SLR – Capítulo 183
Hermana, en esta vida seré la reina
Capítulo 183: Comportamiento calculado vs. Impulsivo
Capítulo patrocinado por MilagrosQuiñones vía Ko-fi. Gracias por su apoyo 🤍
León III estaba muy turbado, pero se obligó a asistir a la gran misa de agosto.
Habían pasado tres meses desde la muerte de su reina, y dos meses y medio desde que envió a su hijo al reino gallico. Todo porque estaba cegado por su codicia por la pólvora de Gallico.
Pero no tenía pólvora. Todo lo que consiguió fueron tropas invasoras de caballería pesada e infantería aguerrida enviadas por el rey gallico para invadir las fronteras nacionales, amenazando con apoderarse del territorio nacional.
'¿Cómo ha podido ocurrir?'
León III estaba orgulloso de sí mismo por haber tomado la mejor decisión para la nación y el reino. Pero ahora, su situación se había vuelto peliaguda.
No quería que nadie le viera así. Pero incluso en situaciones tan desastrosas, un Rey tenía que presumir de poder frente a sus súbditos. Estos días, sufría dolor de cabeza, sed y tenía las manos y los pies entumecidos. Ya no era el hombre sano de antes.
'Odio esta maldita corona.'
La mayor parte del tiempo, le gustaba ser el Rey, pero que le gustaran todas las pequeñas cosas de ser Rey era imposible. Vivir como Rey era un privilegio, pero también conllevaba muchas consecuencias. Y cuanto más tiempo se sentaba uno en el trono, más se ponía a prueba su paciencia, porque la mayor parte del tiempo no tenía la libertad de decir que no a cosas que no quería hacer.
León III maldijo en silencio en su interior mientras tomaba el lujoso y vistoso carruaje real de oro que cruzaba el patio delantero de la abarrotada capilla de San Ercole, se apeaba del carruaje, enteramente fundido en oro, y entraba en el nártex de la capilla. Los nobles alineados se pusieron en pie al instante.
—¡Aquí viene Su Majestad el Rey!
—Hoy viene solo.
—¡Shh! ¡No digas nada estúpido!
Dándose aires de grandeza, León III caminó paso a paso por el vestíbulo construido en medio del pasillo central. Normalmente, le habría acompañado su familia, pero Margarita y Rubina se habían ido por sus respectivos motivos, así que León III estaba solo. Alfonso estaba en el extranjero, y Césare fingió una enfermedad y nunca apareció.
Tras pasar el pasillo que se cruzaba y llegar al santuario con el suelo de acebo, León III dejó escapar un suspiro de alivio. Todo lo que tenía que hacer era subir las escaleras de caracol junto al sacrarium para llegar a su destino final: los asientos del balcón exclusivos para la realeza. Una vez dentro, nadie le molestaría durante la gran misa.
Pero cuando pisó la primera escalera, alguien le llamó.
—¡Su Majestad el Rey!
De la primera fila del pasillo central salió una joven con un vestido azul, pero lo único que vio fue un destello azul que se desplomó ante sus pies.
Los ojos de todos estaban puestos en León III de nuevo, y se sintió molesto.
—¡Pequeña maleducada!
Estuvo a punto de gritar a sus guardias reales de escolta que se llevaran a esa maleducada moza. Pero no lo hizo por una sola razón.
Su vestido de seda azul era extremadamente exquisito y lujoso, y el elegante bordado le llamó la atención. Ante el lujo que representaba un poder digno, León III volvió a mirar quién era la dama.
—¡Suplico su perdón, Majestad! —gritó la muchacha en el suelo, y levantó la vista para atraer su atención.
Ahora podía ver su bonita cara. Tenía la piel clara, las pestañas ligeramente rizadas, el puente de la nariz alto y unos labios atractivos. No era una belleza impecable, pero parecía atractiva y llena de juventud y vitalidad.
Y era una persona que él conocía.
León III miró a la chica.
—Tú eres…
La chica era Ariadne De Mare, la segunda hija del Cardenal De Mare.
—¿Sería tan amable de permitirme hablar? Sólo serán tres minutos.
Era, sin duda, la novia de su hijo. Levantó su largo y grácil cuello parecido al de un ciervo y suplicó desesperadamente la atención del Rey. Él recorrió su tersa piel hasta que sus ojos se detuvieron en su pecho.
El escote del vestido azul no era bajo. Mostraba poca piel, dentro de lo permitido en la alta sociedad. Iba vestida decentemente, pero León III tenía visión de rayos X y podía ver a través del vestido, que cubría sus seductoras curvas.
La dama suplicó una vez más.
—Su Majestad el Rey, por favor…
Su súplica sonaba tan desesperada.
León III acabó cediendo.
Dio un paso hacia el interior de la escalera geométrica y ordenó—: Sígueme.
* * *
Lo que hizo León III fue impulsivo, pero no tardó en sentirse frustrado. La dama era la hija del Cardenal, la novia de su hijo, y estaban en la gran capilla donde su padre predicaría. Ella no podía cambiar nada.
León III se sintió perturbado por alguna razón desconocida. De pie en un rellano de la escalera de caracol, León III le dijo secamente—: Mira, jovencita. La gran misa está a punto de comenzar. Que sea breve.
León III pretendía separarse de ella no invitándola a los asientos del palco exclusivos para la realeza, pero eso era justo lo que Ariadne quería. A ella no le importaba ir a la sección de palcos para la familia real.
Fue directa al grano.
—Su Majestad el Rey. ¡Por favor no envíe a la Princesa Bianca al Reino Gallico!
León III sintió que le empezaba a doler la cabeza tras oír las primeras palabras que salieron de su boca. Después de que el Conde Revient de Gallico les soltara la bomba, los miembros de la Curia Regis habían sido convocados a una reunión de urgencia para discutir aquel asunto durante seis horas seguidas.
Algunos dijeron que era una buena oportunidad para Bianca de Harenae, y si la situación podía llegar a su fin enviándola allí, no había razón para no hacerlo…
Pero otras señalaron que si Bianca de Harenae era enviada y daba a luz allí, el dominium del territorio de Harenae podría ser transferido al Reino gallico…
Después, continuaron las discusiones: El dominium que ostentaba Bianca exigía el cumplimiento de sus deberes de obediencia al Rey de los Etruscos. Dar a luz no le quitaría sus deberes. Por el lado bueno, esto añadiría deberes para el Rey Gallicano de obedecer al Rey de Etrusco…
Todo eran conversaciones vacías. Pero era lo mejor que podían hacer. Los nobles no discutían la verdad en sí; hablaban a favor de sus intereses personales y seleccionaban una opción entre que Bianca de Harenae se fuera o se quedara y se inventaban razones lógicas para respaldar sus opiniones.
'Estoy harto de ellos.'
León III sabía lo que tramaban tan claro como la luz del día. Pero necesitaba tiempo para reflexionar, y podía aprovechar sus discusiones de algún modo, aunque fueran bastante inútiles.
Sin embargo, ayer ya había oído muchas cosas, y nada de lo que dijeron supuso un avance significativo. Estaba harto de este asunto y no esperaba oírlo de una adolescente. León III no pudo evitar mostrar su fastidio.
—Mi señora, deje eso a nuestros considerados e inteligentes nobles de la corte. Cada uno tiene su propio talento divino...
Y el Rey estuvo a punto de añadir: "Y señora, me gusta su vestido. Sólo tienes que prestar atención a tu aspecto. Y para darte un consejo, las perlas te hacen ver demasiado vieja. Creo que te iría mejor un lujoso diamante."
—¡Su Majestad el Rey, pero el Reino gallico planea conquistar todo el Reino Etrusco! —insistió Ariadne.
En ese momento, León III se irguió y cerró la boca.
Ariadne no desaprovechó esta oportunidad.
—¡Su Alteza Bianca es la segunda heredera al trono! Si la Princesa es enviada a Gallico, ¡el Reino de Gallico tendrá cautivos al primer y segundo heredero al trono! Nunca escaparían de su trampa!
En cuanto Ariadne supo que Gallico pedía traer a Bianca de Harenae, se dio cuenta de que la vida del príncipe Alfonso estaba en juego. Si ella estuviera en el lugar de Filippo IV, habría matado a Alfonso para mantenerse a salvo y reprimir cualquier sublevación futura.
Y cualquier persona inteligente se habría dado cuenta de este hecho. Por ejemplo, incluso el Cardenal De Mare lo sabía en secreto.
Pero ningún noble sacó el tema -no, no se les ocurría planteárselo a León III-. Una vez que abrían la boca para hablar de asuntos sucesorios, no podían prever qué sería de ellos.
—¡Si el rey gallico y la princesa Bianca se casan y el príncipe Alfonso es asesinado, el sucesor legítimo al trono del reino etrusco será el descendiente del rey gallico!
—¡Eso no tiene ningún sentido! —protestó el Rey.
Como era de esperar, León III soltó un arrebato de ira en el acto. '¿Descendientes? ¡¿Cómo se atreven?!'
Pero Ariadne no podía detenerse aquí y siguió adelante. Tenía que seguir con su plan a toda costa. Alfonso estaba en peligro.
—¡Ningún reino dura una eternidad!
León III apretó los puños con fuerza, y sus puños temblaron.
—¡Pequeña insolente...! —las venas sobresalían de la nuca y la frente del viejo rey. Levantó la voz—: ¡Estás diciendo sandeces!
Había otra razón por la que los consejeros del Rey no plantearon la posibilidad del asesinato de Alfonso. 'De ninguna manera el Rey Gallicano iría tan lejos', fue lo que todos pensaron, y ese pensamiento los detuvo. León III también compartió ese pensamiento sobre la posibilidad de asesinato que Ariadne acaba de mencionar.
—Filippo de Gallico es un monarca jesarca y primo de Alfonso —afirmó el Rey—. Es un digno monarca jesarca. ¿Por qué iba a matar al sucesor de una monarquía vecina y a su linaje? No es un bárbaro pagano.
Pero Ariadne no dio ni un paso atrás. No se detendría ante nada para salvar el último legado de la reina Margarita, para salvar la vida de Alfonso.
La cálida mano de Su Majestad le había acariciado el hombro. La había protegido incondicionalmente, algo que nunca había experimentado en su vida.
—Majestad, Filippo IV ascendió al trono tras acabar con la vida de su hermano —insistió Ariadne, con las venas sobresaliendo en su cuello—. Probablemente no le importarían nada las sabias palabras de las Meditaciones. Él mismo decapitó a su hermano. Sería aún más despiadado con un simple primo.
Después de que León III oyera a Ariadne decir eso, la ansiedad empezó a aflorar en su interior. De repente, le vinieron a la mente las palabras que el Conde Marques había notificado a su regreso: "El príncipe Alfonso está encerrado en un lujoso alojamiento como un prisionero".
Al principio, pensó que el Conde exageraba, ya que el propio León III no permitía a Lariessa de Balloa deambular libremente por todo el Palacio Carlo.
Pero si eso expresaba de alguna manera la intención de Filippo IV…
—¡Suplico por su perdón, Su Majestad! ¡Pero permítame decirle que la vida de su sucesor debe ser salvada!
Ariadne suplicó desesperadamente lo suficiente como para escupir sangre de su boca y quedarse afónica. Era como si fuera a arrodillarse en cualquier momento.
Eso puso de mal humor a León III quien se sentía ofendido, pero no sabía exactamente por qué. Tal vez porque le pareció que tenía un aspecto extremadamente espeluznante en lugar de lastimero y femenino.
León III le dio la espalda y subió las escaleras de caracol.
—¡Su Majestad!
Molesto, el Rey no se dio la vuelta y le dijo a medias—: Vete. Y no te metas en cosas que están fuera de tu alcance.
Dejando atrás a la segunda hija del Cardenal De Mare y su vestido azul, el rey subió las escaleras peldaño a peldaño. A primera vista, parecía totalmente frío de corazón, como si el breve encuentro con Ariadne no le afectara lo más mínimo.
Pero en el fondo, la preocupación y la duda ya habían echado raíces.
* * *
Tras tomar asiento en el balcón de la capilla de San Ercole durante la oficiación de la gran misa, León III estaba sumido en sus pensamientos, apenas capaz de concentrarse en el sermón del Cardenal De Mare, hudiéndose en el grueso sofá de terciopelo.
Pero no tardó en decidirse. Era un monarca que siempre superaba los riesgos mediante ideas "creativas". El Rey se volvió hacia el señor Delfinosa, su secretario, y le dijo en voz baja—: Delfinosa.
—Sí, Majestad.
—Trae al Cardenal De Mare sin que otros lo sepan.
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León III es rey incompetente, codicioso y repugnante. Muchas gracias por subir esta increíble historia!🤗🤗🤗🤗🤗🤗
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