0
Home  ›  Chapter  ›  Seré la reina

SLR – Capítulo 3

Hermana, en esta vida seré la reina

Capítulo 3: La bella Isabella, mi némesis que me lo arrebató todo

Césare se burló. 

—¡Isabella era mía desde el principio! El macho más fuerte se merece a la mujer más hermosa. ¿Sabes lo humillante que fue cuando tu padre te ofreció en su lugar?

Ariadne miró boquiabierta a Césare.

—Tu hermana era la dama más bella de San Carlo. Pero cuando le pedí a tu padre su mano, ¡te recomendó a ti en su lugar! ¿Tienes idea de lo insultado que me sentí? ¡Cómo se atreve!

Delante de Ariadne, Césare divagó sobre lo abatido que se sentía tras haber sido rechazado.

Ariadne era una "buena mujer". Perdonaba una y otra vez a su hombre, incluso cuando hacía las cosas más atroces. Le enseñaron que ésa era la única forma de ser amada.

El aspecto de Ariadne nunca fue comparable al de su hermana, que era extraordinariamente guapa. A Ariadne le gustaba estudiar, pero su irritable madrastra siempre interrumpía la educación de Ariadne, diciendo que no había necesidad de que una dama virtuosa persiguiera logros académicos.

Ariadne no tenía más remedio que ser "buena". No estaba en su naturaleza ser amable u obediente, pero era la única forma que conocía de sobrevivir en un mundo que la condenaba al ostracismo: renunciando a lo que le pertenecía por derecho, cediendo, sometiéndose, obedeciendo y disculpándose. Ariadne había creído que era la única manera, hasta ahora.

—¿Estás diciendo que yo era una sustituta?

Césare torció su hermoso rostro en una sonrisa burlona. Parecía que le faltaba un tornillo.

—¿Sustituta? —se acercó y estiró la mano para levantarle la barbilla. Luego escupió entre los dientes apretados—: Por favor, debe de ser una broma. No eres una sustituta adecuada.

Episodio-3-En-esta-vida-soy-la-reina

A pesar de su cuerpo tembloroso, Ariadne miró atentamente el rostro de Césare. Su labio superior dejaba ver los caninos cuando se enfadaba. Sus cejas rojizas de corte limpio fluían suavemente desde su alto puente nasal. Los músculos de su alta frente se crispaban con rabia.

Y sus ojos. Por alguna razón indescifrable, sus ojos ardían de furia.

Ariadne conocía a Césare como a la palma de su mano. Nunca le había entendido del todo, pero conocía sus patrones de comportamiento gracias a años de experiencia acumulada.

Ariadne tuvo un presentimiento: probablemente hoy sería el último día que vería a Césare.

Césare le apartó bruscamente la mano derecha de la barbilla. Incapaz de soportar su fuerza, Ariadne se desplomó en el suelo.

—Fuera de mi vista y no vuelvas a aparecer.

Ariadne se había topado con muchas señales de advertencia. A pesar de todo, optó por permanecer a su lado como la tonta que era, incapaz de tirar por la borda sus esperanzas. Ella sabía que esto sucedería.

* * *

El cardenal de Mare era clérigo. Pero era costumbre que los clérigos de su época tuvieran hijos. Su amante, Lucrecia, era de sangre noble y actuó como si fuera su verdadera esposa después de dar a luz a sus tres hijos. Crió a sus tres hijos como si fueran suyos y los crió lujosamente.
Entre sus hijos, su segunda hija, Isabella, sólo tenía 17 años, pero era famosa por su belleza entre los nobles. Era el tesoro de Lucrecia y el orgullo del cardenal.

—Padre, no quiero casarme con ese hombre. —Isabella lloriqueó adorablemente al Cardenal. Tenía el pelo rubio y su piel impecable era de un tono melocotón.

Sus ojos amatista brillaban lastimosamente. 

—He oído que es vicioso como una bestia, y hay rumores de que es un bastardo.

El Cardenal palmeó suavemente a su hermosa hija en la cabeza. —Sí, sí. Ya lo sé. La familia real proclamó que es primo del Príncipe, pero en realidad es bastardo del Rey. No pienso darle mi hija a un bastardo.

El cardenal hablaba como si sus hijos hubieran nacido de su legítima esposa.

Isabella rió suavemente. Parecía una linda hada, una vez que una sonrisa apareció en su rostro de aspecto inocente.

—Padre, siempre me dijiste que diera renombre a nuestro apellido. Me convertiré en la noble más bella del Reino. No puedo conformarme con un simple Conde.

—Le diré al Conde que has caído enferma. No podrá obligar a una chica enferma a casarse.

—Pero no podemos ignorar una propuesta del Conde de Como —una voz fría interrumpió desde atrás. Era la amante del Cardenal, Lucrecia—. He oído que el Conde pronto se convertirá en margrave. No debemos herir sus sentimientos.

Un margrave era responsable de defender las fronteras del Reino. Aunque pudiera parecer que el Conde era expulsado de la capital, se le daría una gran fuerza militar. Sin embargo, el Conde no era un esposo adecuado para la hija del Cardenal, ya que existía la posibilidad de que el Conde muriera en una batalla contra el Reino de Gallico.

El Cardenal no podía arriesgarse a caer en desgracia con el Conde, ya que éste ejercería un gran poder militar como margrave. Sería desastroso que el Conde diera un golpe de estado y enviara sus tropas a la capital.

Aunque el cardenal no tenía intención de entregar a su hija más preciada, necesitaba mantener una relación favorable con él. El Cardenal necesitaba una sustituta para su hija. Pero la sustituta tenía que carecer de valor, por si acaso necesitaba cortar lazos con el Conde.

—Un bastardo le vendrá bien a otro bastardo. Envíe a Ariadne, Su Eminencia.

—Ariadne... Hacía tiempo que no oía ese nombre. 
El Cardenal sonrió ampliamente, mostrando sus dientes.

* * *

La madre de Ariadne era una criada que servía a Lucrecia. Una noche lluviosa, el cardenal estaba en estado de embriaguez y se acostó con la criada de Lucrecia. Ésta se puso furiosa cuando se enteró, pero la criada ya estaba embarazada del Cardenal. Justo después de dar a luz, la criada fue encerrada en una habitación en lo alto de la torre. El recién nacido no era un varón ni se parecía al Cardenal.

Ariadne creció en el alojamiento de los sirvientes y nunca recibió una educación adecuada. Incluso a los 15 años, no sabía escribir, pintar ni tocar ningún instrumento. Pero la primavera en que Ariadne cumplió 15 años, el mayordomo del Cardenal, Nicolo, le dijo que hiciera las maletas y se mudara al castillo principal. En aquel momento, Ariadne se alegró de que su padre por fin se acordara de ella. Pensó que había perdonado a su madre de baja cuna y aceptado a Ariadne como su familia.

'Familia y una mierda.'

El Cardenal y sus tres hijos explotaron a Ariadne hasta los huesos y la traicionaron una vez que se quedó seca. Si eso era lo que significaba familia, sí, eran una familia impecable.

* * *

Acepto tu propuesta. La hija de la familia de Mare se comprometerá con el Conde de Como.

Césare de Como estaba eufórico por la respuesta. La joya del Cardenal, Isabella, era el sueño de todo hombre. Tener su mano en matrimonio demostraba que era el hombre más distinguido de la capital.

Con su cabello rubio, su piel blanca y perfecta y sus mejillas color melocotón, Isabella parecía el icono de un ángel. Cuando sus ojos amatistas se plegaban en una sonrisa, parecía un hada de los antiguos mitos. Pero Isabella parecía más hermosa con una expresión sombría. Cuando su bello rostro se tiñó de tristeza, todo el mundo aprovechó la oportunidad para aliviar su pena.

Y ese era exactamente el aspecto de Isabella en ese momento, de pie frente a Césare.

—Lady Isabella, ¿por qué se ve tan triste?

—...

—¿No soy adecuado para usted? Puede que no sea el heredero al trono, pero soy primo del Príncipe y soy Conde. La tierra que pronto me será otorgada es rica y hermosa. Soy el mejor futuro esposo de la capital en este momento. Estoy dispuesto a darte todo para hacerte feliz...

—No soy yo.

—¿Qué?

—No soy yo la prometida, Conde Césare.

Césare estaba estupefacto. 

—Pero he recibido una respuesta positiva de...

Isabella le miró con ojos apenados y habló con voz suave—: La hija que se menciona en la carta es mi hermana pequeña, Ariadne. No muchos nobles la conocen. La verdad es que... Mi hermana pequeña siempre se sintió inferior a mí. Le dio un ataque, pidiéndole a mi padre que le encontrara el mejor novio en nuestro Reino. Al final, nadie pudo detener su terquedad y mi padre cedió. 

Isabella bajó sus pestañas doradas y suspiró profundamente.

»Yo... fui bendecida con muchos más dones, al crecer. Y mi padre me dijo que debía ceder el paso a mi hermana esta vez…

Las lágrimas brotaron de sus ojos violetas.

Isabella miró al suelo en un intento de ocultar sus lágrimas. 

»No puedo ir en contra de los deseos de mi padre, Conde Césare. 

Su voz descorazonada era lastimera.

—Conde Césare, siempre le he admirado de lejos durante las ceremonias de adoración. Pero nos convertiremos en una familia, ¿verdad? Tales deseos románticos no están permitidos entre miembros de una familia. Enterremos nuestros sentimientos en nuestros corazones.

—...¡Pero!

—Shh-

Isabella bloqueó la boca de Césare, presionando su delgado dedo blanco contra sus labios. Cuando su carne rozó el interior de sus labios, Césare respiró agitadamente, sobresaltado por el repentino contacto.

—Ariadne es una buena chica. Por favor, sé amable con ella. Era lo único que quería decirte.

Con esas últimas palabras, Isabella regresó con su familia a la sala de culto principal.

Devastado, Césare se quedó mirando la espalda de Isabella, hasta que encontró su pañuelo de encaje en el suelo. Lo recogió con cuidado y lo guardó en la chaqueta de su traje. Quiso oler el pañuelo para sentir su aroma, pero le pareció una blasfemia.

Sintió débilmente el calor de ella en el pañuelo, cerca de su pecho. Se llevó la mano derecha al corazón.

Latido, Latido.

Su corazón latía con fuerza. No sabía si era porque se había excitado al ver a Isabella o porque estaba furioso por haberla dejado escapar.

Césare levantó la mirada y vio de lejos al Cardenal. Él charlaba con sus conocidos, y a su lado había una muchacha de pelo negro que se miraba los pies.

La muchacha era innecesariamente alta. Su espalda encorvada la hacía parecer una sirvienta humilde y su piel bronceada parecía barata.

Césare siguió mirando al cardenal y a la chica de pelo negro, que tenía los hombros encogidos. Por culpa de esos dos, su trofeo dorado fue arrebatado ante sus ojos.

'Lo habían arruinado todo.'

* * *

—¡Giacomo!

—¡Sí, Alteza!

—Escolta a Lady Ariadne a lo alto de la torre oeste y hazla convalecer. Ella es incapaz de llevar a cabo el deber de la Reina porque su histeria está creciendo insufriblemente. Ocúpate de ella disimuladamente ya que es desagradable a la vista.

—¡Sí, Alteza!

Clank

{getButton} $text={Capítulo anterior}

{getButton} $text={ Capítulo siguiente }
Pink velvet
tiktokfacebook tumblr youtube bloggerThinking about ⌕ blue lock - bachira meguru?! Casada con Caleb de love and deep space 🍎★ yEeS ! ★ yEeS !
3 comentarios
Buscar
Menú
Tema
Compartir
Additional JS