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SLR – Capítulo 182

 Hermana, en esta vida seré la reina 

Capítulo 182: Con mis propias manos, sin depender de otros

Capítulo patrocinado por MilagrosQuiñones vía Ko-fi. Gracias por su apoyo 🤍

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—¿Su Majestad el Rey...? —preguntó atentamente el Conde Marques y levantó la vista cuando León III permaneció en silencio más tiempo del esperado.


—No... —León III murmuró algo en voz baja.


—¿Perdón? —preguntó el Conde.


—¡No es justificable!


León III permaneció largo rato en silencio hasta que el Conde Marques lo llamó, cuando su temperamento se encendió de repente y arrojó el vaso que tenía en la mano.


¡Crash!


Los subordinados de la sala se estremecieron y encorvaron los hombros al unísono.


—¡Cuando Margarita llegó a Etrusco con la región de Gaeta, su dote era de 100.000 ducados! ¡100.000 ducados era todo! —furioso, cogió el pergamino y lo agitó en el aire—.¡Y 80.000 ducados eran para préstamos!


El Reino Etrusco concedió al Reino Gallico 100.000 ducados cuando la reina Margarita vino a casarse, pero la cantidad real restando los préstamos fue sólo de 20.000 ducados. 80.000 ducados correspondían a préstamos, y el Reino Gallico devolvió cada grossi.


—100.000 ducados es una cantidad excesiva para una compensación —convino el conde Contarini.


—¡Pero 500.000 ducados es absurdo!


Mientras el enfado de León III se disparaba, el Conde Marques insistía con firmeza—: La cantidad es absurda. Pero Su Alteza es la base de nuestra nación. Él es nuestra máxima prioridad.


Quería decir que la vida de Alfonso debía priorizarse sobre el dinero. Alfonso era el único heredero etrusco al trono.


—El Príncipe Alfonso ha sido capturado en el campamento enemigo. Si cometemos un error, las tropas de caballería pesada de Montpellier podrían atravesar las fronteras nacionales e invadir el interior mientras el Príncipe está cautivo.


—¡Pero hay reglas! —se opuso el Conde Contarini, su voz resonó por toda la sala—. ¿Cómo se atreven a llamar poco fiable a nuestro sistema legal y exigirnos que enviemos a la Condesa Rubina a Gallico? ¿Cómo podríamos confiar en esos astutos imbéciles?


El Conde Contarini estaba a cargo del sistema legal, y el Reino Gallico lo había ignorado.


El marqués Baltazar, encargado de los asuntos de interior, dijo atentamente—: La seguridad del heredero al trono es importante. Podría ser lo primero. Pero seamos más realistas.


León III renunció a patrocinar las Terceras Cruzadas, que le costarían aproximadamente 150.000 ducados, debido a la carga financiera. Pero ahora, le pedían 500.000 ducados, no 150.000. Una puntada a tiempo podría haber salvado nueve, pero, de nuevo, no tenía nada que coser.


N/T: Si hubiera aceptado patrocinar la cruzada eso le hubiera salvado de esta situación, pero sin dinero no pudo hacer ni una cosa ni la otra.


El marqués Baltazar fue sincero. 


—Nuestro limitado presupuesto no nos permite conseguir 500.000 ducados inmediatamente. Es imposible.


Los tres subordinados mantuvieron feroces discusiones durante más de seis horas, pero fue en vano. De vez en cuando, León III gritaba: "¡Eso es ridículo!" o "¿Es que ninguno de vosotros puede pensar con claridad?" Y golpeaba la mesa y arrojaba su pluma. Pero golpear la mesa no le daba buenas soluciones.


—S-Su Majestad el Rey.


—¡¿Qué?!


El señor Delfinosa llamó a León III con actitud desalentada, y el Rey le ladró de vuelta.


El señor Delfinosa sabía que León III se enfadaría, pero tuvo que decirlo—: El enviado gallico ha llegado y solicita estar en vuestra presencia.


Los ojos del Conde Marques se abrieron de par en par. Hacía sólo unas horas que había llegado al Reino de Gallico, y pensaba que era el único que había venido.


'¿Por qué vino aquí el enviado gallico? ¿Y por qué venir aquí por separado?'


León III mostró una actitud ambivalente tras enterarse de la llegada del enviado gallico. Por supuesto, el enviado no habría traído buenas noticias, pero una vez obtenida nueva información, al menos esto pondría fin a la fatigosa situación de punto muerto. La situación actual le molestaba más que nunca.


—¡Tráiganlo ahora! —ordenó el Rey.


—Sí, Majestad.


—¡Aquí viene el Conde Revient, el enviado gallico!


El enviado gallico era una persona con la que estaban familiarizados. El Conde Revient había permanecido en el reino etrusco como séquito de apoyo a Lariessa.


También parecía agotado por el largo y pesado viaje, pero tenía un aspecto mucho más aseado que el Conde Marques, que a primera vista parecía totalmente agotado por el largo viaje. Parecía que había llegado a San Carlo medio día antes y se había arreglado, probablemente porque había partido de Gallico antes que el Conde Marques.


El Conde Revient leyó secamente el mensaje de Filippo IV—: Por estas razones, el Reino Gallico solicita al Reino Etrusco 500.000 ducados y una disculpa oficial…


—…


León III consideró profundamente lo que ocurriría si decapitaba a aquel enviado diplomático que tenía delante y miró fijamente al Conde Revient. Pero su ilusión se desvaneció en el aire inmediatamente después de oír las siguientes palabras que soltó el enviado.


—Sin embargo…


León III respiró hondo.


—Si se demuestra que se mantendrán las relaciones amistosas y cordiales entre nuestras naciones, podría haber mejores soluciones, aparte de la indemnización por daños y perjuicios.


El Conde Revient pasó a la siguiente página del pergamino.


Sowsh.


Todos se concentraron en sus siguientes palabras.


—Por la presente, el Gran Reino Gallico sugiere al Reino Etrusco que envíe a la Princesa Bianca de Harenae como esposa de Su Majestad el Rey en lugar de la indemnización de 500.000 ducados.


* * *


Los rumores de que Gallico había pedido a Bianca de Harenae como esposa del rey gallico en lugar de retirar sus tropas de las fronteras nacionales se extendieron por San Carlo al día siguiente.


—¡Tenemos que enviarla! ¡Así retirarán sus tropas de la frontera nacional!


—Y Filippo IV de Gallico no es mucho mayor que ella. Es un joven decente y Rey. Estoy seguro de que Bianca de Harenae no sale perjudicada en el trato.


Los plebeyos se mostraron favorables a esta alianza matrimonial, pero Ariadne De Mare pensaba de otro modo, ya que tenía una idea más clara de lo que Gallico tenía en mente tras escuchar sus exigencias.


—El Reino Gallico solicitó a Bianca de Harenae como su Reina.


El mismo día en que el conde Revient recitó la propuesta de Gallico ante León III, el Cardenal contó a Ariadne lo que había sucedido en la mesa.


—Eso es lo que ha pasado hoy por la tarde. Mañana por la mañana, serán las conversaciones de San Carlo.


¡Clink!


A Ariadne se le cayó el tenedor de la mano. Isabella fulminó a Ariadne con la mirada, e Ippólito hizo "tsk-tsk" chasqueando la lengua. Pero no tuvo tiempo de prestar atención al horrible dúo.


—¡Padre! ¿Qué dijo Su Majestad el Rey a eso? —dijo Ariadne.


Las manos de Ariadne temblaban incontrolablemente. El Cardenal De Mare comprendió al instante por qué su hija actuaba así. La propuesta del rey gallico estaba estrechamente relacionada con la seguridad del príncipe Alfonso, y estaba claro que su hija estaba preocupada por él. Pero el Cardenal De Mare y su segunda hija adoptaron posturas diferentes.


Ariadne había invertido inmensamente en el príncipe Alfonso -al menos, eso concluyó el Cardenal- y el Cardenal no apostaba por nada en la situación actual. 


Así que el Cardenal respondió con calma lo mínimo a su pregunta—: Su Majestad el Rey aún no nos ha dado una respuesta.


Ariadne dejó sobre la mesa el cuchillo que sujetaba con fuerza.


—Padre —sus desesperados ojos verdes miraron al Cardenal De Mare—. ¡Tenemos que detener a Su Majestad el Rey!


El Cardenal De Mare volvió a mirar a Ariadne.


—Si le dices a Su Majestad que…


—Ariadne —interrumpió el Cardenal De Mare con voz tranquila.


Ariadne miró al Cardenal con unos ojos verdes que se parecían a los de su padre.


—No seas tan entrometida.


—¿Perdón? —preguntó Ariadne, sobresaltada.


—Es decisión de la familia real de Carlo. Trabajamos para la Santa Sede. No hay necesidad de meter las narices en sus asuntos.


'A menos que podamos cambiar las tornas', añadió en silencio. Pero Ariadne comprendió la verdadera intención de su padre aunque no lo dijera en voz alta. Y también se dio cuenta de que el Cardenal De Mare sabía lo que pasaba por su mente.


—¡Pero, padre! —protestó ella—. ¡Nosotros somos el pueblo del Reino Etrusco, y usted es el jefe de parroquias arraigadas en etrusco! —miró desesperada al Cardenal y le suplicó—: ¡Todos los que estamos en esta casa estamos implicados en la seguridad nacional!


—No la Santa Sede —respondió tranquilamente el Cardenal De Mare—. Porque eso dura para siempre, independientemente de quién sea el próximo Rey, o incluso de la supervivencia de una nación —y añadió cuidadosamente—: Esta guerra no tiene nada que ver con nosotros. Y no quiero formar parte de ella.


Parecía un poco apenado de ver a su hija tan desanimada. Hacía tiempo que había venido de Vergatum a San Carlo, y él debía de considerarla parte de la familia porque intentó hacerla sentir mejor.


—No te preocupes. Estoy seguro de que el Reino Gallico no llevará las cosas tan lejos.


Pero incluso mientras la consolaba, la juzgaba. Sus ojos, consoladores pero serenos, se clavaron en los de Ariadne.


Una niña dependía de su padre para sobrevivir y, cuando crecía, dependía de su marido. Se trataba de una cuestión estructural que no se derogaría. En este punto, una niña al frente de la familia no es apta.


—Estoy seguro de que entiendes lo que quiero decir.


Ariadne sabía que no había logrado persuadir a su padre. Agachó la cabeza en lugar de responder.


* * *


Pero Ariadne no tenía ninguna intención de hacer obedientemente lo que decía su padre. Tenía que parar esto como fuera.


El charco de luces, centelleantes como diamantes, iluminó apasionadamente las puntas de sus dedos para alentar su determinación.


Ariadne de Mare no tenía autoridad para entrar en el palacio, ya que carecía de título nobiliario. Era una mera hija bastarda de un plebeyo convertido en Cardenal, y ella misma no era un clérigo de alto rango, por lo que no podía entrar en el palacio real. Y no estaba casada con un marido de alto rango que le concediera un título nobiliario.


Pero decidió utilizar todas las cartas que tenía.


El Reino Etrusco era una nación jesarca, y todos, incluido el Rey, participaban en la gran misa mensualmente. La gran misa estaba programada para mañana por la mañana, y siendo la hija del Cardenal, se le permitió sentarse en la primera fila junto a la sala de los asientos del balcón para la familia real.


—Señora, ¿se encuentra bien? —preguntó Sancha preocupada mientras vestía a Ariadne la mañana de la gran misa.


Poniéndose un pulcro vestido azul, Ariadne replicó—: ¿Por qué lo preguntas?


—Porque parece ansiosa…


Ariadne, que pensaba que no estaba en absoluto ansiosa, parpadeó. Pensó que no la habían molestado en absoluto. No estaba segura de si Sancha podía ver a través de ella, o si realmente parecía ansiosa.


Miró su reflejo en el gigantesco espejo de su habitación. En el espejo altamente reflectante fabricado en el Imperio Moro había una joven alta con el pelo negro como el ébano recogido, un puente nasal alto y una expresión tranquila.

Parecía demasiado madura para ser una adolescente. Vestía con pulcritud y lujo, pero su rostro no parecía mayor que el de otras chicas de su edad. La razón por la que parecía madura era, sin duda, su expresión.


Pensó que parecía fría de corazón. Tenía los labios apretados y los ojos decididos. El fracaso no era una opción a cualquier precio... Y para lograr su objetivo, no se detendría ante nada, sin importar lo que su padre pensara de ella, y sin importar lo que sería de ella.


Ariadne comprobó su reflejo para ver si le temblaban las manos o si parecía asustada.


—No, estoy bien —dijo Ariadne, más como una resolución para sí misma—. Sancha, vamos.

****

N/T: Me veo en la necesidad de recordar capítulos anteriores, citando un comentario de naver: "Como Césare mencionó antes, Bianca de Taranto tiene el ducado y si Felipe IV logra hacer de Bianca de Taranto su esposa, tomará en sus manos la gran ciudad de Taranto. Si pensamos en los casos en los que la herencia de un título o del territorio tomado por una heredera al contraer matrimonio fue entregada al reino del marido, no sería diferente de pedir a Galiuco que le diera Tarento en lugar de 500.000 ducato.

Además, si algo sale mal con el Príncipe Alfonso, la sucesión de etrusco quedará ligada a Gallico."


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