SLR – Capítulo 450
Hermana, en esta vida seré la reina
Capítulo 450: El mayor honor posible para un hombre
—Bueno... ¿conoce a Lady Julia Helena?
En realidad, figurar como uno de los numerosos amantes de Clemente no fue la mayor transgresión del señor Delfinosa. Sólo era uno de cien, lo que le hacía pasar desapercibido. Era similar a cómo cruzar la calle imprudentemente o el robo de caballos se convertía en un no-problema cuando cien personas lo hacían juntas. Su responsabilidad en el asunto estaba tan diluida que no había ninguna posibilidad de que el viejo conde Bartolini tomara represalias contra él.
No, su verdadero problema era el tratado de matrimonio que había enviado al marquesado de Manchike suponiendo que todo iría bien.
‘La cláusula que dice que será nombrada principessa del reino etrusco en un plazo de seis meses…’ Lamentablemente, esa cláusula llevaba aparejada una indemnización. León III había recibido aproximadamente una décima parte de su dote como una especie de depósito, y el tratado estipulaba que tendría que desembolsar cinco veces esa cantidad si el contrato no se cumplía.
‘La cláusula se añadió en caso de que fuera difícil que ocurriera en un plazo de seis meses -a la luz del precedente sentado en el caso de la Gran Duquesa Lariessa-, pero no preveía en absoluto que Julia Helena no pudiera convertirse en principessa…’
León III había firmado el acuerdo, seguro de que nunca incumpliría el contrato, pero ni siquiera el rey de un país podía conseguir siempre lo que quería, sobre todo cuando se trataba de sus hijos.
‘Su Majestad no es de los que sueltan 36.000 ducados por nada’. Pero si no quería pagar, sólo tenía dos opciones: o adoptaba a Lady Julia Helena como hija propia, o la casaba con otro hombre cuya posición la convirtiera en principessa.
‘Adoptarla no es una medida que él elegiría jamás’. El señor Delfinosa lo conocía muy bien. El monarca medio no adoptaría a nadie ni a punta de cuchillo; temía demasiado desencadenar una guerra de sucesión debido a la complicada estructura hereditaria que resultaría. Sin embargo, no era por eso por lo que Delfinosa estaba seguro de que el rey ni siquiera se plantearía adoptar a Julia Helena. En realidad, era porque si se convertía en su hija, tendría que entregar la totalidad de su dote a otro hombre.
‘Y el Marqués Synadenos nunca aceptaría que se convirtiera en la segunda esposa de Su Majestad.’
Por lo tanto, las opciones que quedaban eran forzar un matrimonio entre ella y el príncipe Alfonso o ascender al duque Césare para que ella pudiera ser entregada a él. El señor Delfinosa había comparado la testarudez de León III con la del príncipe Alfonso y llegó a la conclusión de que este último ganaría.
—Creo que el Duque Césare recibirá buenas noticias en un futuro próximo. Debería esperar y ver.
A Rubina se le iluminó la cara. Por un lado, se trataba de él diciéndole que no se precipitara, pero a ella le hacía muy feliz, en parte por la perspectiva de una gran captura y en parte por el lado tonto de su personalidad. En cualquier caso, había encontrado una nueva salida a su apuro. Se convertiría en la madre de un gran duque con derecho de sucesión al trono y una esposa digna de confianza. Pensaba dedicarse en cuerpo y alma a aprovechar esta oportunidad.
***
Por desgracia para ella, los planes nunca salían como había previsto. Las predicciones del señor Delfinosa resultaron ser correctas a medias.
Es cierto que León III no tenía la menor intención de adoptar a doña Julia Helena, pero decidió intentar convencer una vez más al príncipe Alfonso antes de proponerle que se casara con el duque Césare. Fue una muestra de su obstinación; creía que su hijo no podría vencerle en terquedad.
—Alfonso.
El príncipe estaba a punto de salir -pensaba bañarse y luego ir a casa de su esposa- cuando se encontró con su padre. Últimamente, su relación no había sido nada amistosa.
—...Padre.
Adivinó enseguida el motivo de esta rara visita. Era una muestra de la poca consideración que le quedaba por su padre que le hubiera llamado “padre” en vez de “Majestad”.
El padre también se dio cuenta de que su hijo había leído sus intenciones, pero aun así no se dio por vencido. Como de todas formas le habían pillado, prescindió de la amabilidad fingida y fue al grano.
—Príncipe Alfonso, me gustaría que reflexionaras un poco más sobre la idea de casarte con Lady Julia Helena.
Alfonso frunció el ceño ante el cambio de dirección. Mientras tanto, León III creía haber hecho una gran concesión. Había dicho ‘Reflexiona un poco más la idea’, no ‘Te casarás con ella ahora mismo’; para ser una orden real, había sido muy corta de autoridad.
Aunque sintió que perdía algo, se maravilló de su propio libre pensamiento mientras continuaba—: El linaje de Lady Julia Helena la convierte en legítima heredera del trono del Reino de Dodessa, así como del Marquesado de Manchike. Ella tiene la capacidad de reconstruir una dinastía imperial desaparecida del Continente Central.
—Sus pretensiones carecen de fundamento —replicó Alfonso, con el rostro rígido—. Dicen que hay luchas internas en el Reino Gallico, pero la caballería pesada de Montpellier sigue en buena forma, y también hay disturbios en el Ducado de Assereto. Etrusco no está preparado para iniciar una guerra de conquista a corto plazo.
León III sintió que algo le subía a la garganta. El príncipe discurría sobre las circunstancias de los países vecinos, ¡cuando ni siquiera era el rey! ¡Cómo se atrevía a ser tan impertinente! Enviar ejércitos a la guerra era decisión exclusiva del rey. Lo único que había hecho Alfonso era enumerar hechos objetivos, pero el viejo monarca seguía sintiendo que infringía su autoridad real.
Sin embargo, ejerció una paciencia sobrehumana para intentar convencer a su hijo una vez más de que hiciera lo que quería.
—¡Eso puede ser cierto para los que no pueden hacerlo realidad, pero para ti es una pretensión que podría ser realista! No significa que tengas que ir a la guerra mañana. Podrías hacerlo dentro de 10, 15 años, o la generación de tus hijos podría hacerlo si eso no funciona.
La mención de los niños hizo pensar a Alfonso en los sutiles cambios del cuerpo de Ariadne. ¿Hijos? Tener hijos con Ari le daría aún más motivos para clavar sus talones y no marcharse. Sus labios formaron una línea fina y firme.
León III siguió hablando entre dientes. No se había dado cuenta del cambio en la expresión de su hijo.
—Piénsalo. Gallico sólo tiene un ejército terrestre; no podrían aceptar esta oferta de matrimonio. ¡Un reino débil como Brunnen difícilmente podría ir a la guerra para reclamar Dodessa! Salamanta, Gredo, Touleur... ¡ninguno de ellos tiene posibilidades!
—Esos lugares también podrían ser muy diferentes dentro de 15 años.
—¡Sus finanzas no podrían cambiar tan rápidamente!
Tres minutos antes había dicho que podría haber una guerra en la próxima generación; ahora, lo contradecía con la misma facilidad con la que volteaba la mano.
—La República de Oporto tiene bastante poder ya que tiene una armada tan fuerte, ¡pero no son más que plebeyos! ¿Quién se casaría con la dama si entrara en su país? ¿Su líder electo?
—Padre, debido a nuestra falta de poder militar, no somos lo bastante fuertes para soportar una expedición intercontinental.
—¿Qué te pasa? No tienes espíritu de lucha —León III se sintió muy ofendido—. ¡¿Qué consigues siendo tan desafiante?!
—No lo hago por desafiarle, padre —respondió rotundamente Alfonso—. Es sólo que no puedo hacer lo que me pide.
—¿Qué quieres decir con que no puedes hacerlo? Sólo tienes que casarte con ella —llegados a ese punto, el rey terminó por soltar lo que realmente había en su corazón—. ¿Es por esa chica tan maravillosa?
Las comisuras de los labios del príncipe se levantaron muy ligeramente por un momento. Era muy consciente de que su padre no consideraba a su esposa una chica cualquiera; había sido candidata al puesto de segunda esposa del rey. León III insistía en difamar así a Ariadne porque estaba enfurecido por no poseerla él mismo.
Alfonso no hizo evidente que lo sabía -no estaba en su personalidad hacerlo-, pero el rey fue lo suficientemente sensible a su sutil sonrisa como para obtener información más valiosa de la que pretendía dar.
—¡Está muy claro que has sido hechizado por una muchacha para que abandones toda tu devoción a tu padre!
Alfonso dio un largo suspiro.
—Padre, no es sólo una chica. Es la mujer que amo.
—¡Y también tu lealtad a tu monarca! ¡También quieres tirar eso por la borda por ella!
El príncipe frunció el ceño. Se trataba más de un asunto práctico que de una cuestión abstracta de devoción. El Alfonso del pasado se habría ocupado de tranquilizar a su padre en cuanto a su fidelidad; el Alfonso actual sólo le consolaba en cuanto a la cuestión de la lealtad que podía convertirse en un problema político.
—Su Majestad, por supuesto que le soy tan leal como siempre. Luché en una guerra por nuestro país, por el amor de Dios.
—¡Uf...!
—Pero me comprometí con mi esposa ante Dios. Aunque mi fidelidad al país y a Su Majestad, encarnación de nuestra nación, es inquebrantable, también tengo el deber de ser fiel a los votos que le hice.
Su lógica irrefutable hizo que el rey alzara la voz.
—¡Desleal, insumiso...! Puedes disfrazarlo todo lo que quieras, ¡pero esto es insubordinación!
Alfonso simplemente dejó de hablar. Sus prioridades estaban claras: si su matrimonio con su mujer le hacía “desagradable” a su padre, no podía hacer otra cosa aparte de ser un mal hijo.
Echó un vistazo al corredor que se extendía detrás del rey, quien percibió que los ojos de su hijo se desviaban en busca de una salida. Se puso blanco de indignación.
—Si sigues actuando así, espera y verás lo que te puedo hacer.
Alfonso miró a su padre con asombro. ‘¿Soy realmente tu hijo?’ Pero su padre siguió gritando, impertérrito.
—¿Ese increíble presupuesto que tienes para tu palacio? ¡Ese dinero es todo de mi bolsillo! Si no me obedeces, ¡no te daré ni un céntimo!
Esto era cada vez más divertido.
—Padre, ¿te das cuenta de que todo el dinero se destina a mantener a mis caballeros? —preguntó, desconcertado ante la creciente absurdidad de los argumentos del rey.
—¡Eso no es nada de lo que presumir! ¡No necesitamos a tus caballeros!
—¡Su Majestad! ¡Los Caballeros del Casco Nero son el único ejército permanente de Etrusco!
—¡Eso es mentira! ¡El reino tiene guardias reales! ¡4.000 de ellos! —gritó León III.
Sin embargo, la guardia real no estaba realmente disponible como ejército; su propósito era proteger el palacio y darle un aspecto imponente. La mayoría de ellos eran centinelas, de todos modos, y sus caballeros estaban dirigidos por hijos de aristócratas que necesitaban títulos. No contribuirían de forma significativa a la fuerza militar del país en una guerra.
El rey sabía que lo que decía no tenía sentido, pero siguió soltando lo que se le ocurría con tal de ganar la discusión.
—¡Y podemos hacer un nuevo ejército! ¡No hay nada que no podamos hacer si tenemos los fondos! Podemos usar la dote de Lady Julia Helena; ¡lo haré con mi propio dinero, con mis propias manos!
Lady Julia Helena había traído consigo 72.000 ducados de oro, así como joyas cuyo valor sumaban aproximadamente la mitad de esa cantidad. Además, había traído su ropa personal, seda, cosméticos y caballos. León II había aceptado una décima parte de su dinero -7.200 ducados- y ya lo había gastado todo. No tenía 36.000 ducados para darle si el tratado de matrimonio fracasaba.
—Así que tienes que ir a verla, confesarle tu amor y conseguir su dinero. ¡Inútil parásito!
León III odiaba el hecho de que casi 100.000 ducados estuvieran casi en su bolsillo, aunque inalcanzables para él. Una vez que Lady Julia Helena se casara con Alfonso, todo lo que había traído con ella iría a parar a las arcas del Estado.
—Quieres usarme como a un semental—gimió el príncipe.
—¡Es el mejor tratamiento que un hombre puede esperar!
—Dios mío.
El rey estaría dispuesto a ocupar el lugar de Alfonso si Lady Julia Helena lo permitía. No podía entender por qué Alfonso rechazaba esta oportunidad. Empezaba a creer sinceramente que su hijo había metido a la condesa de Mare en su vida únicamente para rebelarse contra él.
—Esta es tu última advertencia. Obedéceme ahora mismo, divórciate de esa horrible mujer y cásate con la dama de Manchike.
—Eso no será posible.
Golpe. León III dio un pisotón, incapaz de contener su ira.
—¡Eres demasiado tonto para entender lo que es importante!
‘¡No es más que un joven depravado que cayó bajo el hechizo de una sirena de pelo oscuro y tiró por la borda a su padre, su país y su nación!’
—Sólo espera. ¡Haré de tu vida un infierno!
Así tronó el anciano rey a su propio hijo, que había arriesgado la vida en el campo de batalla por su país. Después se dirigió a sus aposentos, resoplando. Una vez allí, llamó a un sirviente a gritos.
—¡¿Hay alguien ahí?!
****
Nota de traducción: Aquí su servilleta, les habla Pink Velvet. Como han podido comprobar las actualizaciones me tomaron más tiempo del previsto pero eso NO significa que abandone la novela, una y otra vez voy a repetir que la voy a acabar de traducir así me cueste mucho tiempo hacerlo (perdón). Ustedes no saben lo que es revisar en Naver que lejos de acabar la novela sigue sumando capítulos (vamos por el 667 a día 22 de noviembre del 2024), me da ansiedad que llegue a los 1000 y cuando puedo alcanzar el ritmo.... Pum, más capítulos. He estado muy ocupada con el trabajo y la situación de mi país ha sido desastrosa, también quiero mencionar que las personas que me donaron no pude mencionarles en los capítulos pero ustedes saben quienes son y de verdad lo aprecio mucho. Desde aquí les quiero dar las gracias por leer y siento mucho no poder con más, pero solo hago esto yo, no tengo raw hunter, ni editor ni una persona que lea y revise los capítulos antes de subirlos al blog. Me ocupo yo de todo así que por favor, solo pido que tengan paciencia, así como hay scans que sacan actualizaciones cada 3 meses u incluso una vez al año yo espero que mínimo consideren que ni siquiera pasó un mes desde el capítulo 449 como para que piensen así. En serio, no se pongan en la peor posición diciendo que yo abandoné la novela cuando eso no es así, si me surge algo por lo que me resulte imposible seguir será algún problema de salud y dado el caso AVISARÍA. Vuelvo a dar las gracias y felicitarles la navidad pasen todo el tiempo posible con sus seres queridos y que el próximo año tengan un Alfonso en su casa (? Jajaja.
Creo que Rubina no debería hacerse demasiadas ilusiones tampoco. La terquedad de César puede superar la de Leo iii y Alfonso. En mi opinión, No se casara tan fácilmente con la princesa, o quizas ni lo haga. A toda costa se seguirá aferrando a Ari, como se aferró a la idea de tener a Bitchbellabella durante 15 años Pd:Traductor - sama, gracias por el nuevo capítulo. Saludos, y ojalá se resuelva la situación de tu país.
ResponderBorrar