Daisy – Capítulo 1
Daisy
Capítulo 1
¿Cómo me convertí en la esposa del Duque?
Sé lo que quieres decir.
Me preguntas cómo yo -la hija mediana de tres hermanas sin dinero cuyo padre es un adicto al juego- conseguí convertirme en la esposa del temible Duque.
Es una larga historia. Intentaré responder de la forma más sencilla posible.
Primero, te casas; luego, haces al duque tu marido. ¿Cómo convertí a mi marido en Duque? Simple. Mi marido era el siguiente en la línea de sucesión del Duque. Por supuesto, yo tenía un truco secreto...
Daisy sonrió a la persona sentada frente a ella.
***
Daisy nunca olvidaría el día en que murió.
Volviendo al principio, la historia debe comenzar describiendo la temperatura del agua de un río durante el invierno: la temperatura gélida y helada del río Theren, lo suficientemente fría como para congelar el alma.
En diciembre del año 893 del calendario imperial, la temperatura del agua del río Theren era tan gélida que un simple roce helaba hasta los huesos. Era una semana antes del festival.
Ese día, Daisy se hundió en el fondo del río Theren.
***
Splash.
Daisy fue arrojada al río Theren con heridas de arma blanca en el estómago. Agitaba los brazos y las piernas. "Ja, ja, ja", se rió alguien al verla así. Era una risa familiar.
Este fue un final que Daisy nunca imaginó para sí misma. Nunca pensó que su vida se vería truncada por un asesino a sueldo.
Llegó un momento en que sus brazos y piernas perdieron toda su fuerza. Daisy sentía que todo su cuerpo se paralizaba. Finalmente, dejó de sentir dolor. Varios escombros y peces pasaron flotando junto al cuerpo de Daisy, que se hundía.
—¿Esto es morir?
Cuando su visión empezó a parpadear, Daisy pudo sentir que la muerte estaba cerca. Cuando empezó a perder el conocimiento, sus pensamientos se volvieron hacia su pasado.
Al crecer, Daisy era una chica normal y corriente. Tenía recuerdos sencillos y felices, hasta que cumplió veinte años y su vida cambió por completo. A partir de ese año, tuvo que soportar mucho sufrimiento y dolor.
'Cierto, ese día... ese fue el día en que mi vida cambió... el día en que visitó nuestra casa por primera vez....'
A medida que su vida pasada pasaba ante sus ojos, se detenía en un punto: el día en que comenzó su desgracia.
***
En la mañana del día en que comenzó su desgracia, Daisy se puso un sencillo vestido de algodón ella sola, sin ayuda de una criada.
Se miró en el espejo y suspiró un poco.
Al crecer, la mayor preocupación de Daisy era ser Daisy, y más concretamente, llamarse Daisy.
¿Cómo se les ocurrió un nombre tan apropiado?
Todo el mundo en la capital conocía a las tres hermanas como flores de Philbern. Rose era la primogénita, Daisy la segunda y Jasmine la menor: las tres bellas y populares hermanas con nombres de flores.
Su popularidad era tal que incluso corría el rumor de que cada vez que se enviaba un ramo de flores o una caja de regalos sin dirección en la capital, el cartero se limitaba a entregarlo en casa de las tres hermanas de Philbern. Esa era la frecuencia con la que las hermanas recibían regalos de admiradores.
¿Hay algo que nos describa mejor que nuestro nombre?
Daisy sonrió suavemente al mirarse en el espejo. Se dio cuenta de que no era la más guapa, pero sí lo suficiente. El problema era que sus hermanas eran unas florecitas.
La primogénita, Rose en pleno apogeo, tenía fama de ser la más bella del Imperio desde los catorce años. En aquellos días, su belleza hacía que los hombres se desmayaran cuando la veían pasar por la calle. Ah, ¿y qué me dices de la más joven, Jasmine? La cautivadora Jasmine. Aún era joven, pero se estaba convirtiendo en una belleza sexy de rasgos fuertes y cutis saludable.
'Sólo soy una simple margarita'.
N/T: Daisy significa en español margarita.
Daisy se consideraba una flor silvestre, como su nombre.
Daisy se cepilló el pelo. Su saludable melena morena fluía. Daisy era también una belleza encantadora que podía valerse por sí misma con sus grandes ojos verdes, su piel de marfil y sus suaves labios rosados.
A primera vista, Daisy podía parecer la chica de al lado, pero sus rasgos tenían un cierto encanto que te atraía cuanto más la mirabas. Al mirarla de cerca, sus rasgos bien proporcionados parecían los de una muñeca.
Pero la belleza de Daisy no estaba a la altura de la de Rose, que lucía una glamourosa melena rubia, o la de Jasmine, con su cautivadora cabellera color cuervo.
Rose la llamaba "la hermana menos atractiva, Daisy". Incluso su padre había dicho que la segunda era un fracaso. Rose, que era la más guapa, siempre tenía que tener todo lo que quería, y Jasmine tenía un carácter alegre. Daisy era la más mansa de las tres hermanas.
—Hermanas, tenemos un invitado masculino —dijo Jasmine mientras abría la puerta de golpe y entraba—. Pero hay algo que no me gusta. Creo que es otro cobrador de deudas. —Susurró Jasmine.
Daisy salió de puntillas. Rose ya estaba allí apoyada en la barandilla. La casa no recibía mucho sol, por lo que hacía frío en invierno y estaba a oscuras incluso durante el día. Incluso en esta casa oscura, la belleza de Rose brillaba gloriosamente. Había una sencilla razón por la que la casa estaba a oscuras: no podían permitirse comprar cosas como las linternas mágicas.
El barón Philbern -un noble sólo de nombre, un aristócrata de bajo rango- era pobre no porque no recibiera una renta, sino porque tenía problemas con el juego. Su padre ya había perdido la mayor parte del patrimonio familiar.
—Barón Philbern.
Desde la barandilla se veía el vestíbulo de la planta baja. No había mucho que ver en el vestíbulo, aparte de una alfombra desgastada. Un hombre alto entró en el vestíbulo. Vestía de negro. Su voz era grave, pero lo bastante fuerte como para resonar.
Daisy se inclinó hacia delante para ver la cara del hombre. Sus ojos se agrandaron.
—¡Es el marqués Essel, Killian de Essel! —susurró Rose emocionada, lo que era raro en ella. El Marqués Killian de Essel. No había nadie en la capital que no conociera su nombre. Era famoso por ser guapo, por ser rico, y también, por ser despiadado.
—Padre debe de haber perdido dinero en el casino de Killian de Essel. —murmuró Jasmine, con voz preocupada. Killian de Essel, el despiadado heredero de una familia de élite, tenía fama de utilizar tácticas comerciales despiadadas. Era el propietario del mayor casino de las afueras de la ciudad. Daisy se fijó rápidamente en su rostro. Killian de Essel era absolutamente guapo, incluso más de lo que su reputación hacía suponer.
—Le prohibí al Barón que viniera a mi casino en múltiples ocasiones, pero entró y siguió jugando. Como no se le permitía entrar, incluso había usado la identificación de otra persona. El motivo de mi visita de hoy es que el Barón me diga cómo piensa devolverme el dinero que me debe.
Dios mío, de todas las personas, el Barón le debe dinero a "Killian de Essel". Según los rumores, Killian de Essel era conocido por cobrar sin piedad hasta el último penique a sus deudores.
Hasta entonces, el barón no había sido un buen padre para las tres hermanas. Además, tenía una enorme deuda de juego. Conteniendo la respiración, las hermanas escucharon en silencio.
—Los empleados del casino me dijeron que mencionaste una garantía para pagar tu deuda.
—¡Sí, claro que sí, Marqués!
El padre chilló servilmente. Levantó la mano y señaló a las tres hermanas que habían estado escuchando desde la barandilla. Daisy sintió como si su corazón hubiera dejado de latir.
—Puedes llevarte a una de mis hijas, la que más te guste. No habrá dote, pero son famosas por ser las chicas más bellas del país.
Los ojos de Daisy se agrandaron. Jasmine inhaló bruscamente.
—No puedo creer que papá vaya a vender a una de nosotras....
El hombre volvió lentamente la mirada hacia la barandilla. Examinó detenidamente los rostros de las hermanas, uno por uno. Daisy captó una sonrisa seductora dibujada en el rostro de Rose. Rose estaba haciendo contacto visual con Killian.
—¿Así que tus hijas valen 10.000 monedas de oro?
Diez monedas de oro bastaban para que una familia común de plebeyos viviera cómodamente durante un mes. ¿De cuánto era la deuda de su padre? Daisy se sintió de repente mareada por el shock.
—Por supuesto. Toma uno y haz lo que quieras.
Killian asintió. Daisy rezó para no ser ella la elegida por aquel hombre aterrador.
Tenía fama incluso de matar a gente cuando era necesario.
—Entonces, ¿puedo llevarme a la que me guste a casa?
—Sí, cualquiera de ellas que desees... la primera hija es más conocida por su belleza, la tercera es joven e inteligente. La del medio... bueno, más o menos.
Las mejillas de Daisy se sonrojaron de vergüenza. El padre las juzgaba como si fueran caballos o vacas. Y la clasificaba a ella como la más baja de la estirpe.
—Barón, yo no compro mujeres. Y tus hijas no son de tu propiedad, así que no tienes ningún derecho a venderlas. —dijo Killian sin simpatía. Su mirada hacia las hermanas se tornó fría como la piedra. Rose y Jasmine entornaron los ojos del asombro. Las dos siempre habían sido admiradas por los hombres, así que no estaban acostumbradas a una mirada tan fría viniendo de un hombre.
—No está interesado en nosotras.
Sintiéndose aliviada, Daisy se acarició el corazón.
—Y, lo que es más importante —continuó el hombre sin emoción—, ¿cree que sus hijas valen tanto? Me aseguraré de que paguen por haberme hecho venir hasta aquí. Puede contar con ello.
Killian de Essel parecía muy molesto por la sugerencia del Barón. Le dio la espalda.
¡Zas!
La pesada puerta se cerró de golpe. Daisy se agarró con fuerza a la barandilla. Se le vino a la mente un futuro espantoso. En ese futuro, sería vendida como esclava y trabajaría sin descanso hasta su muerte. La esclavitud era ilegal en el Imperio; pero, según los rumores, Killian de Essel se dedicaba incluso al tráfico de personas.
—¿Qué hacemos? Ese desalmado podría vendernos.
Esa noche, los hombres de Killian asaltaron la casa. Se llevaron todo lo que había en la casa, incluida la alfombra inservible y desgastada. En sólo una noche, la familia se convirtió en aristócratas caídos y sin hogar.
—Dios mío, ese hombre, Killian. ¿Cómo pudo no elegirme?
Hirviendo de ira, Rose intervino sin sentido. Daisy se limitó a suspirar. Entonces, ocurrió algo increíble.
—Esta es la última cortesía del marqués Killian de Essel. Dijo que, ya que las hijas no hicieron nada malo, usaran esta dote para mantenerse.
Killian de Essel había enviado una considerable bolsa de dinero a cada una de las hermanas. En ella estaba la cantidad de dinero que podía servir como dote mínima necesaria para las hermanas. Era difícil para una dama noble casarse sin dote. Pero como las tres hermanas eran hermosas, sería posible que se casaran incluso con una dote pequeña.
—Y también dijo que desalojáramos la casa para mañana.
En una casa sin una sola manta, las hermanas durmieron abrazadas.
—Vamos a dormir en la habitación donde guardamos el dinero. El dinero del marqués es la única forma que tenemos de sobrevivir.
Irónicamente, la generosidad de un cobrador fue el único salvavidas de las hermanas. Temblando de frío, se durmieron. A la mañana siguiente, "Papá se ha ido...", dijo una de ellas sin un ápice de esperanza en la voz.
El padre había huido con el dinero de Killian. Las hermanas se quedaron sin dinero, sin padre y sin hogar.
Después de aquello, la vida de Daisy no fue fácil. Afortunadamente, Rose, que era la mujer más bella de la capital y estaba en edad de casarse, recibió una propuesta. Rápidamente se casó con un hombre de riqueza decente. Fue un matrimonio sin dote.
Cuando Daisy y Jasmine no tenían adónde ir y aparecieron en su puerta, Rose las despidió despiadadamente diciendo: "Lo siento, pero no tengo suficiente para cuidar de vosotras dos. Y francamente, las dos me recordáis a papá y me ponéis de mal humor".
Como Jasmine también era una gran belleza, habría podido casarse, pero era demasiado joven para el matrimonio. Daisy alquiló una pequeña habitación para ella y Jasmine. Durante un tiempo sobrevivieron con el dinero que les aportaba la costura. Luego, afortunadamente, Daisy consiguió un buen trabajo. La contrataron como dependienta en una gran tienda de ropa de lujo.
'Trabajar allí fue realmente el principio de mi desgracia'.
Daisy se llevaba bien con el dueño de la tienda, Allen, y ambos se hicieron íntimos. Un día, él la invitó a cenar. Daisy tomó vino en la cena. Cuando abrió los ojos, estaba desnuda en su cama.
'Mirando atrás, fui una tonta. Pasar una noche juntos... Eso no significa mucho...'
En aquel momento, Daisy era joven e ingenua. Pensaba que era la mujer de Allen, ya que habían pasado la noche juntos. Daisy se convirtió en la gerente de la tienda y en la amante de Allen. Allen fue bueno con ella al principio. Pero pronto mostró su verdadera cara. Creyendo tontamente que Allen se casaría con ella algún día, continuó trabajando en la tienda mientras salía con él. En algún momento se corrió la voz de que Daisy se había convertido en amante de un noble. De vez en cuando, los trabajadores de la tienda la insultaban llamándola sucia amante. Extrañamente, nadie culpaba a Allen ni le faltaba al respeto, sólo a Daisy.
"Sucia Daisy", así la llamaban a sus espaldas los empleados de la tienda.
El tiempo pasaba rápidamente. Mientras tanto, había días en los que Daisy era insultada, golpeada y tratada como una esclava por Allen. Allen la hacía cuidar de su casa mientras ella seguía trabajando en la tienda. Daisy era su amante, pero también su esclava.
—¿Crees que puedes vivir sin mí? No puedes hacer nada bien.
Cuando no pudo tolerarlo más, intentó poner fin a la relación, pero Allen no la dejó marchar. La amenazó y la golpeó. Al final, a Daisy no le quedaron fuerzas para defenderse y se rindió por completo a Allen. Durante ese periodo, Daisy fue un fantasma indefenso.
'Verdad, Allen tenía una prometida...'
Resultó que Allen tenía una prometida de buena familia. Un día, Daisy y Allen tuvieron una gran pelea y ella huyó. Ese mismo día, en un callejón, un atracador apuñaló a Daisy. Justo antes de morir, el atracador le dijo: "Eso te pasa por salir con un hombre que tiene una prometida. Espero que hayas aprendido la lección y lo hagas mejor en tu próxima vida".
Splash. El cuerpo de Daisy fue arrojado al río.
Ese fue el final de Daisy.
En un frío día de invierno de diciembre, Daisy se enfrentó a la muerte a manos de un asesino a sueldo contratado por la prometida de Allen.
Con una cuchillada en el estómago, Daisy se hundió lentamente en el fondo del río.
Ya no podía ver. Ya no sentía dolor ni frío. El cuerpo de Daisy llegó al fondo del río.
'Lo siento, madre. Te prometí que cuidaría bien de Jasmine...'
Una lágrima invisible brotó de los ojos cerrados de Daisy.
¿Qué he hecho mal? ¿Por qué mi vida ha tenido que acabar así? Ésos fueron los últimos pensamientos de Daisy al final de su vida. Finalmente, la conciencia de Daisy se hundió en el oscuro silencio.
Al final, no había nada.
Oscuridad absoluta y nada más. La respiración de Daisy se detuvo. Una vida llegaba así a su fin.
***
Daisy abrió lentamente los ojos.
—No estoy muerta... Yo... ¿Estoy viva?
Todo estaba borroso, como en un sueño. Entonces apareció un techo familiar. Miró a su alrededor. Estaba en la habitación de su infancia.
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