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FF – Capítulo 1

Debo tener un final feliz 

Capítulo 1: No hay emoción en un beso de dos personas 


25 de noviembre.

La música clásica sonaba suavemente en el majestuoso salón. La novia recorrió las mesas con un elegante vestido de noche y saludó a los invitados cogida de la mano del novio. Yeonu miró su brillante sonrisa y trasladó su mirada a las manos entrelazadas de la pareja.

'Supongo que así de feliz se supone que debe ser un matrimonio de verdad', pensó para sí misma.

No pudo evitar darse cuenta de lo diferente que era su realidad.

Yeonu la envidiaba.

—Es la boda de mi primo segundo. Él vino a nuestra boda, así que tenemos que asistir a la suya. Será una boda en una casa y el lugar es bonito. Te gustará. le dijo Seonjae, el marido de Yeonu.

Pero ella estuvo sin ánimo todo el tiempo a pesar del hermoso escenario.

No porque tuviera envidia por los novios.

No era una ocasión cómoda.

Para ellos, las bodas eran actos de negocios.

Los temas de conversación giraban en torno a negocios, acciones, competidores o políticos.

Yeonu no podía comer en paz durante conversaciones así.

Pero ella prefería soportar eso que lo que estaba sufriendo ahora.

De alguna manera, se había sentado en la misma mesa que sus suegros.

—Todavía no hay noticias de un bebé. Lleváis dos años casados. —comentó la tía de Seonjae desde el otro lado de la mesa.

—Uh...

Yeonu dejó caer su tenedor ante su comentario. La salsa en el utensilio manchó su vestido beige de naranja.

Yeonu se inclinó para recogerlo, pero finalmente se dio por vencida.

Podía sentir la mirada de reproche sobre ella.

Era la mirada de su marido Seonjae Kang, el hombre hermoso que destacaba incluso en una boda resplandeciente como ésta.

Le estaba indicando que cuidara su comportamiento. Yeonu se sentó derecha.

Su piel clara se volvió roja en un abrir y cerrar de ojos.

—Sólo han pasado dos años —respondió Seonjae—. Todavía somos recién casados y no hemos pensado en niños todavía.

Su sutil sonrisa era lo suficientemente amable como para ser cortés. Su tono era tranquilo.

Seonjae tenía un comportamiento suave que era natural en él, lo que intimidaba a Yeonu.

—¿Todavía se consideran recién casados? Entonces nunca experimentarán la picazón de los siete años. Haha.

El tío soltó una carcajada.

—¿Qué es la comezón de los siete años? —preguntó Seonjae amablemente.

—Jaja. Qué chico tan suave.

El otro tío se rió entre dientes.

'Guau. Este tío es un actor brillante. Probablemente se habría convertido en un actor profesional si no hubiera heredado su negocio', Yeonu no pudo evitar pensar.

Sintió que se iba a atragantar con la comida y no pudo tomar otro bocado.

Pero la tía continuó, ajena a la vergüenza de Yeonu.

—¿Qué tal si aprendes algo sobre el negocio si no estás planeando tener un bebé? Eres la esposa del vicepresidente de los Grandes Almacenes J, después de todo. Al menos deberías hacer alguna obra de caridad.

—Yeonu sólo tiene veinticinco años, tía. Quiere estudiar un poco más. —la defendió Seonjae mientras le ponía la mano en el hombro.

Yeonu se estremeció al contacto de su mano, que carecía de toda calidez, y le dio a Seonjae una sonrisa que no fue más allá de sus labios. Ella misma estaba acostumbrada a montar un espectáculo.

—Pero si ya tienes treinta años. —comentó amargamente la tía de Seonjae.

—¿Qué mencionaste que estabas estudiando otra vez? —intervino la otra tía.


—Arqueología e historia del arte, tía. —respondió Seonjae en mi nombre.


—¿Arqueología e historia del arte? —preguntó irónica—. ¿Qué hay que estudiar? ¿No se limita todo a excavar la tierra y voltear piedras en esa carrera?


Ese fue un comentario escandalosamente irrespetuoso hacia Yeonu.


Ella se sintió ofendida, pero no pudo replicar.


—Puedes estudiar eso cuando quieras si insistes, pero hay un límite de edad cuando se trata de tener hijos. Deberías aprovechar haberte casarte joven.


Las otras tías de la mesa asintieron.


—Vamos. Ya está bien. Deja de intimidar a tu sobrina política. Es una ocasión feliz —el tío intervino al fin.

Cualquiera que fuera el tema, Yeonu nunca tuvo la oportunidad de hablar.

Se sentía como una marioneta. O más exactamente, una clavija cuadrada en un agujero redondo.

Ella no encajaba.

Sólo estar en la misma mesa con estas personas era intimidante y sofocante para ella.

* * *

Yeonu fue al baño después de que terminaron de comer.

Necesitaba quitarse la mancha que se había hecho en el vestido al dejar caer el tenedor durante la comida.


La mancha se aclaró un poco después de enjabonar y frotar.

—Uf... hoy me he equivocado de vestido.

Era un vestido simple y elegante de color beige que se adaptaba a la piel clara de Yeonu, pero se arrepintió de su elección.


Además, había refrescado a medida que el día oscurecía.


Su vestido tenía un escote redondo que mostraba su clavícula.


Y su rebeca no le cubría el cuello.


'No quiero salir. ¿Me quedo aquí hasta que sea hora de volver a casa?'

Se rió de su astuto plan.

Pero la sonrisa no duró mucho.

Sus suegros entraron en su espacio.


Yeonu fingió que estaba arreglando su maquillaje en lugar de tomar un respiro.

La tía de Seonjae se acercó a Yeonu y la examinó de arriba abajo. Tenía una mirada de desaprobación en su cara como si nada de Yeonu le gustara.


—¿Hay algún problema entre ustedes?


—¿Perdón? —Yeonu la miró con los ojos muy abiertos.


—Es el trabajo de una mujer.


—...


—Seducir a un hombre es una habilidad. —dijo claramente.


Yeonu pensó que su habilidad para sacar temas incómodos como este con despreocupación era bastante impresionante.

Incluso sus suegros nunca le dijeron tales cosas.

Se inclinó cortésmente sin decir una palabra y salió del baño.


Yeonu era muy consciente de la razón por la que la familia de Seonjae no la quería.

Ella era de una familia mediocre, y su matrimonio fue tan repentino que sus parientes no tuvieron la oportunidad de presentarle chicas más agradables.


'¿Seducir a un hombre es una habilidad?'

Cierto. Yeonu tuvo que admitirlo. Ella estaba siendo regañada.

Dio un largo suspiro. Cuando levantó la vista, se encontró en el patio trasero después de caminar sin rumbo.


Entonces se dio cuenta de que había un perro llorando en una vieja caseta aislada.


Tenía el color dorado de los campos otoñales.


Yeonu se acercó y dijo—: Supongo que tú también estás solo.


Se sentía más cómoda hablando con un perro que con la gente.


—¿Tú también tienes frío? ¿Por qué lloras?


El perro no se mostraba nada reservado y parecía querer que lo acariciaran.

Seguía lloriqueando apenado.


'Los dos somos muy desgraciados.

No tenemos a nadie a quien recurrir en este gran mundo. Me siento tan perdido y vacío.'


Yeonu sintió pena por el perrito. Se acercó para acariciarle la cabeza.

—¡Oh! ¡Jesús! ¿Quién hizo esto?

Se dio cuenta de que había fragmentos de vidrio delante de la caseta del perro.


Yeonu comprobó la pata derecha del perro y se dio cuenta de que estaba cubierta de sangre.

Debió pisar los fragmentos y cortarse la pata.


—Oh, no.


Yeonu no sabía qué hacer por el pobre perro.


Afortunadamente, vio a un encargado cuando se levantó.


—¡Perdone! ¿Podría venir un momento?


—¿Qué pasa, señorita?


El encargado se dirigía a la sala exterior, pero cambió de rumbo.


—Aquí hay fragmentos de cristal. El perro se ha hecho daño en las patas. ¿Podría curarle la herida?


El gerente parecía más perturbado por lo mucho que a Yeonu le importaba el perro más que por su lesión.


Arrugó las cejas mientras miraba al perro.


—Puedo limpiar los fragmentos pero no puedo llevarlo al veterinario ahora mismo... Puedes irse. Lo llevaré mañana, cuando acabe la ceremonia.


—Sería demasiado tarde mañana. ¿No deberíamos darle un tratamiento de emergencia al menos? —Yeonu suplicó desesperadamente.


Estaba tan decidida y firme que parecía una persona completamente diferente a la chica del salón de bodas al aire libre.


—Lo haré yo misma. ¿Podrías decirme dónde puedo darle al perro un tratamiento de emergencia? —Insistió.


El encargado no parecía muy contento.


—No hay ninguna esquirla en la carne y la herida es pequeña. Creo que sólo necesito desinfectar la herida y ponerle apósitos. —imploró con seriedad.


El gerente no tuvo más remedio que traerle el botiquín de primeros auxilios.

Yeonu limpió la sangre del pelaje del perro, desinfectó el corte y vendó la herida.


—Ya está. Gracias por tu ayuda.

—De nada. Yo debería darle las gracias a usted, señorita —el encargado sonrió por fin—. Me dijeron que había un perro mestizo en esta casa. No tenía ni idea de que estuviera aquí. Los perros se guardan en otro sitio.


—Ah, ya veo...


—A la señora sólo le gustan los de pura raza. Debe ser por eso que tienen a este aquí.


Yeonu simpatizaba aún más con el perro ahora que conocía su historia.


Se quedó mirándolo durante mucho tiempo después de que el gerente se fuera.


'Debes haberte sentido muy solo ya que eres un animal y ni siquiera puedes hablar. No es culpa tuya que seas mestizo.'


Yeonu acarició el lomo del animal y lo consoló suavemente.


Deseaba que el perro se mantuviera fuerte en este mundo cruel.


Él parecía ansiar el contacto humano y se acercó ligeramente a Yeonu.


Ella tampoco podía alejarse del perro.


—Debería quedarme aquí contigo.


Los labios de Yeonu se curvaron en una gran sonrisa mientras se agachaba en el suelo.


Era fascinante mirar a los ojos del perro.


¿Cómo son los ojos de los animales tan profundos y hermosos?


Los enormes ojos negros parecían ser capaces de ver a través de ella.


Eran hipnotizantes.


—Gracias. Nos encontraremos de nuevo.


Yeonu escuchó un extraño sonido en sus oídos y pensó que estaba escuchando cosas.


—¿Qué fue eso? 


Miró a su alrededor sorprendida.


Le pareció extraño ya que no había nadie a su alrededor excepto el perro.


—¿Has oído algo?


Le preguntó, que no pudo contestar.


—Qué raro. ¿Qué ha sido eso?


Debería haberla asustado, pero Yeonu no se estremeció ya que estaba con un adorable cachorro.


Ella simplemente asumió que todo estaba en su cabeza.


—¿Qué estás haciendo? —escuchó una voz que venía de detrás de ella y el perro.


La reconoció enseguida. Era la voz de su marido Seonjae.

Yeonu se dio la vuelta.


No tenía ni idea de cuándo había llegado.

Seonjae tenía una mirada de desprecio en su cara. 


—Te he estado buscando.


Su corazón latía al ritmo de sus pasos mientras él caminaba hacia ella.


Su rostro ablandado volvió a ponerse rígido.

La aparición de Seonjae había convertido a Yeonu de nuevo en la chica tímida que era.


Él frunció el ceño después de escanearla de arriba abajo con una mirada crítica.


—¿Qué le pasó a tu vestido?


Debe haber notado la mancha de sangre en su vestido beige.


Probablemente era por tratar la herida del perro.


—Este perro se hirió. Lo estaba curando. —respondió.


La arruga entre las cejas de Seonjae se hizo más profunda.


Luego se dio la vuelta y se alejó.


—Hora de irse.


Yeonu estaba descorazonada por su respuesta despiadada, pero lo siguió dócilmente sin decir una palabra.


Los dos volvieron a la sala al aire libre donde se celebraba la boda.


Muchos invitados ya se habían ido.


Sólo cuando llegaron a la sala, Seonjae se giró para mirarla.


La escaneó de arriba abajo otra vez.


Yeonu no pudo soportar su mirada y bajó la cabeza.


—¿No crees que estás siendo entrometida? —preguntó Seonjae con sarcasmo—. Ahora tienes sangre en tu vestido.


Su vestido parecía aún más desordenado bajo la luz.


Ella levantó la vista cuando escuchó su crítica tardía.


Yeonu no pensó que fuera justo.


—¿Cómo puedo dejarlo cuando...? —soltó en el calor del momento—Cuando sé que está herido…


Pero su voz se quebró cuando vio los ojos de desaprobación de Seonjae.


Este era el momento que más temía.


Yeonu tragó saliva en silencio.


La mirada aguda de Seonjae parecía que podía cortar el aire tranquilo de la noche.

Era mucho más alto que ella y la miraba con los ojos entrecerrados.

Tenía finas arrugas en los párpados dobles cuando miraba hacia abajo y los relámpagos proyectaban una sombra en su rostro cuando daban en su nariz alta y recta.

El hombre ya era difícil de ignorar cuando no hacía nada. Yeonu no estaba segura de qué hacer consigo misma cuando él la miraba fijamente con ese rostro tan apuesto.

Ella encorvó los hombros sin darse cuenta. Seonjae dio un paso hacia ella.


—Hoy voy a llegar tarde. Vete a casa primero. —susurró Seonjae con voz grave.


Incluso su voz grave parecía estar cubierta de sombras.

Seonjae tenía la habilidad de cambiar el aire de la habitación con su propia vibración.

Yeonu estaba tan intimidada que no pudo decir una palabra. Unas pocas personas pasaron por detrás de Seonjae.

Reconoció a algunos de ellos.

—Date prisa, Seonjae. —le dijo uno.

—Sólo un segundo. Estoy llevando a Yeonu.

—Ugh, que romántico. Nos vemos luego, Yeonu.

—Te dije que la llamaras Sra.Kang. —Seonjae replicó bromeando.

Yeonu tocó su cuello que estaba expuesto al aire lúgubre.

'No tienen idea de lo patética que es nuestra relación.

Lo asustada que estoy de este hombre.

Qué clase de vida estoy viviendo.

Qué pasa por mi cabeza mientras soporto todo esto.'

Seonjae no se dio cuenta de su angustia y se acercó aún más a ella.

—¿Mi tía te dijo algo cuando estabais a solas?

—Sólo preguntó... si hay algún problema entre nosotros.

Hah... El suspiro de Seonjae le hizo cosquillas en las pestañas.

—¿No puedes ser más agresiva con esa gente?

—...

—¿Ves? Puedes poner esa mirada cuando estás conmigo.

—Deberías irte. Parece que todos te están esperando.

Yeonu le dio la espalda. Ella ya no quería hablar con él.

Y también necesitaba ir a casa. Había mucho que hacer en casa.

—Espera —Seonjae agarró su brazo de repente. Su delgada muñeca encajó en su palma sin esfuerzo—. Mi tía está mirando.

Seonjae soltó su brazo y suavemente envolvió su enorme mano alrededor de su cintura. La atrajo hacia sus brazos.

Yeonu casi deja escapar un gemido, pero se las arregló para contenerlo.

—¿Sabes lo que me dijo? Dijo 'no tomes demasiados anticonceptivos'.

Seonjae se inclinó y se burló.

Yeonu no podía ver a su tía.

Pero ella no podía girar la cabeza.

—Hmpf. Ella no tenía ni idea del tipo de relación que tenemos. —él se burló.

Debe haber parecido una sonrisa cariñosa que puso en forma a su esposa a sus tías.

—¿Siguen vigilándonos? Pobablemente hay algo que quieren comprobar.

El corazón de Yeonu dio un vuelco ante su respiración.

Se sentía como si estuviera siendo tragada por sus ojos oscuros.

Pero no podía encontrar un rastro de emoción en ellos.

Yeonu intentó apartarse porque no quería caer bajo su hechizo, pero Seonjae apretó sus manos alrededor de su cintura.

Había predicho su reacción y le dedicó una sonrisa cruel pero hechizante.

Este hombre era muy consciente de su propio encanto.

Su hombro suficientemente ancho bloqueó parte de la luz antes de que alcanzara a Yeonu.

—¿Por qué esquivaste? Sabes lo que voy a decir.

Yeonu podía sentir su mirada aguda en lugar de la luz sobre su piel clara y translúcida.

—Mira hacia arriba y rodea mi cuello con tus brazos.

No estaba preguntando. Era una orden.

No lo decía en serio. Era un teatro.

Su voz se sentía chirriante en su suave piel.

Era hora del espectáculo.

Un espectáculo que tenían que hacer para los parientes de Seonjae, que los miraban sospechosamente.

Yeonu levantó sus brazos y los envolvió alrededor de su cuello.

Sus manos subieron desde su cintura y acariciaron su cabello.

Cuando su dedo se deslizó por su oreja y sus ganancias, ella pudo sentir el lóbulo de su oreja ardiendo como si la hubieran azotado.

Seonjae le agarró el pelo de la nuca y bajó los labios.

Sus miradas se cruzaron.

Separó ligeramente los labios y le dio una orden sin palabras.

Y arrugó los ojos fugazmente cuando ella no obedeció.

Luego apretó sus pequeños y carnosos labios contra los suyos como si se los estuviera tragando.

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Chupó y se burló de sus labios vigorosamente dentro de su boca. Yeonu no tuvo más remedio que ceder y darle espacio.

Su respiración entrecortada y entrecortada finalmente se ralentizó mientras se resignaba a su destino.

Una pequeña lágrima apareció inesperadamente en la esquina de sus ojos.

No había nada más patético que un beso sin sentimientos.

Pero su aliento caliente y excitante la hizo preguntarse si su hombre también podría tener algo de emoción.

Sabía que ese pensamiento sólo la haría más desgraciada, pero no pudo evitar sentirse atraída durante el beso.

Se odió a sí misma por ello, así que se debatió ligeramente entre sus brazos.

Pero él parecía disfrutarlo más porque sabía que ella lo odiaba.

Latido. Latido. Latido. Latido. Sentía como si él persiguiera su corazón acelerado.

Ella corría y él la perseguía.

Se la tragaba agresivamente como si quisiera quitarle todo el aliento.

Este era el tipo de hombre con el que estaba viviendo.

Había estado soportando todo esto.

¿Quién la creería si dijera que se habían besado menos de diez veces contando ésta durante su matrimonio?

Además, el hombre era demasiado bueno con las mujeres.

Ella le odiaba. Le guardaba rencor.

Y se odiaba a sí misma por haber caído bajo su hechizo.

Pero decidió hacer todo lo que él le pidiera hoy.

Porque éste sería el último día.

Ya no seguirían juntos.

Iban a divorciarse.

Su beso agresivo la hizo más decidida.

'Este será nuestro último beso.'

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