar a la Sra. Ok a esperar. Afortunadamente ella, llegó después que Yeonu.

Yeonu se inclinó cortésmente.

—Hola, voy a sustituir a...

—Lo sé. 

Seunghye se dirigió directamente a la tienda, claramente desinteresada en cualquier cosa que Yeonu tuviera que decir.

Las compras comenzaron de inmediato. Yeonu estaba segura de que las compras de su jefe se acumularían en poco tiempo, así que discretamente se acercó a un miembro del personal y pidió una bolsa de papel, los libros que había tomado prestados de la biblioteca no cabían en su propia bolsa, y sería una molestia cargarlos en sus brazos toda la tarde.

—Para llevar los libros, entiendo. Sí, claro. Deja que te busque una bolsa. —dijo la empleada en voz alta, a pesar del esfuerzo de Yeonu por ser discreta.

Seunghye levantó la vista de los zapatos que estaba examinando y miró a Yeonu.

Desafortunadamente, la empleada no notó la irritación de la Sra. Ok, aunque sí notó la etiqueta de la Universidad S en el libro de Yeonu.

—No es de extrañar que la Sra. Ok no pueda dejar de hablar de su hija —dijo efusivamente—. ¡Estudias en la Universidad S! ¡Y eres tan bonita! ¡La Sra. Ok debe estar tan orgullosa!

Thump. El corazón de Yeonu cayó al suelo.

La mirada fulminante de Seunghye envió un escalofrío por su columna vertebral.

—No soy su hija, sólo trabajo para ella. —dijo Yeonu con cuidado a la empleada.

La mujer parecía avergonzada. 

—Oh... pensé que eras una estudiante. ¿Estás trabajando?

—Sí. —dijo Yeonu con firmeza, sin querer dar explicaciones.

La conversación terminó misericordiosamente allí, pero Seunghye todavía no parecía contenta.

—He terminado. 

La Sra. Ok ya había anunciado su intención de probarse los zapatos, pero se levantó y salió de la tienda.

Yeonu fue directamente tras ella, olvidando la bolsa de papel.

En lugar de navegar directamente a otra tienda de lujo. Seunghye se dirigió hacia el ascensor. Aparentemente, ya no estaba de humor para ir de compras.

Yeonu estaba indecisa, pero tenía que preguntar. 

—¿Ha terminado...?

Seunghye abofeteó la mejilla de Yeonu con fuerza, logrando que Yeonu se tambaleara hacia atrás. Momentos después, la sangre corría por su barbilla.

Pero Seunghye no se detuvo allí. Ella arrebató los libros de la biblioteca de las manos de Yeonu y los lanzó contra la pared.

—¿De verdad crees que vales algo, sólo porque vas a la Universidad S? Qué ridículo —espetó Seunghye, claramente furiosa—. ¿De verdad crees que vas a tener éxito, sólo porque has ido a una buena universidad? Deberías conocer tu lugar, mocosa desvergonzada.

Yeonu estaba indignada, pero no dijo una palabra, ni siquiera levantó la vista del suelo. Todo lo que podía hacer era permanecer allí con su mano presionando su mejilla. Sabía que sus padres sufrirían si se atrevía a defenderse.

—Tu padre es chófer y tu madre pinche de cocina —continuó Seunghye—. ¿Cuánto crees que ganan al mes?

Aparentemente satisfecha con su diatriba, Seunghye entró en el ascensor sin Yeonu.

Parecía que el viaje de compras había terminado.

Con un suspiro, Yeonu se dirigió hacia sus libros, esparcidos por el suelo. Las páginas arrugadas le recordaban su vida. Seunghye tenía razón, ella iba a vivir en la pobreza y habitar en la casa subterránea de Jintae Ma para siempre, no importaba cuánto tratara de cambiar las cosas.

Yeonu recogió sus libros mientras reflexionaba sobre su triste vida. La mayoría de las cubiertas estaban rotas. La biblioteca le exigiría un reembolso cuando los devolviera.

Miró los últimos libros sin comprender, extrañamente insegura sobre qué hacer a continuación. Entonces apareció una sombra ante ella y levantó la vista lentamente. El hombre que tenía delante era tan alto que casi se hace daño en el cuello al intentar verle la cara.

Llevaba un traje a medida, perfectamente cortado para acomodar sus largas extremidades y anchos hombros. También tenía unos ojos hipnotizadoramente hermosos y un rostro apuesto.

Seonjae Kang.

Ella lo conocía. Se habían visto una vez, hacía mucho tiempo, pero su cara no era precisamente fácil de olvidar. Antes de graduarse, había estado unos años por delante de ella en la universidad. Hacía tres años, ambos habían sido seleccionados como embajadores de la universidad y habían hecho una sesión de fotos juntos. Había sido un encuentro fugaz, pero él le había causado una fuerte impresión. Ella se acordaba de él, pero estaba segura de que él no se acordaba de ella.

'¿Vio lo que pasó con la Sra. Ok?' Eso era lo único que le importaba.

De repente, Seonjae le entregó un pañuelo. 


—La sangre. Límpiala.

'Así que él lo vio...'

—Puedes devolver el pañuelo más tarde. —añadió.

Ella le miró atónita, cogiendo el pañuelo automáticamente.

De repente, ladeó la cabeza. 

—Yeonu Lee.

Oh, no. No sólo había presenciado el incidente del ascensor, sino que se acordaba de ella. Fantástico.

Sin otra palabra, Seonjae se dio la vuelta y se alejó.

Yeonu miró fijamente el pañuelo por un largo momento, hasta que las lágrimas comenzaron a salpicar la tela.

Ella no estaba herida. Ni siquiera odiaba a la Sra. Ok. Yeonu siempre había sabido exactamente qué tipo de persona era Seunghye, e incluso había esperado que algo así sucediera durante el viaje de compras.

Pero aún así se sentía patética.

En el campus, ella trabajaba tan duro para aparentar que era feliz y amada. Ahora, Seonjae había visto la forma en que la Sra. Ok la trataba, y Yeonu sintió que su verdadera identidad había sido expuesta.

La hizo sentir dolorosamente miserable.

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