MCD – Capítulo 12
Matrimonio por contrato con una doncella
Capítulo 12: No fue un verdadero matrimonio para ellos
'No sé qué es todo esto. ¿Lo sabe o no? Que no soy Lady Christina…'
Lo que le habían dicho a Reina con respecto a Arthur era que probablemente él ya sabía la verdad y que había dicho: "Esta mujer no es mi esposa", cuando puso sus ojos en "Lady Christina".
'Ah, hay una cosa más.'
Que parecía enfadado, así que iba a servir para calmar la situación. Reina se sentó con las piernas abrazadas al pecho. Tímidamente acercó sus labios a sus rodillas.
—Siempre serás Cristina delante de Arthur. Actúa como si no supieras nada, aunque te diga que te relajes porque sabe que eres una criada o aunque intente que digas cosas. No le des ninguna excusa para hacerlo. Probablemente ya espera que no contestes a nada. Ten cuidado de no decir nada que demuestre que eres una criada. Recuerda que hay muchos ojos y oídos en la finca. No caigas en preguntas capciosas. Incluso un pequeño desliz de la lengua tiene el potencial de hacernos caer.
'No lo sé. De algún modo, parece que Arthur es el que se hace el inocente y yo la que tiene preguntas urgentes. No soy tu esposa. ¿Por qué actúas como si no lo supieras? ¿Por qué me retienes aquí?'
'Si todo esto es sólo para que me haga preguntas trampa, eso sería lo realmente aterrador.'
Arthur abrió la boca.
—¿En qué estás pensando?
—... Sobre ti.
Reina cerró la boca. La verdad se le había escapado de improviso. Sintió ganas de coserse los labios. 'Le digo que quiero estar con él. Luego lloro cuando intenta mostrarse cariñoso conmigo. ¿Y ahora, "estoy pensando en ti"? ¿Estoy loca?'
Arthur soltó una risita. Sus ojos seguían sin mirarla.
Por un momento, verle así me dejó sin aliento. Parecía un cuadro perfecto. ¿Desde cuándo el pelo negro y los ojos gris plateado quedan tan bien juntos? 'Es como una escultura'.
Arthur sólo movió los ojos para mirar a Reina, quien inmediatamente se giró para evitarlos. No era su intención, pero era instintivo. Quizá incluso habitual a estas alturas.
Sabía lo ridículo que debía parecer ahora que lo había hecho varias veces seguidas, pero él era tan guapo que le asustaba mirarle. 'No puedo respirar cuando me mira.'
Estaba a punto de decir algo cuando... Toc, toc. Tan pronto como oyeron el sonido de la llamada, la puerta se abrió de golpe. Ni siquiera tuvieron la oportunidad de responder a quienquiera que estuviera fuera. Sobresaltada, Reina se levantó bruscamente de la cama.
'¡La marquesa!'
Reina se bajó apresuradamente la falda y se levantó, como una ladronzuela a la que han pillado con las manos en la masa.
—Ma... Madre.
Por los pelos, Reina evitó decir "señora". Le entraron sudores fríos. Se sentía como si acabara de ser sorprendida por su señora en una aventura amorosa secreta. Reina se acordó de lo mucho que había costado hacer esta cama. Seguramente, todo ese trabajo no era para que una criada viniera a sentarse en ella. La marquesa miró a la agotada Reina y sonrió.
—Christina.
Arthur también se levantó lentamente de la cama.
Se acercó a Reina, la agarró de la muñeca y tiró de ella. Reina se sintió confundida mientras se tambaleaba detrás de él.
—Mi señora.
Oyó la voz tranquila de Arthur desde detrás de él.
—No se me ha notificado si se trata del dormitorio de una pareja, de mi dormitorio personal o del dormitorio personal de mi esposa. Sin embargo, sea lo que sea, yo creía que este era un lugar donde una pareja puede estar segura de pasar algún tiempo en privado. ¿No es así?
Una Reina desconcertada miró la nuca de Arthur y el rostro de la marquesa frente a ella. Un silencio aterrador llenó la habitación.
Tras mirarlos en silencio, la marquesa rompió por fin el silencio.
—...Es verdad. Lo lamento. No debería seguir haciendo esto. Siempre había entrado así en la habitación de mi hija, así que no se me ocurrió que estaría cometiendo un error.
Fue una disculpa muy sincera, e inesperada. Reina se sobresaltó por dentro. Miró a la marquesa.
—Me preocupó la noticia de que mi hija se encontraba mal, no llegué a pensar que estarías con ella. Qué descortés por mi parte. Le pido disculpas por las molestias.
¿De dónde venía esa voz tan suave? Reina nunca había oído a la señora hablar en un tono tan suave. Por sorprendente que fuera, sin embargo, Reina no podía permitirse el lujo de estar observando ahora mismo. Cada vez que la marquesa se refería audazmente a ella como "mi hija", Reina rompía a sudar.
'¿Esto está bien? Siento que está a punto de ser ridiculizada por Sir Arthur en cualquier momento…'
—¡...!
De repente, Reina se encontró con los ojos de la marquesa. Como un conejo frente a una víbora, se estremeció y se quedó inmóvil. Bajó la cabeza mientras le temblaban los labios. Sentía que su ama le ordenaba actuar de inmediato. Reina tenía claro lo que la marquesa quería. Tenía que decir algo. Ahora mismo.
—Yo... siento preocuparte... madre.
Reina no pudo ver la expresión de Arthur porque había bajado la cabeza. La marquesa respondió con naturalidad en tono preocupado.
—Tengo noticias del Dr. Lawrence. ¿Estás bien?
Reina forzó una sonrisa en su rígido rostro.
—Por supuesto. Creo que estaba agotada de estar tanto tiempo de pie en el vi alento frío.
La marquesa examinó a "su hija" con preocupación. Reina se quedó quieta, cediendo al examen. Probablemente estaba comprobando "eso", si había ocurrido algo inapropiado. Si eso era algo visible a los ojos, Reina no lo sabía. Pero en ese momento, deseó profundamente que fuera algo que la marquesa pudiera ver. Tras mirar a Reina con ojos preocupados, dejó escapar un suspiro.
—¿Qué vamos a hacer? Eres tan débil. —dijo en tono molesto.
Después, los acontecimientos se sucedieron con normalidad. Reina preguntó tartamudeando a Arthur si podía excusarse de hablar con su madre en privado para aliviar sus preocupaciones.
—Adelante, querida.
Obedeció con una sonrisa seca, de esas en las que sólo se sonríe con los labios.
Sus manos se soltaron con naturalidad. Reina había querido escapar cuando estaban a solas. Pero ahora que la soltaban, se sentía extraña.
***
—Buen trabajo, Reina.
Las primeras palabras de la marquesa llenaron a Reina de alivio. Para ser sincera, había esperado que la abofetearan y se estaba preparando mentalmente para ello... Parecía que su ama comprendía el hecho de que poner un pie en la cámara nupcial de lady Christina estaba fuera de su control, y por eso, estaba agradecida. Pero su corazón se desplomó una vez más ante las siguientes palabras de la marquesa.
—Se está portando bien contigo. Parece que puedo dejarte allí un rato más.
Reina palideció.
—¿Perdón?
'¿Más tiempo...? No. Por favor, sácame.'
La marquesa se sentó en el sofá con el abanico abierto. Continuó.
—Arthur sigue sin reunirse con nosotros en la mesa de negociaciones. Parece que te mantiene a su lado para recordarnos nuestra debilidad o algo así. Es infantil, de verdad. Pero aún estamos preparando su recompensa. Sería bueno tomarnos algo de tiempo, así que me gustaría pedirte este favor un poco más.
Los ojos de la marquesa eran fríos, pero su voz era amable. No mostrar lo nerviosa que estaba delante de la doncella era una forma de proteger lo que le quedaba de orgullo.
—Qué alivio que seas tan rápida. Las cosas habrían sido difíciles con alguien inútil, pero tú me das confianza. Y por eso te estoy siempre tan agradecida.
'¿Qué se supone que significa eso?' En medio de los halagos ingenuos, una Reina aterrorizada miraba sin comprender a la marquesa mientras hablaba. La marquesa la miró durante un breve instante y luego giró el cuerpo hacia otro lado.
Clink. Antes de que se diera cuenta, la señora Hearst había entrado en la habitación, sosteniendo una bandeja con una sola taza de té.
—Bebe. —dijo la marquesa.
Reina se quedó helada al mirar la misteriosa taza de té. Dentro de la taza había un líquido negro con toques rojos.
—¿Qué... es esto?
La marquesa sonrió.
—Es medicina. Para expresar nuestra gratitud —la señora cogió personalmente la taza de té de la bandeja y se la entregó a Reina—. Esto protegerá tus sueños.
Al oír las palabras de su ama, Reina supo enseguida qué tipo de medicina era. 'Es una medicina para evitar que me quede embarazada'. Era la primera vez que lo veía con sus propios ojos, pero ya había oído hablar antes entre las criadas del "agua roja oscura" para evitar niños. También sabía que la medicina era tan fuerte para el cuerpo que muchas criadas se quedaban estériles o enfermaban después de tomarla. Sin haber tenido la oportunidad de decir que no había pasado nada entre ella y Arthur, Reina recibió la taza de té de manos de su ama.
'Incluso si le digo que no me acosté con él... probablemente no me creerá, ¿verdad? Si intento evitar tomar la medicina, pensará que intento involucrarme con Sir Arthur a propósito. Además, no hay razón para que no me diera esto como seguro, tanto si me acosté con él como si no... ¿Y si dice que es sólo con fines preventivos? Entonces realmente no tendré nada que decir. Todo lo que su señoría quiere es asegurarse de que no seré un estorbo para Lady Christina.'
—No lo haremos si no quieres.
—...
'Por qué me viene eso a la mente en un momento como éste…' Reina recibió la copa con las dos manos. La medicina era vil y amarga.
Después de tragarlo, empezó a toser. Después de verla terminarlo, la señora Hearst le entregó un caramelo. Reina lo recibió con las dos manos, dio las gracias a la criada y se lo metió en la boca sin rechistar. La señora continuó con más órdenes.
—Abstente de salir tanto como sea posible, y debes mantenerte especialmente alejada de Lord Rembrandt. Ya sabes, ¿el invitado de palacio? Utiliza cualquier excusa que necesites. Si te ve la cara, las cosas se complicarán mucho. Sólo di que no te encuentras bien o que no deseas ver a ningún otro hombre aparte de tu marido.
—Sí, señora.
Tras una breve pausa, la marquesa tomó la palabra.
—Y hay una cosa más que me gustaría que hicieras.
'¿Qué más podría haber...?' A Reina le pareció siniestro. La marquesa continuó.
—Si logras esto sin errores, te pagaré diez veces tu salario. Cada semana, durante el tiempo que sea necesario.
Reina se quedó de piedra. '¿Diez veces? ¿Es posible que te paguen tanto dinero? Con tanto dinero, podría…'
Reina dudó un momento, pero su corazón pronto se inclinó hacia el deseo de rendirse. Ya era bastante peligroso. Seguramente las cosas se pondrían mucho más peligrosas si la marquesa estaba sugiriendo una recompensa tan grande. Su vida era más valiosa que esa cantidad de dinero. Volver con su abuela era lo más importante para Reina. Dobló las cejas para parecer lo más lastimera y desesperada posible. Tenía que decirle a la marquesa de antemano que estaba demasiado asustada y era incapaz, que no se atrevía a asumir una responsabilidad tan grande.
—Señora...
Pero la marquesa añadió una propuesta que Reina no pudo rechazar.
—Enviaré a Taylor a tu casa. Taylor Lawrence, hijo del Dr. Lawrence.
Reina se detuvo ante la inesperada propuesta.
Taylor Lawrence. Era hijo del Dr. Lawrence, que también vivía en la finca. También era el segundo médico de la familia del marqués.
—Ese chico, Taylor, es bastante hábil para su edad. También será el que tome el relevo como médico de la familia Julius cuando se jubile el doctor Lawrence, así que sin duda es alguien en quien confiar.
'Abuela.' A Reina se le aceleró el corazón. La marquesa continuó.
—¿Qué me dices? Tengo entendido que sois íntimos. ¿No es una gran oferta para todos?
***
Arthur se recostó tranquilamente en su silla con los brazos cruzados. Se golpeó el brazo con la punta de los dedos. Al cabo de un momento, buscó un puro en su escritorio y lo encendió. El humo que expulsó por la boca llenó la habitación.
'...Claro. Es posible que ella tuviera un amante antes. Probablemente no fue un matrimonio real para ella…'
El aura oscilaba en el aire. Era algo que sólo Arthur podía sentir y percibir. Una mirada cínica se extendió suavemente por su rostro mientras los esperaba en el otro piso de la finca.
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