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SLR – Capítulo 567


Hermana, en esta vida seré la reina

Capítulo 567: Ayuda de una fuente improbable

Irene estuvo a punto de ser alcanzada por las flechas cuando cabalgaba hacia la mansión del duque Harenae. La habrían convertido en erizo si se hubiera detenido sólo tres segundos después; de hecho, pensó que así sería su final.

Contrariamente a lo que esperaba, el centinela verificó su identidad, la saludó cortésmente y abrió una entrada lateral para admitirla a ella y a su grupo.

Siguieron a un criado a través de un gran jardín, algo anticuado pero bien cuidado, y atravesaron un pasillo pavimentado con anchas piedras areniscas. Mientras las guiaban al interior de la mansión, Irene trató de calcular la probabilidad de que Bianca le concediera una audiencia. '¿Un treinta por ciento?' No entendía por qué les habían abierto la puerta. ¿Quizá las habían dejado pasar como gesto de cortesía hacia el marquesado de Manchike, para llevarlas ante el mayordomo o algún otro criado de la casa y despedirlas con una gentil admonición?

Por lo que Irene había visto de Bianca de Harenae, no le interesaba la política. Puesto que aún no había heredado oficialmente el título de duque, debería haber estado buscando el favor del gobierno central o tratando de encontrar un partidario poderoso, como el papa o el gran duque Assereto, para conseguirlo. Sin embargo, lo dejó pasar con una carcajada y se abstuvo de hacer enemigos.

'Si Bianca de Harenae me entrega un barco hoy, se enemistará con la Gran Duquesa Viuda Rubina. ¿Realmente asumirá ese tipo de peligro por Lady Julia Helena y Manchike?' No importa cuántas veces Irene se hiciera esta pregunta, la respuesta era no. Por eso, aunque la escoltaran hasta el interior de la casa tras evitar una lluvia de flechas y la dejaran entrar, no creía que Bianca fuera a reunirse con ella.

Sintió una punzada de ansiedad cuando ella y dos de sus subordinados pasaron por debajo de un gran arco.

—Los otros dos tendrán que esperar aquí —le dijo el criado. Eso significaba una reunión privada: ¡el duque Harenae iba a verla! De repente, su cabeza empezó a dar vueltas.

N/T: el título de Bianca es masculino porque lo procede de su padre, así que por eso se dirigen a ella en forma de "duque".

***

Toc toc.

—Su Gracia, he traído a la Vizcondesa Panamere de Manchike para verlo.

En el silencioso despacho había un escritorio gigantesco y, tras él, una persona aún más gigantesca: la altísima gobernante de Harenae. Llevaba el pelo castaño recogido en una coleta y vestía pantalones de hombre de interior, camisa de seda y una sencilla chaqueta. Irene, que también se había puesto pantalones en previsión del trabajo que iba a realizar en la playa, sintió de repente una sensación de parentesco con el duque Harenae, es decir, con Bianca de Harenae. Pero el sentimiento tenía que ser mutuo; un parentesco unilateral por su parte no serviría de nada.

—Vizcondesa.

La voz de Bianca era baja y cautelosa. En cuanto ella, la de mayor rango, habló primero según la costumbre, Irene inclinó la cabeza y se arrodilló.

—¡Le agradezco de todo corazón que me haya concedido esta audiencia a pesar de no tener cita!

Al lado de Ariadne, Bianca parecía un polluelo. Ahora parecía tan elevada como el cielo. Su actitud también era diferente a la que había tomado con Ariadne; estaba serena y no prestaba toda su atención a Irene.

—¿Qué le trae por aquí?

—¡Por favor, rescaten a mi señora!

Uno no podía evitar estar desesperado en situaciones urgentes como ésta. Irene se quedó sobre una rodilla mientras contaba toda la historia en tono apasionado.

—...justo entonces, la Gran Duquesa Viuda Rubina se quejó repentinamente de encontrarse mal y dio la vuelta al barco, ¡dejando a mi señora y al Gran Duque Césare completamente solos en Il Liberta Mondo!

La expresión de Bianca, que había permanecido completamente inmóvil hasta ese momento, cambió por primera vez.

—¿En Il Liberta Mondo? —levantó la cabeza y miró a Irene a los ojos—. Allí vive una jauría de perros salvajes.

Irene se puso mortalmente pálida.

Siendo una persona con sentido común, la primera preocupación de Bianca fue la seguridad de Césare y Julia Helena en la isla desierta. Sólo cuando terminó de preocuparse por eso se le ocurrió que Rubina había hecho algo escandaloso.

—Espera. Entonces la gran duquesa viuda...

—¡Exactamente! ¡Todo esto es parte de su plan para hacer que los dos pasen la noche solos, evitando que Manchike cancele el matrimonio y les obligue a dejar que mi señora se case con el gran duque!

Bianca no tenía edad suficiente para preocuparse por su tensión arterial, pero el engaño de Rubina era lo bastante grave como para elevar la suya. Se llevó dos dedos a la frente. '¡No me extraña que fuera una señora de la realeza quien hiciera esto...!'

Su nodriza, la baronesa Gianelli, le había inculcado el odio a Rubina desde pequeña. Además de este odio, sentía una oleada de rabia hacia León III, cuya negligencia había permitido que las cosas llegaran tan lejos. Sin embargo, ya no estaba en condiciones de tomar decisiones basándose únicamente en si alguien le caía bien o mal.

'Me pregunto si su apuesta realmente funcionará'. En su opinión, Césare y Julia Helena podrían salir vivos de esta debacle si fueran rescatados y traídos de vuelta antes de la puesta de sol. Su reputación se resentiría por haber pasado tiempo con un hombre sin carabina, pero las circunstancias serían demasiado confusas como para que alguien la acusara de perder la virginidad.

Sin embargo, si pasaban toda la noche en la isla, nadie podría salvarlos. Todo el mundo -no sólo la alta sociedad de San Carlo, sino también todos los de Manchike- estaría seguro de que ella era mercancía dañada. Cualquier posible marido que conociera en adelante sacaría el tema antes que cualquier otra cosa y exigiría una rebaja. A pesar de ser la hija de un soberano y la única descendiente superviviente de un emperador, tendría que buscar hombres de rango conde o inferior para encontrar un marido que pasara por alto el asunto.

Bianca miró primero la hora. Eran poco más de las cuatro de la tarde. Sólo disponían de un estrecho margen de tiempo.

'Podría emitir una orden ahora mismo y sacar un barco lo antes posible. Aun así, no zarparía hasta las cinco. Con un viento favorable, el viaje a la Isla de los Delfines durará dos horas o quizá un poco menos.'

Y si encontraban a Césare y Julia Helena en cuanto llegaran, podrían rescatarla -a ellos- antes de la hora de cenar. No necesitarían volver a tierra firme antes de la puesta de sol, ya que Bianca y su gente podrían servirles de coartada.

'Aún estoy en edad de necesitar una carabina, pero estoy a punto de convertirme en una'. Bianca dejó a un lado su confusión interior y preguntó:

—¿Qué opina el gran duque de todo esto?

Toda su deliberación no serviría de nada si Césare ya se había acostado con Julia Helena en la playa.

Irene se sintió momentáneamente avergonzada ante la idea de que su señora fuera tan impopular, pero apretó los dientes y contestó:

—No parece tener ningún sentimiento al respecto.

Bianca conocía bien a Césare. Si decía que no quería algo, era porque realmente no lo quería, sobre todo cuando se trataba de sus sentimientos por una mujer.

—Si le sirve de ayuda, parecía no tener ni idea de lo que había tramado su madre —añadió Irene.

Bianca asintió. Aquello coincidía totalmente con la relación habitual de Rubina y Césare. A pesar de estar extrañamente unidos, no se hablaban mucho ni trabajaban bien juntos. Césare no tocaba a Julia Helena aunque estuvieran solos atrapados en la isla, y no decía nada para deshonrarla después de que la abandonaran. Por ejemplo, haría un comentario vulgar como: "Lo hecho, hecho está".

Hace unos años, habría pasado la mitad del año haciendo sólo comentarios de ese género. Había cambiado mucho.

—Así que trabajará con nosotros —murmuró Bianca—. Rezo a Dios para que así sea.

Sin embargo, Bianca seguía dudando. El matrimonio sólo podría evitarse si todo salía bien. En el peor de los casos, ella interferiría en este asunto y luego no encontraría a Césare y Julia Helena, y Rubina lograría su ambición de casarlos. Por mucho que Bianca quisiera salir corriendo por la puerta de inmediato, no podía quemar puentes con el gobierno central basándose únicamente en la emoción. Como administradora de Harenae y potencia líder en el sur, tenía una responsabilidad para con su pueblo.

—Alteza —suplicó Irene al notar su vacilación—, le ruego que me ayude. A mi señora no le queda mucho tiempo.

Bianca también era consciente de ello. Se esforzaba al máximo por juzgar la situación urgente sin ponerse nerviosa.

Aún no ostentaba el título de duque; sólo podía ejercer plena autoridad gracias a la lealtad del vizconde Gennaroso. Él le había transferido voluntariamente todas las funciones relativas a Harenae tras el fallecimiento del anterior duque, y la había llevado de gira para enseñarle y transmitirle todo lo relativo al territorio.

En otras palabras, Harenae no la obedecía porque fuera oficialmente su duque. Necesitaba ese título para consolidar su poder y, para obtenerlo, necesitaba que el gobierno central se lo confirmara.

'El trono sigue perteneciendo al tío León'. Una vez que Alfonso accediera al trono, confirmaría sin lugar a dudas que el título de duque Harenae había pasado a Bianca. Ella había estado esperando pacientemente el día en que él se convirtiera en Rey, pero ahora se veía obligada a tomar una decisión de inmediato.

'Rescatar a Lady Julia Helena y enviarla de vuelta a Manchike ayudará a Alfonso y Ariadne, ¿no?' En realidad no estaba segura de si un matrimonio entre Césare y Julia Helena sería ventajoso o desventajoso para Ariadne y Alfonso.

'En efecto, el matrimonio haría tambalearse la posición de Ariadne al crear un futuro desafío a la legitimidad de Alfonso. Por otro lado, Bianca también sabía cuánto tiempo y con qué insistencia había perseguido Césare a Ariadne. Deshacerse de él casándolo podría no ser malo', especialmente por el bien de Alfonso', pensó.

Estaba dispuesta a todo por él y por Ariadne. En este mismo momento, estaba haciendo registrar todo Harenae a petición de Ariadne para encontrar al moro que había sido visto por un cajero de banco cambiando un pagaré por ducado de oro. Estrictamente hablando, esto no era algo que ella debiera hacer como gobernante. Que Harenae fuera conocida como una ciudad difícil para los comerciantes de fuera no la beneficiaría a largo plazo.

Bianca se recompuso. Estaba bien hacer pequeños favores a la gente que quería, pero cuando se trataba de su política general, siempre tenía que tomar decisiones que fueran buenas para Harenae. Volvió a la pregunta original: ¿Qué debía hacer ella, como gobernante de Harenae, para maximizar el beneficio de su territorio?

'...no me gusta'. No le gustaba Pisano. Se había preguntado a sí misma si estaba proyectando su odio hacia Rubina y Césare en el territorio, pero no, albergaba una aversión separada hacia él.

'Harenae es la segunda ciudad de este reino'. Tras el nombramiento de Césare como duque Pisano, Pisano quedó en la práctica bajo el dominio directo del rey, lo que dio lugar a que todo tipo de ayudas y beneficios del gobierno central fluyeran hacia el norte. Bastantes de ellos eran acuerdos preferenciales que Harenae había recibido del rey anterior a cambio de vigilar la costa meridional.

Bianca no podía dejar que la tierra que le había dejado su padre se convirtiera en otro territorio mediocre.

—...prepararé una nave.

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