SLR – Capítulo 280
Hermana, en esta vida seré la reina
Capítulo 280: Una gran esposa
Sin embargo, el hecho de que Isabella estuviera embarazada del nieto del conde Contarini no le hizo cambiar de opinión. Pensaba que Ottavio aún era joven y podría tener otro sucesor, y Camellia, su prometida, era ahora una solterona. Incluso si su hijo tenía un hijo bastardo, ella no estaba en posición de romper el compromiso con él.
El barón Castiglione estaba decidido a subir de estatus a través del matrimonio, y la casa Contarini estaría en deuda si se rompía el compromiso. Por muchas razones, ese matrimonio tenía que continuar.
—No permitiré que se rompa este matrimonio. Aunque signifique perder mi vida.
Pero el Conde Contarini realmente perdió la vida.
—Podemos casarnos inmediatamente después del funeral de papá...
El conde Contarini falleció anoche -no, esta madrugada sería más correcto-. Murió a causa de una enfermedad crónica, una tos que reaparecía cada invierno en los últimos años.
Ottavio no solía ser un mal hijo, pero estaba locamente enamorado de una dama. En cuanto le informaron de la muerte de su padre, lo primero que hizo fue enviar el carruaje al convento de Sant'Angelo.
La condesa Contarini, su madre, había fallecido hacía varios años, y Ottavio nunca escuchaba una palabra de la condesa Bartolini, su hermana mayor, por lo que nadie podía detener su desviación.
Le dio un pico en la frente a Isabella y se disculpó.
—Siento que nuestra boda se pospusiera hasta que estás a punto de dar a luz.
Con una sonrisa radiante, Isabella le tranquilizó—: No tienes por qué lamentarlo, Ottavio. Mi única preocupación era que nuestro hijo no pudiera recibir la bendición de nuestro Dios Celestial. No podría importarme menos el matrimonio.
Isabella estuvo a punto de decir: "Qué suerte que tu padre muriera antes de que naciera nuestro hijo." Pero al instante se mordió la lengua y guardó silencio.
Por ahora, Ottavio podría estar de acuerdo con Isabella alegremente, pero una vez que se pusieran en malos términos, se pondría del lado de su padre y usaría sus palabras contra ella.
'Aguanta. Ahora no es el momento.'
Ottavio tenía que recibir al menos oficialmente el cargo de conde, e Isabella tenía que casarse con él y engendrar a su hijo. Hasta entonces, ella tenía que ocultar sus verdaderos colores.
Isabella fingió como si de repente se acordara de algo. —Eso me recuerda, Ottavio. ¿Nuestra boda tiene que ser grande y magnífica?
—¿Perdón? Creo que una boda extravagante sería mejor antes de dar a luz...
Sin embargo, Isabella movió la cabeza de un lado a otro como si fuera una esposa angelical y virtuosa.
—Eso no puede ser. Sólo han pasado unos días desde el fallecimiento de tu padre.
En realidad, Isabella temía que León III desautorizara a Ottavio de heredar el título de conde Contarini una vez que su reputación cayera en picado tras romper el compromiso con Camellia.
Impedir la sucesión del título nobiliario por cualquier motivo que se le ocurriera al rey era la forma más conveniente que tenía de mantener a sus subordinados bajo su control. Y León III estaba ansioso por ejercer su autoridad en cualquier momento posible.
Si Ottavio era descalificado como sucesor del título nobiliario, su embarazo y la apuesta de toda una vida se irían al traste.
—Me basta con un matrimonio secreto con sólo tú, yo y el cura como oficiante —Isabella volvió a doblar los ojos en una dulce sonrisa—. No hay necesidad de prepararse. Podemos prometer nuestro amor a Dios Celestial esta noche.
—¿Lo dices en serio? Ottavio preguntó para asegurarse. —Pero te gusta la extravagancia.
—No —protestó Isabella, sacudiendo la cabeza—. Eso fue hace años, cuando era inmadura.
Ottavio dejó escapar una sonrisa de oreja a oreja ante el cambio de carácter de Isabella. Había aceptado a Isabella como esposa después de prepararse para proporcionarle extravagancias, lujos y glamour. A Isabella le encantaban ese tipo de cosas, y además le sentaban bien.
Se los daría todos a ella, aunque le costara toda su propiedad. Pero justo antes de su matrimonio, Isabella se había convertido en una mujer cambiada y estaba plenamente preparada para ser una esposa y madre admirable. Era como si Dios le hubiera enviado un ángel.
N/T: Un ángel caído en el pajar del frutón jajajaja.
—Déjame encontrar un sacerdote como oficiante —dijo Ottavio—. Sin embargo, no tengo regalo de bodas ya que nuestra boda se celebrará esta noche. ¿Qué tal si usamos la tiara que te regalé para nuestra boda secreta?
El rostro de Isabella se puso rígido ante su sugerencia. No tenía ni idea de dónde había ido a parar la tiara. Decidió inventar alguna excusa.
—Ottavio, me echaron de casa sin nada... —lla moqueó como medida extra—. No podía llevar nada al convento. Y tu tiara no era una excepción...
—Oh... —Ottavio parecía preocupado, pero pronto sugirió—: Cariño, ¿qué tal si pasamos por la mansión de de Mare para saludar y encontrar esa tiara? Tendremos que ver a Su Santidad el Cardenal de Mare algún día... Al fin y al cabo, es tu padre.
Ottavio sabía que Isabella había sido expulsada de la casa tras ser privada de su apellido, pero había regresado a San Carlo y estaba embarazada. Tenía esperanzas de que la cortada relación padre-hija se uniera de nuevo.
Él, sin embargo, no pretendía ganar poder y autoridad a través del Cardenal de Mare. Su intención era pura. Quería que su esposa tuviera un padre y que su hijo tuviera un abuelo. Sin embargo, su mujer no estaba de acuerdo.
—¡Ottavio! —la voz de Isabella se volvió espinosa por primera vez hoy.
Como el aire afectuoso se agrió de repente, Ottavio miró a Isabella con ojos sorprendidos, preguntándose qué había salido mal.
—¿Qué pasa, cariño?
—No te perdonaré si haces cosas innecesarias.
Isabella había vuelto a San Carlo para vengarse, y Ottavio no era más que una herramienta. ¿Cómo se atrevía una herramienta a convencerla de detener su venganza? Era completamente irrazonable.
Ottavio se estremeció ante la repentina exhibición de garras de Isabella.
Sin embargo, Isabella no tardó en recobrar la compostura y le dijo con dulzura—: La tiara que me regalaste tiene un valor incalculable, cariño. Pero estoy bien sin ella porque te tengo a ti, y tú eres todo lo que necesito en este mundo.
—Isabella... —Ottavio parecía hipnotizado en el amor de nuevo.
Isabella añadió con dulzura—: Puedo esperar pacientemente al nuevo regalo de bodas. Además, lleva tiempo comprar joyas adecuadas de muchos quilates.
'¿Joyería de grandes quilates...?' Ottavio sintió que algo andaba mal, pero decidió pasarlo por alto. Isabella amaba las cosas glamorosas. Ella nació de esa manera. Ella estaba siendo un ángel para dejarlo ir tan fácilmente.
—Esperemos un poco antes de notificar la anulación del compromiso también a la casa del barón Castiglione.
Sólo un cabeza de familia podía notificar la anulación del compromiso. Cuando el conde Contarini, padre de Ottavio, estaba vivo, no rompió el compromiso de su hijo con Camellia. Sólo habían pasado ocho horas desde que Ottavio obtuvo la autoridad para notificar la anulación del compromiso.
—Sólo para estar seguros, notifiquémoslo después de que heredes la posición de Conde.
—Isabella... ¿Realmente estás de acuerdo con eso? Ottavio preguntó atentamente a su nueva esposa.
Ottavio estaba acostumbrado a Camellia, el monstruo de ojos verdes, durante todo su noviazgo, así que supuso naturalmente que su esposa querría deshacerse de su prometida lo antes posible.
Sin embargo, Isabella se limitó a mirar a Ottavio con ojos preocupados y dijo: —Claro que sí. Si no, ¿quién sabe lo que te hará la casa del barón Castiglione?
Isabella miró a Ottavio con ojos puros e inocentes. —No puedo pedirle a mi querido marido que corra el riesgo sólo por mis celos.
—Isabella... —Ottavio parecía profundamente conmovido.
'Es preciosa por dentro y por fuera. Isabella también está locamente enamorada de mí para sacrificarse tanto. Finge que no le importa, ¡pero debe estar terriblemente celosa!'
Era mil, no, un millón de veces más agradable que Camellia. Además, ¡estaba embarazada de él!
Era sin duda el hombre más afortunado del mundo. Ottavio temblaba de éxtasis.
Mientras estaba abrazada a Ottavio, Isabella tenía otros pensamientos. Podría incorporarse a la alta sociedad de San Carlo a principios de verano, después de cuidar su cuerpo.
No sabía cómo había cambiado la estructura de autoridad, pero las cosas cambiarían pronto con el Príncipe Alfonso de vuelta en la capital. Lamentaba no poder estar en la escena histórica, pero podía esperar hasta que llegara la oportunidad. En realidad, era mejor así.
Después de todo, había pasado toda su vida en la alta sociedad de San Carlo y la habían apuñalado por la espalda dos veces (aunque ella misma se lo había buscado, Isabella pensaba que había sido víctima de que Ariadne le robara a sus amigas y de que la Asociación de Mujeres de la Silver Cross no se pusiera en contacto con ella ni una sola vez durante su reclusión en el convento). Ahora bien, ella sabía bien cómo era la alta sociedad.
'Ahora tengo un marido de familia noble y todo el tiempo que necesito.'
Sería mejor si su hijo fuera varón. Si ese era el caso, su posición se establecería en la casa Contarini.
Decidida, Isabella se mordió los labios. 'Cuidado, Ariadne. ¡Temed, familia de Mare!'
* * *
—¡Su Alteza, Su Alteza! ¡Tenemos que hablar!
Tras la audiencia con León III, Alfonso regresó al Palacio del Príncipe, pero sus allegados se precipitaron sobre él. Por fin había regresado a su cámara, pero no tuvo tiempo de saborear la dulzura del hogar, dulce hogar.
Se quedó mirando a los caballeros con el rostro rígido, como diciendo: "¿Esto no puede esperar?"
Tras estudiar el rostro de Alfonso, el señor Bernardino metió el cuerpo entre el resquicio de la puerta.
—¡Claro que no puede esperar! Alteza, ¡¿qué quiere decir con que tiene esposa?!
Al oír la palabra "esposa", Alfonso abrió la puerta con gesto brusco. Los caballeros -Bernardino, Manfredi y Elco- entraron a la vez por la puerta abierta.
El señor Bernardino se dejó caer en la cama incluso antes de que Alfonso tuviera oportunidad de sentarse en ella y gritó—: Necesitamos una explicación, Alteza. ¿Tiene una esposa?
El señor Manfredi también preguntó—: ¿Cuándo os casasteis sin que lo supiéramos, Alteza?
Sin embargo, Alfonso no dijo nada, y Elco rellenó los espacios en blanco en su lugar.
—¿No lo habéis visto?
—¿Eh?
—¿Ver qué? ¿La boda?
El señor Dino negó con la cabeza, y señor Manfredi se limitó a mirar a Elco con ojos atónitos. Los dos se sobresaltaron ante las siguientes palabras de Elco.
—El día que escapamos del Reino de Gallico, Su Alteza firmó un documento.
El señor Dino seguía sin entender.
—¿No subimos gratis al barco del Gran Duque Juldenburg? ¿Firmamos un acuerdo de desembarco o algo así?
Por otro lado, el señor Manfredi parecía haberse dado cuenta de algo.
—¿No trajo la Gran Duquesa Lariessa un papel ese día? ¿Podría ser ese documento que trajo...?
El señor Elco no contestó. El señor Manfredi y el señor Dino miraron al príncipe Alfonso.
El príncipe Alfonso vaciló momentáneamente tras cruzar miradas con ellos, pero finalmente asintió a regañadientes.
El señor Manfredi gritó—: ¡Alteza! ¿Por qué no nos lo dijo?
—¿Fue realmente un voto matrimonial escrito?
El señor Manfredi no podía creerlo y alzó la voz.
—Esa Gran Duquesa nunca sabe cuándo parar. ¡¿Cómo se atreve...?!
El señor Dino intervino—: ¡Pensaba que era un contrato de préstamo por oro! Parecía una astuta acreedora.
Los dos caballeros siguieron expresando su resentimiento.
—¿Cómo puede ser válido un voto matrimonial forzado, aunque esté firmado?
—¡Tiene razón! ¡Era una amenaza!
El señor Elco fue el único defensor del acuerdo matrimonial.
—Esté bien o mal, se ha firmado, lo que significa que es válido. El matrimonio no puede anularse.
—¡Elco! ¡¿De qué lado estás?! ¡Gallico será el único beneficiario si el sucesor del Reino Etrusco se casa con la Gran Duquesa de Gallico!
—No estoy del lado de nadie. El Gran Duque Eudes de Gallico será un apoyo confiable para el Príncipe. Y no podemos ignorar el apoyo que recibimos de su parte, ¿verdad?
El señor Manfredi perdió el control y gritó—: ¡Sabía que había algo sospechoso en ti! Eres un espía de Gallico, ¿verdad?
En ese momento, el valor de Alfonso se había disparado. Era cierto que el Reino Etrusco estaba maltratando al Príncipe, pero Alfonso atraería multitudes en cualquier país al que fuera por su logro de recuperar la capital de mil años de antigüedad y enaltecer el nombre del Dios Celestial.
Por otra parte, el poder nacional de Gallico se había debilitado claramente en los últimos años, pues la realeza ya no tenía Rey. Y la Gran Duquesa ni siquiera era Princesa.
Sin embargo, el señor Elco respondió en tono frío—: Nadie odia el Reino Gallico más que yo.
Ese maldito Elco, que él se case con la gran duquesa si le gusta tanto
ResponderBorrarOttavio está embobado y no se da cuenta de nada... Veremos hasta donde lo arrastra los encantos de Isabella
ResponderBorrarLo arrastrara a la bancarota seguro, por que esa mujer le encanta el lujo
BorrarAy Ottavio, lo que se te va a venir encima 😔
ResponderBorrarPor un lado puedo entender el odio de Elco ya que perder tus extremidades y renunciar a tu sueño es un golpe muy duro, pero su odio está siendo dirigido a la persona incorrecta y por ende está haciendo un reverendo desmadre, así que lo siento Elco pero shingas a tu... >:c
ResponderBorrarEse wey está loco, nadie le pidió su "sacrificio" el lo hizo más liberar sus culpas por tener sentimientos por Ari... Pinche wey doble cara!
BorrarDebería odiar a Larisa , ella fue la que los metió a los 3 en problemas (Ari, Alfonso, Elco)
BorrarNooo, que pedooooo, como fuiste capaz isabellaaaaa, ya se me hacía raro cuando se agarraba la panza, waaaa alfonso date cuenta del cucaracha de Elco.
ResponderBorrarOctavio solo es la segunda o tercera opción después de no poder atrapar peces dorados (Alfonso y Cesar). Menuda estupidez cometió al casarse con Isabella. Camelia es 10 veces mejor, más agradable y no es malvada.
ResponderBorrar*Cometerá
BorrarRepítelo hasta que te lo creas, Elco
ResponderBorrarCreo que a estas alturas todas queremos dormir para siempre a Elko
ResponderBorrarOjalá que la verdad salga a luz, y que Alfonso se de cuenta de todas las maquinaciones de Elco. Bueno Ottavio siempre fue el títere de Isabella... ¿Ariadne estará preparada para lo que vendrá?
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