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HDH – Capítulo 19

Hombres del harén

Capítulo 19: Lo haré contigo 


—Ranamun será el elegido.

Cuando Latil decidió no satisfacer su máxima curiosidad, el Gran Chambelán hizo una señal con los ojos a uno de los asistentes. El asistente inclinó brevemente la cabeza y se marchó a toda prisa. Probablemente se dirigían hacia Ranamun para avisar con antelación de la visita del Emperador.

—Hah…

Latil inspiró y espiró profundamente, incapaz de reprimir su nerviosismo.

* * *

El Harén estaba situado en un edificio de aspecto único que se asemejaba a un donut gigante. En él había un complejo laberinto de pasillos que conducían a diversas salas. Alrededor del edificio había un deslumbrante jardín, mientras que en el centro del mismo, que se asemejaba al gran agujero de un donut anillado, había una gran piscina.

—A petición del Príncipe Klein, le dimos la habitación más alejada de la de Sir Ranamun.

—Bien.

De camino a donde se alojaba Ranamun, el Gran Chambelán dio una breve explicación del alojamiento de cada consorte. Al llegar a la habitación, miró a Latil sin decir palabra.

Latil asintió, permitiendo que el Gran Chambelán abriera la puerta. Latil enderezó la espalda y entró, tratando de no mostrar inquietud. La puerta se cerró tras ella, lo que extrañamente sonó como un gran portazo.

Entre el dormitorio y la puerta había otro pasillo, aunque más estrecho que el de fuera. Delante de ella había un arco sin puerta cubierto con una cortina de cuentas de joyería. Cuando corrió una cortina y avanzó, pudo ver a Ranamun con el mismo vestido que había llevado durante la ceremonia. Parecía cansado tras largas horas de espera.
Como si su visita fuera la esperada, movió los labios sardónicamente.

'Vaya, esto es incómodo.'

Al ver su sonrisa, se quedó inmóvil, incapaz de seguir adelante. La incomodidad se intensificó.

'¿Qué se supone que debo decir? Parece obvio que yo, el Emperador, debo asumir el papel principal. ¿Le digo que se tumbe en la cama o que se acerque a mí? ¿Le doy un beso o entablo una conversación? ¿Es necesario hacer el amor?' Miles de pensamientos se arremolinaban en su cabeza.

Mientras ella se congelaba como un mueble, Ranamun arqueó las cejas y entrecerró la mirada. Como si entendiera lo que pasaba, se rió y se acercó lentamente a ella.

—¿Está nerviosa, Majestad?

Ranamun se acercó y le alisó el pelo con la mano. Latil levantó la barbilla para verle a los ojos. Había permanecido desinteresada incluso cuando había oído a las doncellas alabarle. Sin embargo, nunca había estado tan cerca de él como para darse cuenta de la impresionante calidad de su belleza, que casi hizo que su corazón se detuviera.

Ranamun la ayudó apretando la cabeza contra su pecho.

—¿Lo oyes ahora?


* * *

—¿Todavía no hay noticias de Klein?

El asistente se sintió agotado con la pregunta del Emperador Hyacinth.
 
—No, Majestad.

Hyacinth dejó escapar un profundo suspiro, echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

—Ese imbécil. Le había dicho que me escribiera enseguida después de la llegada... —murmuró. Los músculos de su frente se tensaron.

—Supongo que estará ocupado adaptándose a su nuevo entorno.

El asistente podría haber sonado como si defendiera a Klein, pero en realidad su intención era reconfortar a Hyacinth, que soltó un bufido como reacción.

—¿Qué quiere decir con eso de que está ocupado adaptándose? El tipo que se había escabullido de aquí y se había infiltrado en el palacio del imperio enemigo disfrazado de estudiante extranjero, ¿Se está adaptando?
—Eso... fue cuando era joven...
—Es probable que se haya adaptado en dos horas. 

Hyacinth le cortó en seco y golpeó con inquietud el reposabrazos del trono.

Tap, tap, tap.

El sonido de su golpeteo, aparentemente paranoico, resonó en la sala.

'¿Se encontraba Klein con Latil? ¿Podría estar experimentando a Latil dando rienda suelta a su rencor contra mí? ¿Podría estar tratando con dureza a mi hermano, o viceversa? Tal vez, Klein y Latil podrían haberse acercado tanto como para... en realidad, aunque él no sea elegido como su favorito, algún otro consorte podría serlo.'

Hyacinth hizo una mueca.

—Me gustaría ver a Axian aquí.
—¿Se refiere al Vice General, Su Majestad?
—Sí. No puedo esperar todo el día por la carta.

Quince minutos más tarde, la emperatriz Aini entró delante del vice general Axian. Hyacinth no se molestó en ocultar su descontento al verla. Percibiendo la tensión entre el Emperador y la Emperatriz, el asistente se escabulló.

—¿Qué te trae por aquí?

Aunque la salida del asistente no pasó desapercibida, Hyacinth no le detuvo. Su voz era demasiado fría para un marido.

Aini se acercó a él permaneciendo inexpresiva.

—He oído que Su Majestad se dispone a solicitar el divorcio. ¿Es eso cierto?
—¿De verdad lo preguntas por curiosidad?
—Sí, así es. Me gustaría oír su confirmación en persona.

Hyacinth resopló y apoyó uno de sus brazos en el reposabrazos.

—Vamos, Aini. Dejemos el juego por un rato. Sé que has contratado a alguien para que te mantenga al tanto de todos mis movimientos durante tres años. ¿Por qué fingir inocencia?

***

Le dolían los hombros y tenía todo el cuerpo fatigado. Una agradable fragancia llenaba sus fosas nasales. Al abrir los ojos distraídamente, Latil parpadeó al ver un cuerpo de piel clara frente a ella. Su mente se quedó en blanco antes de recordar lo sucedido la noche anterior.

Argh. Levantó lentamente la cabeza, mientras reprimía las ganas de gritar. Ranamun dormía profundamente. La había estado abrazando con fuerza mientras dormía. Latil se dio cuenta tarde de que estaba apoyando la cabeza en su brazo y se levantó lentamente.

'Vaya... Esto es vergonzoso.'

Se estaba acariciando torpemente el pelo cuando de repente se oyó un ruido sordo.

—Estás despierta.

Latil lanzó una mirada lateral hacia la fuente del sonido. Ranamun la miraba mientras mantenía el cuerpo inmóvil. Había algo sensual en su actitud perezosa, que hizo que sus mejillas se sonrojaran.

—Sí.

Ranamun extendió inexpresivamente el brazo para acariciarle el pelo y le pasó lentamente la mano por la espalda. El roce de sus largos dedos sobre su fina ropa la hizo incorporarse. Ranamun soltó una leve risita.

—Esto es incómodo.

Mientras Latil murmuraba, Ranamun se levantó lentamente y presionó sus labios contra la frente de ella, antes de ponerse de pie.

—¿Te apetece un baño... juntos?

Añadió la última palabra con voz apenas audible.

Latil también se puso en pie y negó con la cabeza. Ranamun esbozó una sonrisa casi imperceptible y acercó a Latil su capa para ayudarla con ella. Cada roce de sus pieles no la liberaba de sentimientos incómodos.

'Si Hyacinth hubiera sido mi compañero, no me habría sentido así.'

Se sorprendió al recordar a su ex novio. Incluso se sentía avergonzada por ello.

'Maldita sea, ¿de dónde había sacado a Hyacinth de repente?'

Ya había conseguido hacerle pagar, era razonable sacarse a Hyacinth de encima, pero lamentablemente, él seguía en sus pensamientos.

—¿Volverás esta noche?

Los deprimidos pensamientos de Latil fueron interrumpidos por Ranamun.

—¿Volverás?

Latil miró sorprendida a Ranamun, que respondió con la mirada perdida.

—¿No vas a volver esta noche?

Aunque inexpresivo, su voz se alzó ligeramente.

—Creo que hoy voy a estar ocupada.

Ranamun ya no permanecía inexpresivo. Su suave ceño se frunció ligeramente.

—Entonces, Su Majestad aún no lo sabe, ¿pero cree que hoy va a estar ocupada? O, ¿podría ser que usted quiere que hoy sea un día ocupado?
—¡...!
—Supongo que no te apetece volver a estar aquí esta noche —murmuró Ranamun con voz fría y acercó un peine para arreglarle el pelo. Había calidez en su tacto, pero el aire general era frío a pesar de todo.

—No lo entiendes. Estoy muy ocupada. —Latil soltó una risita incómoda y murmuró. Tenía mucho trabajo que hacer.

Sin embargo, había otra razón para evitar la visita. Aunque había hombres esperándola en el harén, Latil no quería acostumbrarse a visitarlos los siete días de la semana para no aumentar las posibilidades de embarazo. No quería que su trabajo en el gobierno se viera interrumpido por sus meses de deber maternal. Por supuesto, sabía que dejar un heredero era un requisito para prolongar la dinastía. Sin embargo, quería aplazar el embarazo hasta asegurarse de que su trono estaba firmemente asegurado.

Por otro lado, podía prever que Ranamun sería coronado en la cima de la cadena alimenticia dentro del Harén si favorecía de forma ostensible al hijo del meritorio súbdito. Eso no era lo que ella quería.

—Ya veo.

Tal vez una noche con ella debía de haberle hecho ponerse un poco sentimental. A diferencia de su habitual naturaleza fría y brusca, parecía realmente decepcionado por la falta de seguridad de Latil, lo que la molestó un poco.

Latil jugueteaba con su pelo trenzado por Ranamun mientras lanzaba una mirada de reojo a su perfil.

* * *

Cuando Latil se marchó, Cardun, el criado de Ranamun, que había pasado la noche en el pasillo, entró para llenar la bañera de agua caliente y traerle el desayuno. Como la mayoría de los aristócratas, Ranamun tenía su propia niñera. Cardun era hijo de la niñera y hermano de leche de Ranamun. Ranamun lo llevó al Harén porque era en quien confiaba y con quien se sentía cómodo como con su propio hermano.

Cardun tenía listo el desayuno de Ranamun y se sentó frente a él, sonriendo satisfecho.

—Sabía que los otros comcibinos no serían rivales para vos, mi Señor.
—...
—Dos son plebeyos. Hay un aristócrata, pero es un perezoso. Aunque el Príncipe Klein es de la realeza, tampoco es rival para usted, ¿tengo razón?

Ranamun removió la sopa sin decir palabra. Cardun se quedó perplejo al ver que no estaba de buen humor, lo cual era inesperado. Había visto a Ranamun estudiando duro para ganarse el favor del Emperador, por lo que no podía imaginar que la reunión de anoche terminara infructuosamente. Cardun se preocupó ligeramente al ver la tibia respuesta de Ranamun.
Fue antes del mediodía cuando su preocupación se intensificó cuando el príncipe Klein se cruzó con Ranamun e intentó provocarle.

—Si yo fuera tú, no me enredaría después de haber sido favorecido durante una noche. Mírate al espejo y te darás cuenta de por qué la gente se aburre fácilmente con tu cara.
—...

Ranamun permaneció en silencio y pasó junto al príncipe Klein, en lugar de replicar tranquilamente con su ingeniosa crítica, como de costumbre. Klein se quedó mirando la espalda de Ranamun, atónito por su indiferencia. Cardun siguió a Ranamun a la salida, decepcionado.

—Mi Señor, ¿dónde ha ido a parar su fluida réplica?
—...
—¿Vas a tolerar sus tonterías? Podrías haberle vencido fácilmente con tu talento para los juegos de palabras.

Sin embargo, Ranamun se quedó mudo. Sólo cuando llegaron a un lugar tranquilo dentro del Harén, Ranamun empezó a hablar. 

—No llegamos al 'final'.
—¿Qué quieres decir?
—No llegué 'hasta el final' con Su Majestad.

Cardun tardó un rato en entenderle. Sus ojos se abrieron de par en par.

—¿P-pero qué pasó durante la noche?
—Literalmente sólo dormimos... abrazados fuertemente.
—¿Cómo puede ser eso? Eras un ávido aprendiz de la... ¡habilidad!

¿Había estudiado todas esas habilidades amatorias sólo para acabar no más allá de abrazarse dormidos? Cardun quiso protestar, pero se lo pensó mejor. Tal vez, después de todo, Ranamun no sabía tanto de teoría como de práctica.

—Su Majestad estaba en contra.

Percibiendo la desaprobación de su hermano de leche, Ranamun dijo fríamente y le alisó el pelo oscuro arrugado.

El ambiente de la noche no era malo. De hecho, el Emperador parecía atraído por Ranamun. Parecía adorable. Ranamun había intensificado lentamente la proximidad sensual después de dejarla oír los latidos de su corazón.
No se había sentido atraído de ninguna manera por Latil antes. Técnicamente hablando, no le interesaba nadie más que él mismo. Odiaba el contacto físico con los demás. Las habilidades introducidas en el libro contradecían su tendencia. Le preocupaba si podría llevar a cabo lo que estaba escrito en él.

Sin embargo, todas sus preocupaciones se desvanecieron cuando el hecho ocurrió realmente. Se olvidó de todas las teorías al ver cómo el Emperador respondía a todos sus movimientos e incluso a su respiración. Su piel era suave y su pelo mojado desprendía una dulce fragancia. Cómo deseaba que el Emperador se sintiera tan profundamente impresionado como él.

Sin embargo, justo cuando estaban tumbados en la cama, el Emperador apartó a Ranamun, diciendo que estaba demasiado cansada por el trabajo del día. Eso fue todo. Todas las cosas apasionadas descritas en los libros no sucedieron. Lo único que Ranamun pudo hacer durante la noche fue actuar como manta y almohada humana.

—Ya veo... Así que por eso parecías estar de mal humor.


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