SLR – Capítulo 307
Hermana, en esta vida seré la reina
Capítulo 307: El largo y difícil parto de Isabella
Desde la sala de partos resonaban las órdenes desesperadas de la comadrona, audibles incluso para los que estaban fuera. —¡Presionen el pecho y el estómago de su Excelencia! Presionad fuerte, ¡aunque eso pueda romper algunos huesos!
N/T: esa práctica médica es muy arcaica y puede producir muchas complicaciones para la madre además de ser dolorosa. Pueden no soportar a Isabella pero madre mía…. Qué horror.
—¿Reanudamos su respiración o sacamos al bebé?
—¡Si no cumple, no podrá respirar! ¡Salva a su señora primero! ¡O de lo contrario, tanto ella como el bebé morirán!
La condesa Clemente de Bartolini parpadeó incrédula. Sus esperanzas empezaron a ascender como las de un pájaro. ‘¿Podría ser realmente... su fin?’
La perspectiva del fallecimiento de Isabella la llenó de un extraño y triunfante coraje. Clemente oyó a la criada sollozar en la sala de partos, lo que la animó aún más.
Clemente no era de hablar mal de los demás, pero en este caso, hizo una excepción.
—No es una condesa...
Un silencio sepulcral había dominado esta habitación durante 24 horas, pero Clemente finalmente rompió el silencio. Fueron las primeras palabras entre los dos hermanos. Ottavio le lanzó una mirada penetrante.
Pálido como un fantasma, Ottavio miró a su hermana.
—¿Clemente?
El nerviosismo de Clemente le hizo tragar saliva con inquietud. ‘¿Era demasiado llamativa mi alegría triunfal?’ Después de todo, Isabella era la esposa de Ottavio y cuñada de Clemente. No podía permitirse exponer sus verdaderos colores tan prematuramente, especialmente cuando Isabella todavía estaba viva...
—¿Puedes pedirle al Conde Bartolini que me preste 4.000 ducados?
Clemente apenas podía creer que aquello fuera lo primero que pronunciaba su hermano en 24 horas. Lo miró con incredulidad.
—Ottavio...
Ottavio sintió como si le fueran a estallar los pulmones mientras esperaba la respuesta de su hermana. Sabía que era una pregunta vergonzosa.
—Creo que...
Clemente tenía tendencia a hablar despacio, y Ottavio lo sabía. Sin embargo, no podía soportar esperar en un momento como aquel, pero no estaba en condiciones de instarla a hablar más deprisa, y la impaciencia se agitó en su interior.
—Deberías ir a visitar... a la Duquesa y preguntarle... cuando el cardenal vuelva a casa...
Ella se negó de inmediato, insinuando que debía suplicar a Rubina por el dinero una vez que Isabella exhalara su último suspiro.
—¡Clemente, vamos! —suplicó Ottavio.
Con su característica lentitud al hablar, Clemente respondió suavemente.
—No es el momento... de pedirle el dinero a mi marido....
El conde Bartolini parecía sospechar de su última aventura. Su marido era, en efecto, un caballero de buen corazón, pero era mal momento para pedirle préstamos en nombre de su hermano.
Pero dale tiempo, y su marido se recuperaría. Siempre era así. Y con Isabella fuera de escena, no habría más amenazas con respecto a su infidelidad.
—Sólo... dale un poco más de tiempo... No quiero que sufras... más de lo que lo haces.... —Clemente dejó escapar un suspiro. Ella realmente no quería que nada de esto ocurriera. Lo había visto venir y había advertido a Ottavio, pero su obstinado hermano no le había hecho caso.
—La reputación de nuestra familia ha caído en picado... todo por culpa de esa mujer...
Ottavio guardó silencio, pues no tenía nada que replicar; ella tenía razón. Cuando Isabella había causado alboroto en la boda de Camellia, él había querido cavar un hoyo y desaparecer.
—Por eso... Te advertí... que no la trajeras a nuestra familia... Te dije que te casaras con cualquiera menos con ella.
Ottavio se enfureció. —¡Deberías haber sido más enérgica!
Clemente lanzó a Ottavio una mirada desconcertada.
—¡Ni siquiera... escuchaste!
—¡Eso es porque no te esforzaste lo suficiente! Tus pobres consejos no sirvieron de nada.
Quizá Ottavio hubiera fingido escuchar si ella lo hubiera amenazado así: “¡Te mataré si te casas con esa mujer!”
Pero el tibio consejo de Clemente había sido: “Creo que deberías reconsiderarlo. El carácter de una mujer importa más que su aspecto”. Sus palabras eran demasiado débiles para persuadir a un hombre locamente enamorado de la belleza de una mujer.
—¿Me estás culpando...? —inquirió incrédula. Si ella hubiera insistido enérgicamente en que Ottavio recapacitara, él habría transmitido sus palabras a Isabella. En ese caso, sólo Clemente habría sufrido las consecuencias. ¿Por qué iba a correr ese riesgo?
—Una vez que se haya ido... mi buen marido finalmente cederá y me permitirá asegurar el préstamo para ti...
Los ojos de Ottavio se abrieron de par en par y preguntó—: ¿Le disgusta Isabella?
‘No, no es exactamente eso. ¡Pero deja de preguntar! Cállate de una vez.’ Clemente forzó una suave sonrisa en su rostro.
—Sólo... espera un poco más —y añadió—: Cuando estés soltero y haya pasado algún tiempo... todo se arreglará... y pediré el dinero a mi marido....
De este modo, Clemente prácticamente garantizaba el préstamo a Ottavio. Ottavio sintió temporalmente que se le quitaba un peso de encima, pero pronto se puso nervioso.
La culpa le carcomía, haciéndole sentir degradado por encontrar consuelo en el dinero mientras las vidas de su esposa y su primogénito estaban en juego.
Pero justo en ese momento, un grito que parecía brotar de las profundidades del mismísimo infierno resonó por toda la casa.
—¡ARGHH!
Al llanto agónico de Isabella siguió pronto el frágil gemido de un recién nacido.
Siguió un coro de gritos de alegría y sollozos de la comadrona y las criadas. Una criada mayor salió corriendo de la sala de partos y comunicó la sorprendente noticia a Ottavio.
—¡Amo! ¡Felicidades! ¡Es una niña preciosa!
—¡Oh! ¿Eh? —nervioso, Ottavio se quedó momentáneamente sin habla. ¿Qué demonios estaba pasando? La supervivencia de Isabella parecía casi imposible... ¿Significaba eso... que ahora tenía un hijo sin esposa? ¿Era un marido desconsolado con una hija? ¿Cómo podría criar a la niña? ¿Podría conseguir una nueva esposa?
—¡Y no se preocupe! —tranquilizó la doncella—. Todo el mundo estaba muy preocupado por los indicios de cianosis detectados a su esposa. Pero se está recuperando rápidamente.
N/T cianosis: Coloración azulada de la piel o de las membranas mucosas, causada por hemoglobina sin oxígeno en la sangre.
—¿Eh?
¿Implicaba eso que su mujer estaba viva?
—En conclusión... ¡Su mujer y su bebé están sanos y salvos!
Las preocupaciones de Ottavio de convertirse en un marido desconsolado con un bebé se disiparon rápidamente. Era marido y padre.
—¡Felicidades! ¡Es un milagro!
Pero seguía sin dinero. Su familia estaba intacta, pero ¿era esto algo bueno para él? Echó un vistazo a la cara de su hermana. Clemente tampoco parecía muy contenta con la noticia de la supervivencia de Isabella.
Tenía las manos cerradas en dos puños, temblando de furia, ocultas en las mangas a los ojos de las criadas. Eso significaba que no le prestaría el dinero. Con el rostro pálido, Ottavio forzó una sonrisa renuente.
* * *
—Qué maravilloso es que ambos nos hayáis honrado con vuestra presencia… —exclamó el agente del duque de Harenae en San Carlo, aunque se sintió significativamente turbado—. La Casa del Duque está conmovida más allá de las palabras por vuestro esfuerzo.
La noticia del nombramiento del príncipe Alfonso como “tutor” de la princesa Bianca y de la condesa de Mare como “guía”, un título desconocido para ellos, había dejado a la Casa del Duque simultáneamente aliviada y preocupada.
Era un alivio que la Duquesa Rubina hubiera sido reemplazada. Sin embargo, el emparejamiento de un príncipe joven y enérgico, recién regresado del campo de batalla, con una condesa soltera, parecía una receta poco probable para el éxito a sus ojos.
—Los dos, al parecer, han aceptado estas funciones como cargos honoríficos, dejándonos así como únicos responsables de todos los asuntos prácticos. Esta es la inevitable realidad —entonó el vizconde Gennaroso, ama de llaves del feudo de Harenae, al recibir la noticia de los nombramientos.
—Pediré una mano de obra dedicada del sur para preparar la fiesta de debutantes, encargarme personalmente de los asuntos prácticos o explorar soluciones alternativas.
Y no era mala idea. Los chaperones desempeñaban un papel vital en las fiestas de debutantes, ayudando a las debutantes de orígenes menos distinguidos a desenvolverse en la alta sociedad presentándoles a gente decente. En ocasiones, los “guardianes” asumían el papel de financieros, evitando sutilmente involucrarse en las conexiones sociales de la debutante.
Sin embargo, la Casa del Duque de Harenae no tenía necesidad de tales funciones. Antes del establecimiento de la Casa del Duque de Pisano, la Casa del Duque de Harenae había sido la única línea colateral del Reino Etrusco. Nadie se atrevería a intentar introducir en la alta sociedad a una debutante de un linaje noble tan prestigioso ni a proporcionarle apoyo financiero.
Aunque León III albergaba esperanzas de que el tutor o la carabina organizasen una espléndida fiesta para Bianca, parecía que nadie más compartía su sentimiento.
—Podemos gestionarlo sin ayuda adicional. No hay por qué preocuparse.
Con esta garantía, el agente del duque en San Carlo previó que bastarían dos reuniones. La primera serviría de encuentro introductorio con el príncipe Alfonso y la condesa de Mare, seguida de una reunión posterior a la llegada de la princesa Bianca a la capital, que permitiría a los tres conocerse. El papel principal del Príncipe y la Condesa el día de la fiesta de debutantes era simplemente estar presentes con la Princesa.
Sin embargo, el príncipe Alfonso y la condesa de Mare habían llegado inesperadamente a la mansión vacía del duque de Harenae. Hicieron todo tipo de preguntas sobre asuntos prácticos durante horas y horas.
—¿Y el presupuesto?
—¿Hay algún concepto temático en mente?
—¿Con quién pretende relacionarse en San Carlo y, por el contrario, evitar?
La condesa de Mare, hija ilegítima del cardenal, era famosa por sus amplios conocimientos de teología y por su ayuda en medio del caos de la peste negra. Sin embargo, había empezado a elaborar una lista de comprobación mientras miraba al vizconde Gennaroso con el porte de una... experimentada mujer de negocios.
Y el Príncipe era aún peor. Aunque no parecía un mercader, desprendía un aire de nobleza digna acorde con su título. Pero continuamente respondía como un muñeco de madera con una expresión y un gesto que presentaban un aire de nobleza establecido.
—¿Cómo es la tez de la princesa Bianca?
—Bueno...
—¿Qué colores complementan el tono de piel de Su Alteza, o tiene algún color favorito?
—Bueno...
—¿Hay estados de ánimo o melodías específicas que tengan significado para ella?
—Bueno...
No respondieron directamente a ninguna de sus preguntas, pero no mostró ninguna intención de marcharse, dejando al agente del duque empapado en un sudor frío. Estaba seguro de que se sentiría más a gusto sin el Príncipe, ya que sólo tendría que prestar atención a una persona.
—Alteza, ¿no sería mejor que volvierais a casa y descansarais? —instó el agente—. Lamento profundamente agobiarla con estos triviales asuntos prácticos.
Cada palabra del agente era sincera. Sin embargo, el Príncipe Alfonso se negó rotundamente.
—Estoy perfectamente bien.
—Pero nuestras conversaciones pueden alargarse más de lo previsto e interferir con sus citas posteriores...
—No tengo otras citas.
El agente del duque se encontraba en una posición cada vez más incómoda y dudaba en agobiar al gran heredero al trono con asuntos tan triviales cuando tenía asuntos más importantes que atender. Era inconcebible que le dijera algo como: “Oh, a la princesa Bianca le gustan los estampados amarillos y a cuadros. Se quedaría boquiabierta de placer al ver un pollito bordado con un fondo a cuadros.”
Finalmente, decidió dar las respuestas más vagas y abstractas posibles a la Condesa de Mare, en un esfuerzo por ahorrar tiempo al Príncipe Alfonso. Afortunadamente, Su Alteza no parecía ser especialmente exigente.
El agente del Duque estaba preocupado por agotar al Príncipe, pero en realidad, no tenía motivos para preocuparse, ya que tenía la mayor resistencia de la sala. Una simple mirada lo revelaba. Su pecho era al menos dos veces y media más ancho que el de la Condesa de Mare, que estaba a su lado, y bajo el grueso uniforme de raso, unos finos músculos hablaban de un hombre acostumbrado a los rigores del campo de batalla.
Semejante proeza física le conferiría sin duda un apetito desbordante. El agente dejó escapar un suspiro. —Entonces... ¿qué tal si preparo algo de picar? Prepararé el té de la tarde y un surtido de aperitivos.
—¿Bocadillos? Fabulosos.
Por primera vez en el día, los ojos del príncipe Alfonso brillaron. Aunque sus ojos azul grisáceo se asemejaban en cierto modo a los de un pez muerto cuando hablaba de la textura y el color favoritos de la princesa Bianca, era innegable que ahora brillaban de expectación ante la idea de darse un capricho con los aperitivos. El agente del Duque se levanto para prepararse.
—Condesa de Mare, ¿prefiere bocadillos o sándwiches para acompañar el té?
Mostrando una elegante sonrisa, respondió—: Prefiero sándwiches, gracias.
—Y... Yo también quiero bocadillos —dijo Alfonso.
El agente del Duque estuvo a punto de sugerir que no era necesario que pidieran el mismo menú, pero dudó, temiendo que eso pudiera avergonzar al Príncipe. Se limitaría a traer todo lo disponible.
En la Casa del Duque de Harenae se había preparado un surtido de tés y aperitivos para satisfacer los exigentes gustos de sus invitados. Con eso, el agente finalmente salió de la habitación, dejando sólo a los dos individuos en el salón de la mansión.
Alfonso se volvió para mirar a Ariadne con ojos profundos y significativos.
Alfonsito 🧡 aguanta todo con tal de estar con Ariadne
ResponderBorrarOctavio; Deberías haber sido más enérgica. PERDON SEÑOR QUE SOLO PIENSA CON EL DE ABAJO??? Qué clase de comentario es ese ? Culpando a los demás de sus decisiones
ResponderBorrarEfectivamente, además de que el hecho de sentir alivio porque tu esposa muera y puedan prestarte dinero es algo muy bajo :/
BorrarAsí que se quedaron los dos solitos eh
ResponderBorrarOjalá aprovechen la oportunidad de hablar, aunque no creo
ResponderBorrarGracias por el cap💜
Pobre niña, con los padres que tiene no le espera un buen futuro
ResponderBorrarTanto Clemente y Ottavio, sólo tienen un título pero económicamente están arruinados. Clemente engaña y odia a su esposo, pero no quiere perder la posición que adquirió como condesa en la sociedad y Ottavio se jactaba de que era mejor que Camellia en Status. En esta vida Isabella fue un ángel que utilizó su cuerpo, sin darse cuenta así salvo a Ari y a Camellia de terminar casadas con hombres como Cesare y Ottavio, en esta vida Ottavio postergó el compromiso y era renuente al matrimonio, coqueteo descaradamente con Isabella, pienso que eso fue una tortura parecida a lo que Ari paso en su vida pasada, Cesare desprecio a Isabella desde el incidente dónde robó la música de Arabella y fué pillada, ya no la considero perfecta y de alto valor, en cambio se obseciona con Ari, debido a su rechazo y al darse cuenta de los sentimientos mutuos con Alfonso, la ayuda que recibió cuando demostró su incompetencia cuando Gallico atacó, tanto en esta vida Cesare la ve como una herramienta política y sexual, para humillar a Alfonso y escapar de sus obligaciones, quiere que ella asuma sus responsabilidades, mientras él vive su libertinaje plenamente. Siempre e pensado que si hubiera descubierto sus cicatrices la habría torturado como imperfecta, Rubina también la habría acosado fervientemente, la habría aislado de sus amistades, también se habría puesto celoso si hacía negocios con Caruso viteli y tampoco habría dejado que ayudará a Alfonso mientras estaba en Jesac, en fin la habría subyugado, cortando sus alas y manteniendo en las sombras. Giovanna es una víctima en esta situación, ojalá tenga un mejor futuro y un tutor decente se pueda hacer cargo de ella. No quiero que termine como la pequeña Arabella. Muchas, muchas gracias!
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